La avenida Vicente Guerrero es quizá una de las vialidades con más historia en Ciudad Juárez. Faltaría tiempo para hablar de todos los personajes de fama nacional e internacional que desfilaron entre sus callejones.
Y es que, en su larga historia, nunca habrá una figura más grande que haya desfilado por los pasillos de aquellos estudios que la del “Pachuco de Oro”, Germán Valdés “Tin Tan”, que por muchos años engalanó las transmisiones de la emisora, hasta que la fama tocó a su puerta y se fue de Ciudad Juárez para poner su nombre muy en alto, en todo México y el mundo.
Sin embargo, es difícil distinguir la forma de aquel lugar por donde Valdez paseaba porque el paso del tiempo y el deterioro humano han sido crueles verdugos de un sitio del que ya no quedan ni los recuerdos.
Nada queda ya, de ese deseo de querer divertirse por estas calles, de entrar a las cantinas, de ser parte de la fiesta. Aquí hace tiempo, todo eso se fue para siempre, y en su lugar solo quedaron ganas, pero de salir corriendo e irse lo más pronto posible.
Fotos: Christian Torres
La experiencia Chernobil made in Juárez
Hace 4 años, el periodista Luis Villagrana (+) comparó este espacio con la ciudad de Chernóbil, Ucrania, en la que sucedió uno de los accidentes nucleares más devastadores jamás vistos por el hombre.
Las tapias llenas de basura, escombros, grafiti y un olor tan desagradable, que al acercarse provoca un ardor muy particular en las fosas nasales, hace que el viaje a tierras exsoviéticas no sea necesario, si es que se quiere vivir la experiencia de la degradación de edificios históricos a plena luz del día.
“El huracán Armando” había pasado en aquella ocasión. A su paso trajo abandono, desinterés y aumentó la degradación de este histórico espacio para la ciudad. Como muchos otros, su “rescate” al Centro Histórico únicamente se centró en el paso peatonal de la avenida 16 de Septiembre y la avenida Juárez, dejando en agonía a este espacio.
Agonía que continua en estos tiempos, en los que una enorme cruz se posa sobre esta ciudad. Los edificios y las casas siguen abandonadas, pese a ser una de las vialidades más importantes del centro de la ciudad.
No hay que ser expertos en urbanismo para señalar que el menor problema que generan estas condiciones, es una “mala imagen urbana”, que llega acompañada de riesgos para la seguridad y salud de los peatones.
En el aspecto de la seguridad, porque de cuándo en cuándo, personas salen de entre los edificios abandonados, caminando de forma silenciosa, evitando ser detectados por la Policía o cualquier otro que pueda alejarlos de su hogar temporal.
Para la salud, es evidente destacar los riesgos que existen al tener cientos de metros llenos de basura, que van desde botellas de plástico y envoltorios de comida, hasta latas de cerveza y medicamentos, que generan un olor tan fuerte e indescriptible, del que únicamente se puede resaltar que provoca molestia y un ardor considerable en las fosas nasales.
Con la cruz a cuestas
No hubo, no hay y no se vislumbra un posible rescate a esta zona, en la que los edificios abandonados ya son más propiedad de los indigentes y personas sin hogar que los han tomado a la fuerza, que de sus “legítimos” propietarios, que los dejaron a su suerte.
Si hablamos de cruces y rescates, la que se encuentra sobre esta tierra, tan alejada de Dios y tan cerca de la frontera, tiene unas garras tan grandes, que su búsqueda de poder va más allá de los limites conocidos y busca expandirse hacia zonas que nunca han sido habitadas, aprobando “planes de desarrollo” en Samalayuca y Santa Teresa.
Mientras, el corazón de esa ciudad, se pudre y muere lentamente, sin que a nadie parezca importarle.