Dicen que las primeras impresiones siempre son importantes. El primer contacto que se tiene con alguien, o con algo, puede influir de manera profunda en la relación de confianza que se genera en un futuro, por lo que una imagen positiva o negativa, lo cambia todo.
El caso de las ciudades no es la excepción. Siempre es importante que los visitantes vean imágenes agradables que les indiquen que han llegado a un lugar seguro, limpio, cómodo, que los recibe con los brazos abiertos. Sin embargo, parece que Ciudad Juárez ha fallado en ese punto.
Fotos: Christian Torres
Muestra de ello, es la glorieta que se encuentra en el cruce del eje vial Juan Gabriel y la carretera a Casas Grandes, una de las vías de acceso principales a la ciudad, por la que pasan miles de vehículos por hora, y que brinda una imagen hostil a quienes llegan por el surponiente de la ciudad.
Esta frontera nunca se ha destacado por la belleza de sus calles y sus rincones, además, el tener multiples entradas de acceso por los cuatro puntos cardinales, y ser vista históricamente como un lugar “de paso”, no por nada se llamó Paso del Norte, tampoco ayuda mucho a que se espere una gran imagen al entrar a esta ciudad.
Chatarra, polvo, basura y olvido
Sin embargo, hasta para tener bajas expectativas, el panorama es desolador. Al llegar a la concurrida rotonda ubicada en el bulevar Oscar Flores, los automovilistas observan un suelo árido y desértico. Es una zona en la que predominan baldíos en su mayoría llenos de basura, yonkes y calles de terracería que propician que, con el más mínimo viento, montones de tierra salgan disparados hacia el cielo.
En el centro de la rotonda, en la que cientos de camiones de carga y transporte de personal, carros y camionetas llenas de materiales, van de un lado a otro de la ciudad, hay un memorial a uno de los caudillos revolucionarios más importantes de la historia, Toribio Ortega.
Por las condiciones de abandono en las que se encuentra la estatua que honra la memoria del héroe nacional, llena de basura, con partes de un muro de concreto hecho trizas, autopartes regadas a lo largo del espacio y rastros de impactos de vehículon en una de las torres de vigilancia del programa Juárez Vigilante, pareciera que se tratara de uno de los personajes más ruines y malvados de la historia mexicana y no del “general más leal de la División del Norte”.
La mirada del general Ortega, dirigida hacia el norte de la ciudad, indicando a los visitantes hacia dónde tienen que ir, guía hacia un camino desolador, como el de aquellas plantas desérticas que en algún momento honraron su memoria y que ahora lucen muertas, secas, totalmente abandonadas.
Ni para reparar los daños
Según medios de comunicación locales, el pasado 1 de diciembre, durante la madrugada, un hombre contribuyó al destrozo de la glorieta dedicada a Toribio Ortega y volcó su vehículo en la plaza donde está el monumento, mientras manejaba a exceso de velocidad.
La mayoría de los daños fueron materiales y no hubo personas lesionadas, pero sí dejó una estela de escombro que únicamente fueron acomodados estratégicamente para dar una imagen medianamente simétrica a los guiadores que circulan por ese lugar.
No obstante, los daños del pasado fin de semana no son los únicos que no se han atendido por la dirección de Obras Públicas del Gobierno Municipal, que mientras deja a su suerte la entrada del poniente, invierte poco más de 50 millones de pesos en la remodelación de la entrada sur, que conecta con Ahumada y Chihuahua.
Las obras de esta otra entrada de la ciudad, no solo han consistido en la reparación de calles y camellones, sino también hasta en la construcción de una estatua conocida como La Duna, hecha para “embellecer la imagen de la ciudad”.
Mientras a una de las entradas de la ciudad se le invierten cantidades millonarias de dinero, y la glorieta del eje vial Juan Gabriel y la carretera Casas Grandes permanezca sin recibir al menos las reparaciones básicas para contener el deterioro, seguirá formando parte de esta Juárez Abandonada.