Desde hace tres años, Margarita Díaz, de 72 años, acude cada lunes a la Plaza del Batallón de los Supremos Poderes, frente a la antigua presidencia municipal, ya que sabe que allí tendrá un poco de alimento caliente.
No le importa mucho tener que esperar media hora haciendo fila, porque por su edad pocas son las oportunidades laborales y muchas menos las de conseguir alimento gratuito; por eso, además de haber hecho ya amistades con otros en sus mismas circunstancias, permanece atenta a que la comida sea servida.
Al frente de la fila, comandando a un grupo de cinco personas, se encuentra Jaime Chaúl, un hombre de 64 años, quien desde hace una década decidió por iniciativa propia dar un paso más allá de la fe y poner en práctica lo que leía en la Biblia.
«¿Religión? ¿Congregación? No, aquí no se trata de eso, se trata simplemente de ayudar a los que menos tienen, de devolver a nuestra gente algo de lo que la vida nos ha dado y compartir con el prójimo un poco de pan», asevera a manera de presentación.
Si bien en los minutos previos a servir la comida, Chaúl dedica unas palabras a la meditación y al amor de Dios, en la víspera del Día Mundial de la Alimentación, asevera que trabaja por su cuenta y dedica parte de su tiempo libre a ayudar a personas de escasos recursos económicos.
Por eso cada lunes, sin falta, desde hace 10 años, lleva a quienes así lo requieren un poco de comida caliente y algo de confort para el alma.
«Comenzamos una ocasión que acompañado de mi esposa y una amiga vimos en esta plaza a personas de la tercera edad que tenían hambre; iniciamos repartiendo burritos», dice.
Chaúl señala que movido por su fe reflexionó que la palabra escrita en la Biblia no debía quedarse en una mera lectura, sino llevarse a los hechos y entregar algo a sus prójimos.
«La siguiente semana no eran cinco personas, sino 15, luego fueron 40, y así siguió hasta alcanzar hasta 400 personas», comenta.
Así es que cada lunes, desde las 4 de la mañana comienza la preparación de entre 120 y 140 litros de alimento, que consisten en un caldo de verduras con sopa y frijoles, servidos en un vaso de unicel, los cuales se acompañan con tortilla o pan, así como una rebanada de pastel y agua de sabores. Son entregados al mediodía.
Chaúl no deja de supervisar la repartición del alimento. Mientras habla, lo mismo entrega tortillas, que acerca los vasos a la gente que le saluda y agradece, a lo que responde con una mirada y con el dedo índice les señala hacia el cielo, que es allá a donde tienen que agradecer.
En la Plaza del Batallón de los Supremos Poderes hay dos filas por donde lentamente camina el hambre, pero también se escucha la esperanza.
Margarita Díaz sonríe: el hambre de este día termina en un suspiro que surge de su boca al contacto de la cuchara con la sopa caliente.
«Me gusta mucho el pan que nos regalan, no tengo dinero para comer a veces, por eso vengo aquí», dijo.
También tienen casa de asistencia
Chaúl menciona que además del servicio que se brinda en la plaza los lunes, durante los martes, jueves y sábado se brinda asistencia a personas de escasos recursos en una casa que rentó en las calles Ignacio Allende y Quintana Roo, en la colonia Monumento.
Toda la comida se consigue con donaciones y con recursos de Jaime y su familia, ya que no se cuenta con el apoyo de ningún programa de gobierno.
«Un día quisimos accesar a esos programas de gobierno y nos pedían que fuéramos asociación civil y que nos registráramos en no sé cuantas cosas, y la verdad no tenemos tiempo para eso, el hambre está aquí y la ayuda la necesitamos ahora, lo que tiene esta gente es hambre, por eso somos así, independientes», narra.
Sin embargo, Chaúl dice estar abierto a recibir donativos, ya que la necesidad existe y es tan grande, que el apoyo no sólo se restringe a la comida.
«En la casa se brindan servicios de consultas médicas, de corte de cabello, les damos ropa, medicina que nos dona la gente, aceptamos ropa solo limpia, porque no tenemos para lavarla, la que no sirve la incineramos», comenta.
Chaúl dice ser un hombre de fe, por tal razón no le importa si son muchas las horas que tengan que invertirse para hacer lo que se necesita.
«Yo no vivo de esto, yo tengo mi trabajo, pero ese es independiente a esta labor que hago aquí, yo amo profundamente a Dios y lo obedezco, me ayuda cuando no estoy en la oficina y salen mejor las cosas y yo me dedico a hacer esto que hago aquí», explica.
Ante el cambio de temporada y el próximo descenso de temperaturas, Chaúl dice que las necesidades de la gente de escasos recursos se incrementarán, por lo cual se espera que llegue la ayuda de la comunidad.
«Partamos de que la mayoría de esta gente no tiene nada, si alguien tiene triplay, rollo para impermeabilizar, lo que tengan que ayude para mejorar sus condiciones, será canalizado, créame; ahorita que se viene el frío va a crecer la necesidad, pero tenemos fe en que la ayuda para ellos va a llegar», puntualiza.
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