Karina “La Bella” Fernández y su historia en el ring de la vida

Hace 11 años, Karina Fernández estaba frente al espejo y no reconoció su rostro. Llena de moretones y ensangrentada, su cara aún de adolescente se desfiguró por la hinchazón de los golpes propinados por quien entonces era su pareja sentimental.

No era la primera vez que eso ocurría, pero Karina dijo en aquella ocasión ‘no va más’.

Anorexia, bulimia, la violencia arriba descrita de una pareja sentimental que en varias ocasiones casi la mató a golpes; ansiedad, depresión, fueron parte de los difíciles rounds que tuvo que enfrentar.

¿Cuántas caídas en la vida tiene que sufrir una persona antes de alcanzar el éxito?

En el gimnasio Knock Out, en la avenida López Mateos, donde entrena regularmente, Karina “La Bella” Fernández platica con parte de su equipo. Su rostro se refleja entre los espejos que a lo largo del espacio conforman el sitio de entrenamiento.

Bella universal

Tras 27 peleas profesionales, hace unos días, el pasado 4 de diciembre, logró el campeonato mundial en la categoría peso Gallo. Al vencer por decisión unánime a Jaqueline “Fiera” Mucio, La Bella se convirtió en la monarca de la World Professional Boxing Federation (WPBF).

Con 11 años de experiencia profesional en el cuadrilátero, Karina inició su entrenamiento a los 19 años. Pero hace poco más de una década no tenía originalmente la intención de ser boxeadora profesional, y mucho menos llegar a campeona.

Su historia de vida la llevó a tomar el deporte de los puños como una disciplina para encontrar balance físico, espiritual y mental.

Después de vivir el horror por tres años en una relación fallida de pareja que casi le cuesta la vida, hoy levanta la mano, victoriosa.

Visitantes que llegan al gimnasio la abrazan y felicitan por su logro. Su voz se escucha dulce, casi adolescente aún a sus 30s y contrasta con la historia de violencia que ha tenido que experimentar antes de llegar a la cima.

“Estuvo a punto de matarme”, comentó al inicio de la charla, refiriéndose al padre de su hijo, cuando sostuvieron una relación y ella era apenas una adolescente.

Una adolescencia complicada

Karina Fernández siempre ha contado con el apoyo de su familia; sin embargo, cuando era una adolescente padeció de problemas de bulimia y anorexia.

Después, al llegar a sus 16, sostuvo un noviazgo que un año después resultó en embarazo; a los 18 años nació su hijo y a los 19, decidió terminar la relación.

La historia parece sencilla de contar, pero requiere de mucho valor, eso lo sabe Karina.

No se considera un ejemplo, pero sí una voz para alertar a las mujeres que, como ella, han sufrido de la violencia de pareja.

“Es hasta donde ellas quieran aguantarlo, a mí… yo aguanté tres años. Yo me acuerdo que la última vez me vi en un espejo, me vi totalmente desfigurada de mi cara… esto yo no lo quiero para mí, es algo que yo no quiero”, mencionó.

Karina recuerda esos años cuando quedó casi muerta en más de una ocasión. Una de ellas cuando fue lanzada de un techo de una vivienda.

Otras agresiones ocurrieron ya viviendo separada, cuando el que era su pareja, solo llegaba a casa a golpearla.

“Hace algunos años, cuando hizo mucho frío, esa vez estuvo a punto de matarme, también en un baldío, pero pasó la Policía y eso me salvó”, recordó.

Después de años de abuso, finalmente Fernández se separó del padre de su hijo; tras vivir un tiempo sumida en la ansiedad y depresión, decidió seguir el ejemplo de sus hermanos y comenzó a entrenar box.

El box llega a su vida

“Y comencé a entrenar, pero yo lo hacía por hobby, mi intención nunca era haber sido campeona del mundo; ni siquiera mi sueño era ser peleadora profesional, pero la vida te va poniendo en el camino donde debes de estar”, menciona Karina mientras entrelaza sus manos.

Para ese entonces, sus hermanos, entre ellos la boxeadora profesional Diana “La Bonita” Fernández, ya entrenaban, y fueron quienes la alentaron a tomar esa disciplina deportiva en su vida.

“Decidí meterme al gimnasio y fue cuando empecé a entrenar box. Pero no era para yo ser boxeadora ni mucho menos. Era como para salir de la rutina fea que traía”, mencionó.

Tras llevar siete peleas en el ámbito amateur, ya nadie quería enfrentarla; esta situación la atribuyó a que las otras pugilistas se negaban porque sabían que era hermana de La Bonita.

Fue entonces cuando decidió incursionar en el box profesional. Sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas y en su debut, el 28 de febrero de 2014, perdió. “Dije, es que no sirvo para esto y dejé de entrenar como un mes”, recordó.

Volver a empezar

Después de reflexionar sobre su futuro, Karina decidió dejar la carrera profesional y seguir entrenando solamente.

Sin embargo, cuando le ofrecieron una segunda pelea decidió probarse nuevamente, aunque en esa ocasión fue su entrenador quien “la envió a la lona”.

“Mi entrenador me dijo que no, que él no me podía poner atención, porque la única que importaba era mi hermana”, expresó.

Tras esas palabras, salió del gimnasio dispuesta a no volver y aún con lagrimas en los ojos, fue Felipe de la Torre quien le ofreció entrenarla.

Después de trabajar un mes y medio, llegó la segunda pelea, que ganó por knock out en el tercer round.

“Ahí me di cuenta que tenia que correr más, entrenar mas, alcanzar a todos los que tenían ya años entrenando; yo sabía que para poderlas alcanzar en su nivel tenia que esforzarme el doble y fue lo que hice”, comentó.

Comienzan las verdaderas peleas

Para alcanzar el nivel ideal en su carrera pugilística, La Bella tuvo que sacrificar horas junto a su hijo, modificar su dieta y su manera de ejercitarse.

Fueron meses de constante entrenamiento y sacrificio. Semanas de incertidumbre laboral y de empeño para alcanzar un mejor nivel.

“Yo pesaba 65 kilos, entonces fui bajando de categoría cuando me di cuenta ya estaba peleando en supermosca, en 52 kilos. Fue bien difícil poderlo hacer porque muchas de las veces, me quedaba sin trabajo”, dijo.

Karina, para mantener a su hijo en aquellos años, trabajaba como mesera turnos dobles durante los fines de semana; pero tenía que renunciar o era despedida al no conseguir permisos para salir a pelear o entrenar fuera de la ciudad.

“Ya se había vuelto parte de mi vida el boxeo, ya era o es, donde yo me siento bien, me siento a gusto, me siento feliz”, manifestó.

Cuando su hijo tenía 9 años de edad decidió no vivir más fuera de él y renunció a los entrenamientos fuera de la ciudad, para regresar a casa.

De la mano del entrenador Felipe de la Torre, sin embargo, por cuestiones empresariales, le fue retenida un año la licencia para pelear a nivel profesional.

Durante su carrera, La Bella ha enfrentado a boxeadoras como Yamileth Mercado, Lourdes Juárez y Jackie Nava; pugilistas con las que perdió, pero le dieron gran experiencia antes de alcanzar el campeonato que hoy ostenta.

Ser feliz, la mejor de todas las victorias

Contar con su familia presente en la noche que se coronó campeona, significó la consolidación de un ciclo para Karina Fernández.

Ella creía que sería La Bonita, su hermana, la primera en traer un título mundial de box femenino a esta ciudad. Sin embargo, el destino decidió que fuera ella quien lograra alcanzar esta gloria.

“Yo no quiero ser ejemplo para nadie, pero sí creo que la gente vea que se puede salir de cero. He empezado de cero muchas veces, muchas veces he caído y muchas veces me he levantado. Sigo de pie”, mencionó.

Han pasado muchos años después de vivir el infierno en pareja, de luchar contra sus propios problemas de mala alimentación, de inseguridades y miedos, de entender que podía volver a creer en sí misma como una mujer y de coronarse campeona, como La Bella.

“Yo a veces sentía que era la única que estaba pasando por eso. Cuando tú ves que alguien pasa por lo mismo y que sale adelante, como que agarras el valor para poder hacerlo también tú”, agregó.

Bienvenidas las nuevas batallas

Karina aún no sabe si buscará otro título el año próximo, si estas batallas llegan serán bienvenidas; sabe que existen muchas pugilistas que ostentan campeonatos en su categoría y el reto no le desagrada.

Sin embargo, en el futuro, piensa retirarse del box profesional antes de llegar a los 40 años de edad. Aún así, afirmó que continuará entrenando, porque el pugilismo es una disciplina física y mental que le cambió su vida para bien.

“Yo estoy feliz a pesar de las cosas difíciles que me han pasado, porque antes de como estoy ahorita en ese momento, se sufrió, y se sufrió bastante”, apuntó.

Después de las experiencias vividas, de las lágrimas, de la sangre en el rostro, de sanar los golpes en cuerpo y alma, Karina ve hoy hacía el futuro, disfrutando el presente.

“En esta vida vienes a ser feliz, una persona no te va a dar la felicidad, tienes que encontrar como que tu balance para que la felicidad te la des tú mismo. ¿Qué consejo puedo darte? Que te valores, que te quieras, que aprendas a quererte o que busques cómo hacer para que tú te quieras”, puntualizó.