Infinidad de ocasiones se ha discutido si una persona habiendo nacido varón y que después se convierte en mujer, tiene las mismas oportunidades en el deporte femenino.
Indudablemente la fuerza intrínseca que porta es la de un varón y ello acarrea una ventaja que una mujer no posee. Se ha sabido de una boxeadora trans que casi manda al otro mundo a una mujer por los golpes que le dio.
Y los casos podríamos discutirlos en este espacio ampliamente ya que son variados. Lo anterior no significa que una mujer sea débil, sino que simplemente su genética no es la misma que la de un hombre.
Existen mujeres que se preparan para ser fuertes y que pueden tener el cuerpo más impresionante que el de un hombre, pero esos serían casos extremos y muy aislados.
Una persona común, que se transforma de hombre a mujer y que por ejemplo, desea entrar a los baños de las damas, aún tiene problemas en México, un país muy mocho. Todavía hay infinidad de personas que no admiten un transgénero en el baño de las mujeres.
Desde aquí aseveramos que los baños no son un problema, finalmente si necesitas responder a tus necesidades fisiológicas, cualquier tapia es buena.
No obstante, en el caso que hoy nos ocupa, analizaremos la gresca entre una mujer trans y una mujer, ambas legisladoras, que acaparó la atención de todo México, días atrás.
Recordaremos que en ese incidente la diputada trans María Clemente García, famosa por sus escándalos y no por su productividad como legisladora, propios de telenovela de Televisa, entró al ojo del huracán por el nivel de violencia ejercido contra sus compañeras congresistas.
Independientemente de lo que aconteció en la Cámara de Diputados, la legisladora se puso agresiva, e insultó a sus compañeras (no de partido, pero sí de legislatura), llamándolas perras.
Todo apunta a que este es un vocablo bastante arraigado en el léxico de la diputada, pues, ella misma se autonombró en una perorata vacía, como “perra defensora de la 4T”.
Resulta que la diputada trans, en una nada, casi agrede a trancazos a una colega. María Clemente lleva una ventaja, la de habitar en un cuerpo masculino. El hecho que se vea como mujer, no borra de su naturaleza la fuerza que distingue al género con el que nació.
Se agradece que al final de cuentas no haya recurrido a la fuerza física para dirimir sus diferencias políticas con las legisladoras de la oposición, de lo contrario estaríamos ante un escándalo de niveles mayores.
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