Jaime Armendáriz / Contexto | 23 septiembre, 2025
Bastan solo unos segundos en un crucero de cuatro altos, sobre la avenida Valentín Fuentes, para que las personas que transitan por ahí perciban un olor fétido que se extiende por el sector.
Aunque la pestilencia “te pega” en distintos puntos de la ciudad —sobre todo al circular o caminar cerca de las alcantarillas—, el problema también se cuela por las tuberías hasta el interior de las casas, principalmente en épocas de calor y lluvia.
“Apenas empiezan a llegar los calores y se sienten los olores fétidos. Se apestan las casas… es un problema”, comenta Sonia Campos, vecina del fraccionamiento Arecco, ubicado a unos metros de la avenida Ejército Nacional, quien ha expuesto la problemática a las autoridades.
“Aquí es una zona de muchos adultos mayores. Tenemos gripes, tos, la respiración más lenta… y se nos agrava que haya este tipo de olores, porque llegan a provocar náuseas. Al final de cuentas, es contaminación que llega hasta dentro de nuestras casas”, afirma la mujer, de casi 70 años, que vive en ese sector donde, desde ciertas coladeras, se propaga un olor a huevo podrido, agua estancada o materia orgánica en descomposición.
La pestilencia que se extiende por la ciudad se debe al mal estado de la red de drenaje y a que muchos de los colectores han alcanzado su vida útil, explica Sergio Nevárez Rodríguez, director ejecutivo de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) de Juárez, organismo descentralizado del Gobierno estatal de Chihuahua.
“El drenaje, por su naturaleza, apesta. Cuando huele mal es porque está brotando, porque la red está atrapada o ya colapsada. Y se tiene que hacer un cambio de tubos, pero es imposible cambiarlo todo porque no hay dinero que alcance”, dice.
De acuerdo con datos de la JMAS, de los 5 mil 700 kilómetros de tubería que recorren la ciudad como parte de la red de drenaje y alcantarillado, al menos 200 kilómetros están totalmente colapsados.
El resto de esta infraestructura —cuya función es la recolección y eliminación de aguas residuales y pluviales— no tardará en llegar a la misma situación debido al mal estado que presenta y a que está por cumplir con su vida útil.
Además de esas condiciones, el doctor Jorge Salas Plata, investigador ambiental y docente de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), considera que existen otros factores que han deteriorado la red, como el crecimiento desmedido de la ciudad y la falta de voluntad política de los Gobiernos para atender de fondo esta infraestructura subterránea.
Un riesgo recorre el subsuelo
Mientras la vida útil del alcantarillado llegó a su tope, cada vez se incorporan más zonas residenciales y comerciales, lo que compromete aún más todo el sistema y lo lleva al colapso, señala el investigador universitario del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental.
La red de drenaje y alcantarillado alcanza al 92 por ciento de la mancha urbana, de acuerdo con datos de la JMAS. Son 5 mil 700 kilómetros de tubería sanitaria subterránea que no están en condiciones óptimas, por lo que se requiere su renovación.
A esa infraestructura se conectan unos 500 mil usuarios —entre viviendas, comercios e industrias— que descargan sus desechos y aguas residuales, a las que se suman las aguas pluviales en época de lluvia, según el Plan de Desarrollo Urbano de Juárez.
Névarez Rodríguez explica que, si bien la cobertura del servicio de drenaje se ha extendido, no toda la red de tuberías y colectores está en condiciones óptimas, y se necesitarían como mínimo 20 mil millones de pesos para reemplazarla por completo, algo casi imposible por ahora.
Además de la pestilencia, la mala condición de la red provoca otras problemáticas para quienes viven en esta frontera: hundimientos en varias vialidades debido a la ruptura de las líneas, y el brote frecuente de aguas negras hacia la superficie, como ocurre principalmente en el norponiente de la ciudad.
En un proyecto presentado por la JMAS al Banco de Desarrollo de América del Norte, se detalló que el sistema de alcantarillado local excedió su vida útil, estimada en al menos 40 años, y presenta signos claros de deterioro.
“Debido a las condiciones topográficas del área, el sistema de alcantarillado recibe una cantidad considerable de sedimentos, basura y escombros. Además, la infiltración y el influjo de aguas pluviales a velocidades rápidas a menudo obstruyen y rompen la tubería dentro del sistema”, señala la propuesta de 2022, con la cual se obtuvieron cerca de 500 millones de pesos para sustituir 18 kilómetros de tubería y reparar cinco colectores, incluido el Norzagaray, cuya primera etapa concluyó a finales de mayo.
Pese a esos esfuerzos, el deterioro continúa y no hay inversión inmediata que pueda repararlo, adelanta en entrevista el director ejecutivo de la JMAS.
Millones se escurren por el drenaje
La avenida Valentín Fuentes es una de las zonas consideradas “foco rojo” para la JMAS debido a la condición de los colectores, y es donde planean sustituir tubería de la red. En ese sector se han registrado hundimientos cada vez que colapsa la línea subterránea, principalmente en época de lluvias.
Sergio Nevárez adelantó que serán necesarios alrededor de 800 millones de pesos para atender esos “focos rojos”, entre ellos la avenida Valentín Fuentes.
Se trata de 200 kilómetros de red en mal estado y colectores que deben ser sustituidos y reparados de inmediato.
Entre ellos están el colector Sur, que conecta con el colector Oriente y da servicio a la zona suroriente de la ciudad; el colector Nadadores, segunda etapa de los trabajos realizados en el Norzagaray, con unos 2 kilómetros de nueva tubería; el colector Juan Pablo II, desde la Calzada del Río hasta el fraccionamiento Toreos; y finalmente, el colector Candelaria.
“Estas obras son urgentes. Funcionan actualmente, pero están colapsadas”, afirmó el funcionario estatal.
Estas inversiones se suman a los cientos de millones erogados por varios Gobiernos en años recientes. Según datos oficiales, en cinco años se han invertido al menos 4 mil millones de pesos en obras de infraestructura de agua y drenaje en esta frontera.
Para 2025, la JMAS contempla un presupuesto superior a mil 100 millones de pesos, de los cuales el 40 por ciento se destina al mantenimiento del drenaje, otro 40 por ciento al agua potable y el 20 por ciento restante, a la línea morada.
Llantas, baura, cadáveres… y crecimiento desmedido
Aunque la JMAS cuenta con normatividad para regular los depósitos de desechos —por ejemplo, en hospitales y negocios de comida—, muchos de estos se vierten sin control.
Nevárez Rodríguez relata que, en los tres años que lleva al frente de la dependencia, han encontrado en la red de drenaje muebles, perros muertos, llantas e incluso cadáveres.
Durante 2024, la descentralizada recaudó 24 millones de pesos en multas por este concepto, con restaurantes y talleres mecánicos como principales reincidentes, según datos de su Departamento de Normatividad.
A esto se suma que, en temporada de lluvias, se abren tapas de alcantarillado para evitar inundaciones, lo que permite la entrada de basura que también colapsa las tuberías.
“El drenaje pluvial es responsabilidad del Municipio. Yo estoy obligado a atender el drenaje sanitario, así que usarlo para las lluvias no es lo correcto”, enfatiza el funcionario
Además de lo viejo de la red, al autorizar la expansión urbana no se toma en cuenta la capacidad para proporcionar el servicio en esos nuevos sectores.
“Se pudo haber tenido ya una red de drenaje muy buena, pero no se puede planear si la ciudad sigue creciendo de forma desmedida, porque los cálculos iniciales para dar el servicio se ven alterados”, advierte Salas Plata.
Ese crecimiento es más evidente en la zona suroriente, donde, además del drenaje, faltan otros servicios básicos.
“Es un problema de relación de clases: cuando llega una nueva planta maquiladora, ahí sí las autoridades ponen todo… pero para la población no es lo mismo”, critica el investigador.
El desdén a las posibles soluciones
En la carrera de Ingeniería Civil de la UACJ se han desarrollado múltiples proyectos que proponen soluciones a problemas de inundaciones, drenaje pluvial y sanitario, pero nunca han sido considerados por las autoridades.
“Tenemos un problema estructural grave y los Gobiernos podrían empezar a resolver la inundación de cruceros, por ejemplo, con estudios que ya tiene la Universidad. No partirían de cero”, sostiene Salas Plata.
Uno de los recientes egresados diseñó una propuesta para resolver las inundaciones en el crucero de la avenida Ramón Rayón y Miguel de la Madrid. Incluye un estudio hidrológico, análisis topográfico y el diseño de un pozo de absorción pluvial alimentado por una boca de tormenta.
El proyecto calcula volúmenes de escurrimiento, simula infiltración y evalúa tiempos de vaciado, con base en un evento de precipitación con periodo de retorno de 25 años. También incorpora recomendaciones constructivas para asegurar su efectividad y durabilidad.
“Es tan sencillo como que la Presidencia Municipal o los Gobiernos se acerquen a la academia y accedan a estos estudios. Pero hay falta de voluntad política”, concluye el investigador.
