En el bulevar Francisco Villarreal Torres, a un centenar de metros de su intersección con el bulevar Cuatro Siglos, se encuentra una de las zonas de mayor auge en la actualidad, con la construcción de fraccionamientos.
Su estratégica posición dentro de la mancha urbana ha convertido ese sector en uno de los preferidos de familias con buena capacidad adquisitiva, para encontrar allí una vivienda.
Es también ese sector, donde se localiza el Panteón Senecú, conocido entre la gente como “El Cementerio de los niños”.
Cuenta la leyenda urbana, que quienes han estado cerca de ese lugar o en sus imediaciones por la noche, se logra ver siluetas de infantes corriendo entre las tumbas.
Hay quienes afirman que en los parabrisas y los vidrios de las ventanas de los vehículos, se forman pequeñas huellas de manos, que dejan constancia de su presencia. Otros dicen haber escuchado sus risas. Hay también quien afirma que en ese lugar se han realizado ritos satánicos o de brujería.
Aunque popularmente el nombre de “cementerio de los niños” ha cobrado mayor arraigo entre las historias que los juarenses cuentan, la realidad es que el Panteón Senecú es uno de los más viejos de Juárez.
El camposanto no fue un lugar exclusivo de los niños, sino que ahí era utilizado por la gente que habitaba el Valle de Juárez, para dejar los restos de sus seres queridos en su proceso al más allá.
Quienes han visitado ese espacio, dicen que es un lugar que no cuenta con medidas de seguridad, por lo que puede considerarse de riesgo y no es recomendable acudir y menos a altas horas de la noche, cuando algunos aseveran que han atestiguado ver siluetas de niños que salen a jugar entre las tumbas.
Entre las cruces y las lápidas debe prevalecer el respeto. Allí moran los antiguos habitantes de esta tierra, donde los vecinos cercanos, aseguran que de cuando en cuando, por las noches, salen a convivir con los constructores de esta ciudad, de este lugar sin sombra.
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