Rainer María Rilke (Praga, 1875-Montreaux, Suiza, 1926) ha sido uno de los grandes poetas en lengua alemana. Entre sus obras se destacan La canción del amor y de la muerte del alférez Christoph Rilke (1906), Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), Elegías de Duino (1923) y Sonetos a Orfeo (1923). En esta ocasión hablaré del breve libro La vida de María o Das Marien-Leben (1912), traducido del alemán por el escritor Pablo Soler Frost.
Esta edición que leí es bonita y útil, ya que muestra el poema en alemán y enfrente la traducción al español. Aunque mis competencias en alemán distan mucho de lo que yo quisiera, algo entiendo y puedo apreciar la musicalidad de la poesía de Rilke, que como dice el mismo Soler Frost, no es posible traducir a cabalidad. La propuesta del traductor es muy buena y se pueden apreciar los textos de Rilke, en su creación de imágenes poéticas.
El libro presenta varios poemas que muestran pasajes de la vida de María, la madre de Jesús y en ellos, se muestra el nacimiento de la propia María, la presentación en el templo, la anunciación, la visitación, la sospecha de José, la anunciación de los pastores, el nacimiento de Cristo, la huida a Egipto, las bodas de Caná, la pasión, la resurrección y la muerte de ella.
Hay momentos sublimes, como aquél en que se encuentran María y Elisabet, la madre de Juan el Bautista en “La visitación”:
“Cada una llena en su santuario/ busca ser confortada por su parienta./ El Salvador aún era una flor/ pero el Bautista, en el vientre, de júbilo dio hacia Él un brinco”. Este pasaje es retomado del capítulo 1 del Evangelio de Lucas, pero tratado de manera poética.
Otros versos que quiero destacar están en “De las bodas de Caná”, en las que se muestra a María y su relación con su hijo Jesús: “Estaba escrito, pero,/ entonces, ¿ya estaba preparado?/ Ella: ella lo había orillado/ en la ceguera de su vanidad.// En la mesa cubierta de fruta/ y de verdura se alegró con todos,/ sin comprender que sus lágrimas/ se habían vuelto sangre con este vino”.
Si recordamos este pasaje del Evangelio de Juan, Jesús no quiere hacer este milagro, pero su madre se lo pide, quizá porque Cristo sabía que así iniciaría su ministerio pasajero y que después debía morir, la humanidad del maestro que lo conmovía, como cuando pide no pasar por la crucifixión, pero ante todo iba a obedecer. Aquí está, pues, otra estupenda pieza literaria para que disfruten.
Investigación