En el marco del primer informe de labores del grupo parlamentario Morena en el Congreso del Estado, realizado en esta frontera, quedó más que confirmado que dentro del partido guinda en Chihuahua hay de todo, menos unidad.
Las tribus morenistas andan descontroladas y no existe una figura que logre asumir un liderazgo político y moral para atar todos aquellos cabos sueltos. Les urge. Se andan comiendo entre ellos.
Durante la presentación del informe de trabajo de la bancada morenista en el Poder Legislativo fueron muy evidentes las ausencias dentro de este grupo político que, pese a tener una representatividad muy significativa a nivel federal y estatal, atraviesa por una etapa de desencuentros y descalificaciones entre sus mismos integrantes, esto a unas cuantas semanas de que se lleven a cabo elecciones internas para renovar la dirigencia estatal.
En el fondo, el tema es la lucha por el poder y el control político, de cara al proceso electoral de 2021.
Muchas deberán ser las razones o los intereses de fondo por los cuales, durante el primer informe, los ocho diputados de Morena en el Congreso fueron dejados prácticamente solos por los líderes de su partido. Las figuras más representativas brillaron por su ausencia.
A un acto de este nivel era de suponerse la presencia de los representantes de la dirigencia estatal encabezados por Martín Chaparro, pero no fue así. Hoy el profesor Chaparro se encuentra más preocupado en deslindarse de los ataques por corrupción lanzados por su más cercano rival, Ernesto Visconti, así como en seguir tejiendo su estrategia para retener el control del partido en el estado. «La rendición de cuentas de sus diputados ante la ciudadanía es cosa menor», ha de pensar Chaparro.
La bancada guinda en el Congreso también está fraccionada. El grupo parlamentario también ha ventilado sus trapos sucios al sol.
Durante el informe fifí en Juárez, con vinos y bocadillos para los asistentes, asistieron en un principio solo cinco de los ocho diputados que conforman la bancada en el Congreso: Benjamín Carrera, Leticia Ochoa, Lourdes Beatriz Valle, Francisco Humberto Chávez y el coordinador Miguel Ángel Colunga. Gustavo de la Rosa se presentó ya casi al término del evento, en tanto que las legisladoras juarenses rebeldes Janet Francis Mendoza Berber y Ana Carmen Estrada siguen fieles a su postura de desmarcarse de los asuntos importantes del partido que confió en ellas para que ocuparan un escaño en la torre legislativa. La bancada de Morena en el Congreso está quebrada, y así puede evidenciarse durante las votaciones de los asuntos legislativos.
Al desdén de los morenos con sus propios compañeros diputados se sumó también el del senador Cruz Pérez Cuéllar, en tanto que Bertha Caraveo cuando menos envió en video un brevísimo mensaje. Se dice la chihuahuense más morenista podría ser la futura sucesora de Yeidckol Polevnsky, y por lo tanto en ella recaería la complicada operación de reagrupar y disciplinar a los distintos cuadros en el estado grande… claro, si primero gana en noviembre la elección interna.
Otro grupo, aquel que apoya a Javier González Mocken tampoco tuvo representación, pese a que la imagen del exalcalde fue proyectada en varias ocasiones dentro de los videos del informe. Hay quien insiste que seguramente aparecerá nuevamente en las boletas electorales dentro de dos años.
Y por último, pero no menos importante, el superdelegado federal Juan Carlos Loera de la Rosa se sumó a la larga lista de ausentes. El diputado federal con licencia prefirió guardar distancia. Era esta una ocasión importante de proyección política para el ahijado político de AMLO; sin embargo, optó por alejarse de los reflectores -y de posibles roces con otras tribus morenas, particularmente el senador Pérez Cuéllar-. Ambos parecen gallitos cada vez que se encuentran.
Morena sigue siendo un partido de rara personalidad, con una mezcla de fuerzas políticas que son como el agua y el aceite, compuesto por personajes de todo tipo desde los orgánicos, los puristas de izquierda, pero también están los oportunistas, los arribistas que buscan el cobijo de unas siglas para proyectar sus ambiciones personales. Eso es lo que quedó evidenciado en el informe de los diputados locales.
Y como bien se dice que “a río revuelto…”, en medio de la falta de unidad partidista no faltó el personaje que literalmente robó el show. Ese fue el alcalde independiente de Parral, Alfredo Lozoya. El mismo que no pierde la ocasión de recorrer el estado para sembrar un mensaje que más bien parece slogan de campaña política y que cada vez lo identifica y lo posiciona: “Gobernar, sin meterle la mano al cajón”.
Ante la ausencia del alcalde Cabada -que prefirió enviar como su representante a Laura Domínguez, de Desarrollo Social-, El Caballo Lozoya gozó de las atenciones de los diputados morenistas, igualmente sorprendidos por su presencia.
Del contenido del informe que brindaron los diputados, muy poco lo que se puede resaltar. Muy pobre el mensaje de la labor legislativa a los ciudadanos presentes, tal vez aún agobiados por el duro revés, la traición sufrida por el PAN al perder el control de la mesa directiva del Congreso que por ley les pertenecía, y la falta de palabra de sus aliados del PT que les dieron la espalda en la conformación de la Junta de Coordinación Política. Ambos temas escondidos del informe, tal vez como aceptación tácita de que las impugnaciones en curso no prosperarán.
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