Tras el comienzo del conflicto entre Ucrania y Rusia, en la región de Donbás, al este del territorio ucraniano, el suelo se ha comportado de forma extraña. Según imágenes satelitales publicadas recientemente, en algunos lugares el suelo se hunde; en otros, se “levanta”.
De hecho, antes de ser una zona de conflicto, Donbás fue durante mucho tiempo, la principal fuente de carbón de Ucrania, sin mencionar que la tierra está plagada de túneles subterráneos debajo de ciudades, fábricas y granjas, muchos de ellos abandonados.
Recientemente, esos conductos se inundaron y causaron el desplazamiento de la superficie y transportaron sustancias químicas tóxicas que ahora amenazan el suministro de agua de la región. Una de esas minas, donde se realizó una prueba nuclear en la década de 1970, sigue siendo potencialmente radiactiva. Los científicos ucranianos han advertido que los riesgos para la región podrían ser “más profundos y peligrosos que Chernóbil”.
Contaminación del agua, aire y del suelo en Ucrania
En general, la contaminación causada por la guerra está mal documentada. Y aun cuando faltan datos para cuantificar los impactos reales en términos de daños a los ecosistemas, es evidente el deterioro ambiental que deja.
Ante todo, lo que es directamente visible: bombardeos, explosiones, deforestación e incendios. Los primeros días de combate estuvieron marcados por numerosos bombardeos de instalaciones militares e infraestructuras energéticas ucranianas, como depósitos de combustible y oleoductos.
La destrucción de estos sitios ha resultado en la contaminación del aire, con muchas columnas de humo que consisten en gases tóxicos y partículas y, donde se han almacenado armas convencionales, metales pesados y materiales energéticos. La contaminación del agua y del suelo van de la mano, especialmente cuando se destruye la infraestructura energética.
En el lado marítimo, el medio ambiente tampoco se ha librado. Se hundieron barcos y se bombardearon puertos, como los de Pivdenny u Ochakiv, en las inmediaciones de la Reserva de la Biósfera del Mar Negro, uno de los mayores espacios naturales protegidos de Ucrania que alberga varias especies en vía de desaparición.
Cómo afecta al cuerpo
No es bueno tener partículas en los pulmones, ni siquiera materiales naturales como el polvo. Nuestros pulmones han evolucionado para eliminar estos objetos extraños. Cuando toses con mucosidad, es tu cuerpo el que expulsa a los intrusos. Pero las PM2.5 (partículas de menos de 2.5 micrómetros) pueden burlar estas defensas y adentrarse en los pulmones, pasando finalmente al torrente sanguíneo. Esto hace que los metales pesados se distribuyan por todo el cuerpo, y que persistan en los tejidos.
A corto plazo, “los ucranianos podrían sufrir un aumento de las exacerbaciones del asma”, menciona Prunicki, y los ancianos podrían experimentar más casos de neumonía y bronquitis aguda. La contaminación aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias infecciosas. Cuando hay partículas en los pulmones, las células inmunitarias intentan absorber esos objetos extraños, es decir, se distraen atacando la contaminación del aire, en lugar de los microbios, “pero también utilizamos esas células inmunitarias para combatir cosas como los virus”, dice Prunicki.
“Por eso se ve una relación entre las tasas de la Covid y los incendios forestales, o las tasas de la Covid y la contaminación atmosférica”. (Hay que tener en cuenta que el mundo sigue inmerso en una pandemia, y que solo un tercio de la población ucraniana está totalmente vacunada).
El futuro
En cuanto a un escenario futuro, según los científicos, entre más nos expongamos a la contaminación atmosférica, menor será nuestra esperanza de vida. En Estados Unidos, la exposición crónica puede acortar la vida promedio en dos meses, dice Prunicki. Mientras que, en un lugar más contaminado como Bangladesh, son años. “Hay todo tipo de diferentes impactos en la salud, a largo plazo, como diferentes tipos de cáncer”, dice la investigadora.
“El cáncer de pulmón está asociado con un aumento de PM 2.5, problemas de tipo neurológico. Prácticamente, nombra el órgano, y hay algún tipo de impacto negativo por la exposición incluso a las PM 2,5”. (El humo contiene partículas de distintos tamaños: las PM 10, por ejemplo, se pueden inhalar, pero no pueden penetrar tan profundamente en los pulmones como las PM 2.5).
Los supervivientes y primeros rescatistas en los atentados del World Trade Center del 11 de septiembre, quienes están expuestos a sufrir tasas de cáncer mucho más elevadas que el público en general, pueden ser un ejemplo de lo que podrían experimentar los soldados y los civiles de Ucrania en los próximos años: “No se trataba solo de los incendios, sino del polvo y todo lo demás de los propios edificios”, dice Prunicki.
“Y me imagino que en Ucrania será algo similar, solamente que en algunas zonas se trataría de viejas fábricas, de tipo metalúrgico, que serían aún peores”. Además, se sabe que los productos químicos utilizados para sofocar los incendios son increíblemente tóxicos. Una vez que cesen los ataques entre Ucrania y Rusia, comenzarán las tareas de limpieza y reconstrucción, exponiendo a más personas a los residuos tóxicos.
El texto original se puede encontrar en Informe Confidencial, sitio con el que Norte Digital tiene un acuerdo para publicarlo.
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