La situación de inseguridad en la Sierra Tarahumara no ha mejorado a pesar de los operativos que se han realizado por parte de los diferentes órdenes de Gobierno, afirmó el obispo de la Diócesis de la Tarahumara, Juan Manuel González Sandoval.
“No ha mejorado en todo el país; de hecho, lo que vivimos aquí es un reflejo de lo que se vive prácticamente en todo el país”, agregó.
En entrevista para el portal de corte religioso Vida Nueva (www.vidanuevadigital.com), el prelado comentó que el pasado febrero ocurrió un enfrentamiento armado en el municipio de Guachochi, donde se encuentra la catedral de Tarahumara.
Señaló que en ese hecho violento perdieron la vida tres personas.
La espiral de violencia no para ahí, ya que han sucedido más asesinatos en otros puntos de la Sierra, como Urique, agregó.
En la entrevista, el sacerdote hizo mención a que ha participado en alrededor de diez encuentros con el Gobierno estatal para reflexionar sobre la situación actual y ver cómo se puede remediar.
“Aunque pareciera que no se progresa, hemos logrado avances significativos”, dijo.
No obstante –señaló– “es necesario que como sociedad, reflexionemos sobre lo que estamos haciendo para alcanzar una sociedad de paz”.


Aumenta violencia, aumenta vigilancia: SSPE
El secretario, Gilberto Loya, da a conocer que incrementará la prevención en la ciudad con el uso del helicóptero estatal
Por José Estrada

Rebrote de violencia: Recrudece la guerra entre La Empresa y Doble A
Cinco homicidios el jueves y tres más este viernes son atribuidos a la disputa por el control de la venta de cristal entre grupos del crimen organizado
Por Teófilo Alvarado

Quedó Chihuahua en ‘Top 5’ de atrocidades en enero-junio
De acuerdo con Causa en Común, el estado norteño también alcanzó el ranking 9 de homicidios de alto impacto, con 211 víctimas en el mismo lapso
Por Teófilo Alvarado

Guadalupe y Calvo colapsa por la violencia: muertos, desplazados y pueblos fantasmas
El municipio serrano vive una tragedia sin tregua: más de 200 asesinatos en los últimos años, cientos de familias desplazadas y comunidades abandonadas ante la ofensiva del crimen organizado y la ausencia del Estado
Por Alejandro Salmón Aguilera