Cuando Popoola Babatunde Oluwayimika llegó hace tres años a esta frontera, Ciudad Juárez, aún estaba considerada entre las 10 ciudades más violentas del mundo.
Después de residir en 17 países, principalmente en Europa, algo pasó en la vida de este originario de Nigeria, de 33 años de edad, que dio un giro a su vida y decidió detener su vida nómada. Él mismo lo define en tres palabras: “Amo a Juárez”.
Actualmente Babatunde Oluwayimika estudia un posgrado en Planificación y Desarrollo Urbano en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde el acogimiento fue inmejorable, según señaló.
“Nunca pensé en venir a Ciudad Juárez, yo vivía en Finlandia y estaba una colega mexicana, antes viví en varios países y me decían ‘has estado en muchos países, pero nunca en México’, y ella me decía ‘necesitas ir allá’”, recordó.
Fue tal la insistencia de su amiga que Popoola visitó México, un mes de vacaciones, sin embargo, después de estar en la capital del país viajó a Juárez, donde su vida cobró un giro insospechado.
“Cuando conocí este país todo cambió, decidí quedarme aquí en Juárez, porque la gente es totalmente diferente a lo que había visto a través en los medios de comunicación del extranjero. Cuando oyes hablar de Juárez, especialmente, ponen gente disparando, homicidios, lo que se escribía sobre la violencia y, bueno, aun y cuando en efecto existe el crimen, no es lo que te ponían en los medios, es una experiencia muy diferente”, aseguró.
Habitante del mundo
Como habitante del mundo, Popoola ha residido en lugares como Dubai, Alemania, Polonia, Suecia, Malasia, Tanzania, Ghana, Estados Unidos y Finlandia, donde se ha encontrado con un alto desarrollo en materia de infraestructura urbana, lo cual no ocurre en Juárez, pero aquí hay una pieza clave de la que carece el viejo continente: su gente.
“En Europa tenemos la infraestructura, pero la gente es totalmente diferente, la gente aquí en Juárez es muy acogedora, amigable, todos me dicen ‘ven a mi casa, hagamos una carne asada, te invito un burrito’ y cosas así, en Europa ni siquiera mi vecino me dirige la mirada, mucho menos me va a preguntar nada, pero aquí en Juárez son tan amigables, no tenemos infraestructura, correcto, pero tenemos gente amorosa y eso construye una gran diferencia”, agregó.
Babatunde Oluwayimika estará en Juárez al menos durante los próximos dos años, tiempo en el que continuará sus estudios en la UACJ.
Aún no se ha puesto a pensar si decidirá regresar a Finlandia, a Nigeria, a otra parte del mundo o simplemente establecerse en Juárez.
“No sé si me estableceré aquí o en la Ciudad de México o en otro lado, es algo que mi mente aún no visualiza. Lo que sé es que estaré al menos los dos próximos años aquí en Juárez; es que amo la carne asada, los burritos y los tacos, ¡el chicharrón!”, aseguró sonriente.
El lado bueno de Juárez
Juárez también tiene un lado bueno y es más grande, dice en tono serio el nigeriano, quien llegó a esta frontera aún en contra de la voluntad de su familia.
“Llegué a Juárez cuando la violencia iba disminuyendo, me tocó saber de algunos asesinatos, pero nada de lo que se mostró en el mundo”, dijo.
Incluso hoy en día cuando llama a su madre y le dice que sigue en Juárez, o que habla con sus primos que viven en Estados Unidos, le piden que se vaya a otro lado del mundo.
“Me dicen ‘¡Deja Juárez! ¿Si podías irte a cualquier país, por qué elegiste México, y por qué de México a Juárez? ¡Es muy peligroso!’. La gente de fuera sigue creyendo que aquí es muy peligroso, cuando mi padre se enteró de que venía a México se molestó, pero cuando supo que venía a Juárez me ordenó regresarme”, recordó.
“Es que, la imagen que tienen los de fuera de Juárez es únicamente sobre drogas, cárteles, homicidios, secuestros, pero están equivocados, nadie les habla del lado bueno, solo tienen la mitad de la historia, pero puedo asegurarles que es algo totalmente diferente, yo amo a Juárez,”, agregó.
Echando raíces en la ciudad amada
Popoola hace casi 10 años que no viaja a Nigeria, es casi una década en la que no ha visto a sus padres y aun cuando en El Paso hay unos primos que residen, él prefiere vivir en Juárez, tierra de la que si el destino le hiciera partir, volvería irremediablemente, ya que existe una gran causa para siempre regresar: su hija Dara, de 11 meses de edad.
“Yo ya no puedo pensar en irme definitivamente, tengo a mi hija, y aún si tuviera que salir de aquí por cuestiones de trabajo siempre estaría volviendo”, expresó.
Y es que no solo es su niña, los estudios y la comida, es el respeto que tiene la gente hacia los que vienen de fuera.
“Viví la mayor parte de mi vida en Europa y es totalmente diferente, sigue habiendo discriminación, ser negro es como un crimen en algunas partes de Europa, ser negro en México es algo bueno, siento que me tratan bien, quieren ser mis amigos, me tiene impresionado, en Europa no quieren hablar contigo por tu color de piel”, mencionó.
Es tal el cariño recibido que Popoola ya está planeando iniciar su proceso de naturalización como mexicano, ya que quiere ser juarense y luchar, como todos, por sacar adelante esta tierra.
“Aquí a nadie le importa aquí mi color, solo quieren tratarme bien y es algo en lo que me hace pensar en quedarme permanentemente, si tengo al terminar mi escuela un buen trabajo, no tengo razones para irme porque este cariño no se encuentra en otra parte del mundo”, puntualizó.
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