Juárez está cambiando. En medio de sus contrastes, del polvo y las avenidas eternamente en obra, ha surgido un movimiento que, aunque comenzó como una campaña de denuncia, hoy se ha transformado en una declaración de amor colectivo: El Cochino de la Semana.
Más que exhibir a quienes ensucian, esta iniciativa de la Dirección de Limpia busca encender una conciencia de pertenencia. “Tenemos que sentirnos dueños de nuestra ciudad. Juárez es de todos los juarenses, hayan nacido donde hayan nacido”, dice Gibran Solís, director general de Limpia.
“Si aprendemos a cuidarla, a presumirla, a protegerla, vamos a cambiarla de raíz”.
La esperanza, aquí, no se predica: se barre, se denuncia, se limpia.

Una plataforma sencilla, un cambio profundo
Desde su arranque en 2021, durante la primera administración de Cruz Pérez Cuéllar, El Cochino de la Semana se ha convertido en una herramienta ciudadana que cualquiera puede usar para reportar a quienes tiran basura, escombro o desechos en la vía pública.
A través de la página juarez.gob.mx, redes oficiales o mediante escritos formales, los juarenses pueden enviar fotos y ubicaciones. “Pedimos que se identifiquen de manera clara las placas del vehículo o el perfil de la persona involucrada, para actuar conforme a derecho”, explica Solís.
La plataforma recibe denuncias anónimas y canaliza los reportes al área de Inspección y Vigilancia, que opera con nueve inspectores activos. Cada queja puede derivar en sanciones de hasta 60 mil pesos o incluso arresto administrativo en casos flagrantes.
“Con una foto, una imagen y la ubicación, es todo lo que necesitamos. Tenemos 39 hipótesis de infracciones en el reglamento de Aseo y Regeneración Urbana; simplificando: cualquier manejo indebido de residuos es sancionable”, puntualiza el funcionario.

La ciudad antes y después
Cuando Solís asumió la dirección de Limpia en 2021, Juárez enfrentaba lo que él mismo define como “un basurero gigante”: terrenos baldíos saturados de desechos, diques usados como tiraderos clandestinos y camellones convertidos en depósitos de escombro.
Hoy, tras cuatro años de trabajo constante, la transformación es visible.
Cada semana se reciben entre 30 y 35 solicitudes ciudadanas de limpieza o atención, de las cuales 5 a 7 derivan en infracciones formales. Las sanciones más comunes ascienden a 11 mil 384 pesos por tirar escombro o basura en la vía pública, aunque las más severas —por abandono de predios o construcciones ruinosas— alcanzan las 500 UMAS, equivalentes a 56 mil 900 pesos.
“Estamos aplicando entre 8 y 10 multas por semana”, detalla Solís. “Pero lo más importante no son las sanciones, sino el cambio cultural: que la gente sepa que Juárez ya no tolera ser ese basurero gigante en el que algunos la convirtieron”.
Los que no entienden con amor, entienden con multa
El mensaje es claro: quien ensucia, paga. Las imágenes que llegan al portal municipal retratan desde trocas que por cien o doscientos pesos levantan escombro y lo arrojan en diques, hasta empresas que transportan arena o residuos mal amarrados y van sembrando basura en el camino.
Dos casos han derivado incluso en arrestos por delitos flagrantes: uno en la Plaza Juan Gabriel y otro más reciente, por arrojar aceite quemado en la vía pública.
“Hay infracciones que se castigan con multas y otras que llegan al terreno penal”, explica Gibran. “Pero lo que realmente queremos es que la ciudadanía entienda que tirar basura no es un acto menor: es un daño a la ciudad, a su imagen, a su dignidad”.

Terrenos baldíos: la otra cara del problema
Los baldíos y construcciones en ruinas son otro foco rojo.
Ahí, Limpia aplica procedimientos administrativos más complejos: primero visita el predio, emite una medida de seguridad para que el propietario lo limpie y, si no lo hace en 15 días hábiles, el Municipio interviene y cobra la limpieza a razón de 10 UMAS (227.00) por metro cuadrado o tonelada.
“Por eso decimos que somos la empresa de limpieza más cara de Juárez”, bromea Solís. “Porque cuando el Municipio limpia en lugar del ciudadano, implica desviar maquinaria, personal y combustible que deberían estar al servicio público. Y eso se cobra. La solución es sencilla: hazlo tú antes de que lleguemos”.
Uno de los puntos más problemáticos, dice, es la avenida Francisco Villarreal Torres, donde se acumulan toneladas de escombro y basura cada mes. “Queremos que los propietarios de esos predios entiendan que también tienen una responsabilidad con la ciudad”, insiste.
Juárez es de todos
La reflexión de Gibran Solís va más allá de las cifras.
“A cuatro años de tomar esta responsabilidad, me doy cuenta de que seguimos siendo descuidados. No hemos sabido apoderarnos del derecho de sentirnos juarenses”, afirma.
“Juárez es de los juarenses. Hay quienes dicen que la ciudad está así porque muchos no nacieron aquí. Pero si aplicáramos esa lógica, más de la mitad seríamos extranjeros en esta hermosa tierra”, dice.
Esa idea de apropiación, añade, es el primer paso para el cambio.
“Así como nos sentimos orgullosos de nuestro carro, nuestra casa o nuestro teléfono, debemos sentirnos igual de orgullosos de nuestra ciudad. Ese sentido de pertenencia es el que transforma las conductas diarias: limpiar, barrer, cuidar, denunciar, proteger”.
En muchas colonias —asegura— ya se nota.
“De cien casas, cuatro o cinco familias barren el parque, riegan los árboles, corren a los borrachos o cuidan a los niños. Y en vez de criticarlos, deberíamos imitarlos. Ellos son los verdaderos dueños de Juárez”.
La maquila, un espejo que enseña
Solís recuerda que más de 360 mil juarenses trabajan en la industria maquiladora, donde el orden y la limpieza son parte de la rutina.
“Ahí todo es mejora continua, cuidado ambiental, limpieza. Si uno llega a una planta, lo primero que nota es el orden. Si no cumples los procedimientos, simplemente no entras. Ese principio deberíamos aplicarlo también a nuestros espacios públicos”, reflexiona.
Por eso insiste en que cada trabajador puede ser también un agente de cambio:
“Si en tu trabajo eres jefe o responsable de un área, intenta replicar eso en tu colonia, en tu parque, en tu casa. Mantén limpio tu frente, maneja bien tu basura, no arrojes nada por la ventana del camión o del coche. Y si ves a alguien que no lo hace bien, denúncialo”.

La limpieza como dignidad
El Cochino de la Semana es, en el fondo, una lección de civismo que se volvió contagiosa.
Ha mostrado a los juarenses que mantener limpia la ciudad no es solo una obligación, sino un acto de respeto propio, una muestra de dignidad.
“Lo más importante para el presidente y para todos los que formamos parte de su equipo es que cada juarense esté seguro, tranquilo y orgulloso de su ciudad”, dice Solís. “Pero eso solo se logra con la suma de esfuerzos. Cada uno puede poner un granito de arena”.
Y cierra con una frase que resume el espíritu de esta cruzada:
“La limpieza no es estética: es esperanza. Cada bolsa levantada, cada baldío recuperado, cada denuncia atendida, es una victoria contra la indiferencia. Juárez puede ser una ciudad limpia, porque Juárez también es una ciudad que ama”.