Toño compró una vivienda a precio de ganga en una colonia de no muy buena posición. Más bien era una colonia populachera.
Le agradó que el lugar era de dos pisos, con varias recámaras, una espaciosa sala, un superpatio bardeado y una gran cocina.
Menciona que fue una oportunidad y nunca le dio importancia a un cuarto de unos cuatro por cuatro metros que estaba casi al centro del inmueble.
El detalle es que en el mero centro de dicho espacio había un resumidero, siendo que no era un baño.
Así paso el tiempo hasta que semanas después de haber terminado de pagar, al estar platicando con un vecino, ya en confianza, el hombre le comentó que de dicha finca, tiempo atrás se habían alcanzado a escuchar gritos de personas y era común que del lugar salieran y entraran varios sujetos, en una gran variedad de vehículos, a diferentes horas del día, pero principalmente de noche y madrugada.
Así que Toño llegó a la conclusión de que “la ganga”, en realidad había sido una “casa de seguridad” y lo más rápido que pudo vendió la propiedad, porque confiesa que hasta sucesos paranormales le tocó vivir y ya con el antecedente que le dio el vecino, no quiso ni volver a entrar al cuarto pequeño del resumidero en medio.
Imaginaba a tipos vestidos de negro, en escenas de tortura, con una sierra en la mano y las manos y ropas ensangrentadas. Hasta creía ver hilillos rojos escurrir por el azulejo blanco, por la parte central, hacia el drenaje.
No quiso saber más de todo aquello, revela.
Preparan a los encobijados
La “casa de seguridad” fue un concepto utilizado en términos policiacos y de inteligencia, para referirse a un sitio donde se resguardan personas que pudiera estar siendo perseguidas. Las autoridades pueden protegerlas en dicho espacio.
Sin embargo, el concepto de “casa de seguridad” se modificó y terminó utilizándose para referirse a lugares, principalmente, ligados al crimen organizado, donde pueden permanecer ocultos, y realizar una serie de actividades “non sanctas”, sin ser descubiertos por las autoridades.
El objetivo es pasar desapercibidos para las Policías y hasta para los mismos vecinos.
Dichos espacios bien pueden utilizarse para esconder recursos de procedencia ilícita, tales como billetes, armas y drogas.
En algunas ocasiones llegan a usarse para cometer actos de tortura, violación, secuestro, para empaquetar estupefacientes, enterrar de forma clandestina a sus víctimas o simplemente privarlas de la existencia.
Los encobijados, embolsados, “teipeados”, entambados, decapitados o descuartizados, suelen ser victimados en esas casas del horror, de acuerdo a los testimonios vertidos en las audiencias judiciales, cuando son sometidos a procesos algunos de los que llegan a ser detenidos como presuntos responsables de dichos hechos de sangre.
Las casas de seguridad en Ciudad Juárez y otras partes del país, llegan a pasar desapercibidas por muchos años, porque los comportamientos de sus moradores, también llegan a ser ejemplares para sus vecinos.
Antes se creía que eran exclusivamente propiedades alejadas de la mancha urbana, que se disfrazaban de ranchos, sin embargo en las últimas décadas cada vez se encuentran más en la mancha urbana, en cualquier zona residencial
Ya cuando son parte de una investigación, algunos de los inmuebles son intervenidos mediante una orden judicial, donde han encontrado numerosas señales de lo que ahí ocurría. Cuerdas, cinta adhesiva, cobijas, armas, rastros hemáticos e imágenes de la Santa Muerte, se vuelven comunes en estos lugares.
Meten a migrantes como sardinas
En los últimos años, en Ciudad Juárez de manera peculiar, se les ha llamado casas de seguridad a los lugares usados para mantener privados de la libertad a los migrantes, el nuevo negocio de los grupos criminales, ya que los “polleros” extorsionan a sus familias y consiguen con eso miles de dólares.
El hacinamiento ha sido el común denominador de estos espacios, ya que en pequeños cuartos llegan a acomodar a decenas y hasta a cientos de personas, en condiciones deplorables, donde cuentan incluso con un solo baño para todos y no hay ni cómo puedan dormir.
A lo largo y ancho de la ciudad, se han multiplicado esas casas. Miles de personas en movilidad han estado dentro de ellas del 2018 a la fecha y es un tema que se mantiene latente.
De acuerdo al titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, César Omar Muñoz, algunas formas de reconocer si se trata de una “casa de seguridad”, es porque entra y sale gente armada al domicilio, si tienen tapadas las ventanas o si se ve mucho flujo de diversas personas.
Indicó que generalmente los traficantes de personas, conocidos como “polleros”, andan armados y puede ser un indicativo de que en el lugar donde se resguardan, sea un punto donde tengan incomunicados a extranjeros o connacionales en movimiento que pretendan ingresar ilegalmente a Estados Unidos y por los que se extorsiona a sus familiares.
Muñoz recordó que dichas casas de seguridad pueden ser denunciadas de forma anónima o a través de los mecanismos formales si así lo desea el ciudadano.
Especificó que estiman que en Juárez hay entre cuatro y cinco grupos dedicados al tráfico humano, aunque combinan también el narcomenudeo y la mayoría de los homicidios que ocurren en la ciudad porque hay disputas internas por el liderazgo o por los puntos de control de alguno de los dos delitos.
El número de emergencias en Juárez es el 911, para eventualmente denunciar las “casas de seguridad”.
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