Sin importar si es de día o de noche, llueva, haga viento o esté el cielo despejado, ellos salen a dominar las calles. Se reúnen sin mayor temor en plazas comerciales, así como en algunas de las vialidades principales, como la avenida Francisco Villarreal Torres, el bulevar Juan Pablo II o el Camino Real.
Presumen la potencia de sus máquinas, y no solo lo hacen enseñando sus despampanantes vehículos de colores llamativos, sino que también realizan maniobras arriesgadas, como el derrapar y “quemar llanta”, y prueban la velocidad de sus “bestias” compitiendo mano a mano.
Hombres, mujeres y hasta niños presencian estas “hazañas” sin mayor miedo al peligro. Mientras los vehículos alcanzan velocidades extremas en pocos segundos, ellos quedan admirados y graban videos para redes sociales, en los que pueden presumir abiertamente cómo es que derrotan momentáneamente a la muerte.
Aunque en repetidas ocasiones se topan con patrullas de la Policía Municipal o la Coordinación de Seguridad Vial, según lo compartido en redes sociales, sus actividades no cesan.
Y es que los “arrancones”, más que ser un simple evento deportivo, se han convertido en una cultura, en la que se forman “equipos” para competir y eventualmente organizan reuniones en las que los invitados principales son la velocidad y el peligro.
La tragedia ronda por las calles
Según lo reportado en medios locales, la noche del pasado domingo 18 de febrero, Bryan Aarón, de 9 años, y su abuelo, estaban caminando por las calles Batalla de Tierra Blanca y Antonio Rábago, de la colonia Kilómetro 29.
En ese mismo lugar, conductores imprudentes realizaban arrancones sin la supervisión de ninguna autoridad, cuando una camioneta Dodge Ram, que circulaba a altas velocidades, le arrebató la vida a Brayan Aarón y lesionó de gravedad a su abuelo.
Según testimonios de la familia y de vecinos del lugar, ahí se reunían varias personas a realizar arrancones periódicamente, solamente que aquella noche, cuando se asomaron a ver por qué los motores habían dejado de sonar, únicamente pudieron ver los cuerpos tendidos del pequeño y del señor en el piso.
Para el excomandante de Tránsito Lázaro Padilla, esta es una consecuencia común de este tipo de eventos ilegales. Señaló que, aunque para la gente parezca divertido realizar estas competencias callejeras, no se tienen en cuenta los daños que se pueden causar al mobiliario público, en el mejor de los casos, así como en su bienestar personal o en el coste de vidas humanas que podría representar esta clase de acciones.
Destacó que la velocidad, especialmente en los menores de edad, genera una sensación de adrenalina y vértigo que pareciera ser irresistible y lleva a los conductores a cometer actos imprudentes que, en gran parte de los casos, terminan en tragedia.
La vocera de la coordinación de Seguridad Vial, Arlin Vargas, dijo que la corporación está al tanto de este tipo de eventos, por lo que cada domingo realizan operativos en los puntos críticos donde han detectado mayor presencia de estas reuniones, como los centros comerciales de Las Torres y Plaza Sendero, así como el área de El Chamizal.
Hasta el momento, la vocera dio a conocer, con corte al 20 de febrero, que se tenían contabilizados 48 vehículos que habían sido confiscados por participar en carreras clandestinas. Además, no habían contabilizado ninguna muerte y ningún lesionado hasta el momento.
Puntualizó en que como tal, no existe ningún delito “por jugar arrancones”, sino que los datos recabados de este tipo de eventos únicamente los contabilizan de los operativos en los distintos puntos de la ciudad.
A quienes participan en estos eventos, se les decomisan los vehículos y se les imponen distintas multas que van, desde el manejar un automóvil sin licencia de conducir, hasta malas prácticas al volante y alterar el orden público.
Por lo anterior, casos como el de Bryan Aarón no entran dentro de la lista negra de las víctimas de los arrancones. Aunque su caso no quedó impune debido a que se mencionó que el conductor de la camioneta responsable, así como un menor de edad, fueron detenidos por la muerte del pequeño.
¿Cómo cambiar la cultura de la velocidad?
Gabriel García, miembro del colectivo Peatones Unidos, enfatizó en que la ciudad está inmersa dentro de lo que llamó como “cultura de la velocidad”.
Con la frase “infraestructura es cultura”, detalló que la ciudad, desde su planeación, está diseñada como un espacio en el que lo más importante de la movilidad es llegar lo más pronto posible de un punto al otro.
Por lo anterior, es que a los conductores juarenses les genera cierta “fascinación” el manejar a altas velocidades, situación que queda demostrada con el surgimiento de grupos dedicados a las carreras callejeras.
Mencionó que quienes son los más afectados de la forma en que está diseñada la ciudad, son los peatones. No solo porque hay pocos espacios para quienes deseen moverse por un medio de transporte alternativo al automóvil, sino que quienes lo hacen suelen hacerlo en condiciones muy difíciles, casi siempre con un estado deplorable en las banquetas o sin sombras o algo que los motive a utilizar un medio diferente al automóvil.
El tema es muy complejo y necesita un esfuerzo por parte de autoridades y sociedad civil para realizar un cambio en favor de la movilidad de las personas.
Sin embargo, García cita estudios académicos en los que ha quedado demostrado que acciones tan sencillas, como el colocar vegetación en las avenidas principales, puede reducir de manera significativa la velocidad que manejan los conductores por las calles.