La maestra Yolanda Gutiérrez ha tenido que entrar al mundo de la tecnología que jamás imaginó, mucho menos cuando fue preparada en la Normal Superior de Chihuahua donde estudió hace 28 años.
“No tuvimos una formación con tecnologías, así que de la noche a la mañana, la pandemia nos obligó a aprender con rapidez, y a usar todas las herramientas necesarias para continuar con el proceso de enseñanza”
Sentada frente a su computador, observando los rostros de sus alumnos, con quienes pasa tres días a la semana de manera virtual, menciona que la vocación es lo que los impulsa a seguir adelante.
“Aprender, adecuarse, y no claudicar en el intento”, dice.
Tiene 27 alumnos de cuarto grado de primaria, todos se conectan a través de diferentes dispositivos, solo un estudiante no cuenta ni con computadora, ni con celular, con él trabaja diferente.
“Esperamos a que su mamá salga del trabajo para ponernos en contacto; con ese alumnito solo podemos comunicarnos a través del Whatsapp, en las tardes, pero aún así, también le pone muchas ganas, aunque siempre tengo que estar muy pendiente, reconoce.
No quiere que sus alumnos se queden atrás, por eso les acerca cada mes cuadernillos de apoyo, copias y diferentes materiales.
A varios los cita en las afuera de la primaria Acamapichtli, quienes no pueden ir, va a sus casas, y ahí, afuera les entrega el material.
Las emociones de sus alumnos
Es imposible dejar a un lado el aspecto socioemocional por el que están transitando las y los alumnos y sus familias, cuenta la maestra, por eso, imparte clases sobre el tema también a algunos padres y madres, además de capacitaciones en habilidades digitales y nuevas tecnologías.
”Muchas llamadas, muchos mensajes de Whatsapp, se hacen antes de iniciar las clases para ubicar obstáculos y buscar apoyos para que los y las estudiantes no dejen la escuela, esa es la prioridad” cuenta la profesora.
El trabajo siempre es de equipo, -dice-, entre docentes y familia, y por supuesto las autoridades escolares como el director de la escuela, José Magallanes, quien les ha brindado varios cursos de uso y manejo de tecnologías para impartir las clases.
A Yolanda Gutiérrez, disfruta ser maestra, y aunque confiesa que se ha sentido muy presionada con todos los cambios que se viven, todo lo hace con mucha dedicación. Se consideraba una analfabeta digital, ya no tanto, aunque acepta que todos los días sigue aprendiendo.
Madre y maestra
La emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus hizo que la maestra convirtiera un espacio de su casa en salón de clases, y su comedor en el estante donde va colocando libros y material didáctico.
Eso es lo de menos, dice la maestra Yolanda, porque en ese mismo espacio ella es la madre de familia.
“Es una odisea mantener el orden”, confiesa, mientras termina la clase virtual y sigue con el llenado de formatos que debe entregar como evidencia del trabajo de sus alumnas y alumnos, mientras avanza en la preparación de la comida.
Las horas de trabajo se extienden en el monitoreo de sus estudiantes y en el de sus propios hijos. “Muchas veces el nivel de estrés aumenta”
Es madre de dos, uno de secundaria, y una chica que recién concluyó la preparatoria, ambos también cursan clases virtuales.
“He tenido que ir combinando el aspecto laboral con el doméstico, porque mi casa es mi salón de clases, y porque en ocasiones es imposible sustraerme de las necesidades que se presentan en casa mientras estoy laborando”, comenta.
En México, hay casi 16 millones de madres trabajadoras, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La maestra Yolanda, inicia sus labores desde antes de conectarse a la clase, porque debe tener todo listo, desde preparar desayuno para ella y los miembros de su familia y verificar cualquier situación que pueda poner en peligro la conexión.
Luego termina la clase, se desconecta de la red, y sigue en la preparación de reportes, bitácoras, evidencias. Mientras tanto prepara la comida y resuelve dudas también de sus hijos.
A media tarde, empieza a recibir mensajes en su celular, tareas, dudas, y así se llega la noche y se prepara para el día siguiente. Cada día es un reto a vencer.
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