La tarde que la calle se pintó de color morado justicia

Las calles del Centro de la ciudad se convirtieron esta tarde en un río de color morado. Por ahí, miles de mujeres se unieron al estallido en una sola voz: ¡Ni una más!

En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Monumento a Benito Juárez fue el lugar donde desde las 3:00 de la tarde comenzaron a concentrarse jóvenes y mujeres para unirse a la Marcha Incluyente 8M.

Fueron momentos en los que la exigencia de justicia fue el factor primordial que les reunió; pero también, el instante permitió los reencuentros de adolescentes, de mujeres jóvenes y madres de familia que se abrazaban al reconocerse tras los cubrebocas.

Portando pancartas, mantas y tambores improvisados, las mujeres formaron una larga fila en la Plaza Cívica Lic. Benito Juárez.

A las 4:00 de la tarde ya se estimaban más de 4 mil personas reunidas, principalmente del sexo femenino.

Un equipo de seguridad de mujeres vestidas de negro, con capuchas, chaleco de trabajo luminiscente y un paliacate verde en el brazo izquierdo las distinguía del contingente.

La oradora del punto de arranque de la marcha daba las indicaciones de cómo se formarían los contingentes; en la parte delantera irían las mujeres con carreolas y niños en brazos; tras ellas, las menores de 12 años, embarazadas y adultas mayores. Y finalmente el resto de las convocadas.

Formando hileras de 10 personas, las filas se fueron agrupando hasta dar casi la vuelta a la mitad de la plaza. Mientras esto ocurría, algunas de las participantes aprovechaban para tomar fotografías y video del acontecimiento.

Minutos antes de iniciar, la oradora advirtió a los medios de comunicación no acercarse a más de cinco metros del convoy humano; se instruyó también a los participantes a no caer en ningún tipo de provocación, así como otras medidas de apoyo de salud.

Dadas las instrucciones, el contingente salió en punto de las 4:40 de la tarde por la calle Vicente Guerrero, para avanzar unos metros al oriente, hasta alcanzar la calle Constitución.

De ahí marcharon hasta llegar a la avenida 16 de Septiembre; en el trayecto, hicieron una breve parada para reagrupar a los marchantes a la altura de la calle Galeana.

Al llegar a la 16 de Septiembre, el estruendo de las voces unidas contrastaba con la soledad de la avenida, donde la gran mayoría de los negocios permanecían cerrados.

Cuadras adelante prevalecía un silencio, que fue interrumpido por el paso del tren, a las 4:52 de la tarde, que se acercaba al cruce en la avenida Francisco Villa.

Pero el grito justicia unificado era más fuerte; las mujeres habían definido ya la ruta para continuar: tomaron el paso a desnivel dirigiéndose a la avenida Juárez.

“¿No que no? ¡Sí que sí, ya volvimos a salir!, ¡Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos!»

Los cánticos, las consignas contra la indiferencia del Gobierno y la ciudadanía se dejaban escuchar con fuerza, llamando la atención de los transeúntes que, presurosos, intentaban ganarle el paso al ferrocarril.

Al emerger las voces de las miles de mujeres ahí reunidas, ya en la avenida Juárez, la marcha prosiguió sin contratiempos, salvó por un automóvil con placas rojas que intentó ganarle el paso a la marcha y que fue detenido por el equipo de seguridad.

Los rostros de algunas mujeres estaban maquillados con lágrimas, otros con rayas multicolores.

Los bates de beisbol, palos y tubos que algunas cargaban no fueron necesarios esta ocasión, el clamor unido de justicia prevaleció.

A las 5:02 de la tarde la marcha se aproximó a la calle Mejía, tras de ellas, el edificio donde el rostro de Juan Gabriel fue pintado permanecía como testigo de la gran convocatoria.

En la calle aledaña, el tren había concluido su paso y se escuchaba su sonido cansado alejándose a la estación ferroviaria.

No así el paso firme de las mujeres que, unidas como pocas veces ha podido observarse en una convocatoria de este tipo, marchaban rumbo a la Cruz de Clavos, en el puente internacional Paso del Norte.

Fue a las 5:05 de la tarde cuando la primera parte del contingente arribó a las inmediaciones del cruce que une a México con los Estados Unidos.

Una formación de decenas de mujeres con carreolas e infantes cantaba al unísono: “Los niños marchando también están luchando”.

Metros atrás, otras jóvenes se escuchaban: “No somos una, no somos 10, pinche Gobierno, cuéntanos bien”.

Salvo algunas consignas que fueron pintadas con aerosol en paredes de negocios abandonados y la banqueta, el ejemplo de paz fue demostrado por las juarenses.

“Paz sí, pero no pasividad”, afirmaron algunas de las marchantes. “Nunca más”.

Mientras los oradores intentaban dar su mensaje de unidad y exigencia a la justicia, al respeto a los derechos de la mujer y la equidad, el sonido de la batucada, de los cantos de protesta, de las voces de miles de congregadas opacaba el volumen de las pequeñas bocinas que se utilizaron.

En la avenida Juárez se observaron las humaredas verdes y moradas por varias cuadras.

Los cantos, la exigencia de mujeres, de niñas, de adolescentes, de madres, de hijas, que sin importar las preferencias sexuales o de género se unieron a una sola voz.

Eran las 5:45 de la tarde cuando se dio por concluido el evento; sin embargo, cientos de ellas aún permanecieron, para dejar constancia desde ahí donde comienza la Patria, para recordarle a todos que las mujeres juarenses tienen una voz que, por esta tarde y como nunca, se dejó escuchar.