En el lugar, el panorama es desolador. Hay basura, tierra y rastros de descuido, que van desde latas de cerveza, ropa usada, colchones, y hasta el cadáver de un animal callejero, el cual tiene pocos días de haber fallecido.
Para llegar hasta aquí, es necesario atravesar un camino pavimentado, pero que con el descuido ha acumulado tanta tierra y se han formado tantos baches, que parece de terracería.
Pese al éxito de una popular cadena de autopartes, yacen ahí los esqueletos de dos negocios que perecieron lentamente ante la falta de clientes, luego de que la construcción del puente los dejara en completo aislamiento. El panorama se asemeja a un campo de guerra totalmente destruido.
Este sitio es el fin del cruce peatonal de las personas que tienen que pasar del eje vial Juan Gabriel hacia la avenida Municipio Libre. Más que una manera eficiente de movilidad, se parece a una experiencia extrema, debido a la adrenalina que genera la incertidumbre de no saber qué es lo que habrá abajo, esperando entre los montones de inmundicia.
Lo que mal empieza, mal termina
Las obras del distribuidor vial Sanders comenzaron en noviembre de 2012, realizadas por la empresa Ferromex y la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT). Se invirtió un total de 250 millones de pesos en la construcción de un puente que tenía el objetivo de combatir el congestionamiento vial que se generaba en la zona debido al paso del tren, que partía en dos la ciudad.
Desde un principio, la construcción estuvo llena de controversias, notas periodísticas dan fe de que los vecinos del sector se oponían a las obras debido a las afectaciones en la circulación y en la calidad de vida de la zona, la cual empeoraría desde su punto de vista, tal como sucedió.
Incluso, el propio Gobierno Municipal, encabezado por Enrique Serrano Escobar, se manifestó en contra de la construcción del proyecto heredado por el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa y retrasó su apertura al público debido a que inspectores de Protección Civil habían encontrado fallas estructurales.
Finalmente, en septiembre de 2014, casi un año después del inicio de las obras, que se retrasaron 8 meses de la fecha original en la que debería ser entregadas, el puente fue abierto al público.
Fotos: Christian Torres
Estacionamiento y muladar en uno
Mas allá de algunos accidentes que se presentan ocasionalmente en la gaza, en términos generales, el reducido puente ha logrado cumplir el cometido de comunicar la avenida Municipio Libre y el resto de la ciudad, evitando el paso del ferrocarril, que la mayoría del tiempo permanece estacionado debajo de la millonaria estructura.
Sin embargo, esto no significa necesariamente que la inversión de 250 millones de pesos haya sido un éxito rotundo. Al contrario, no ha traído los beneficios que esperaba que tuviera una obra de esta magnitud para los habitantes de la zona.
La zona que se encuentra debajo de los puentes, ha sido abandonada por las administraciones municipales y se ha convertido en muladar y espacio inseguro.
Además, aunque en 2022 se aprobó una inversión millonaria que consistió en la remodelación de las vialidades que corren desde el cruce de Sanders y eje vial Juan Gabriel, hasta el puente de la Adolfo López Mateos, no hay muestra de alguno de los 263 millones utilizados del Fondo de Desarrollo Económico Municipal (Fodesem) se hayan utilizado en reparar algunas de las fallas que existen en este lugar, en el que predomina el grafiti y los restos de las instalaciones donde se supone que debería haber focos que iluminen el camino durante las noches.
Solo unos pocos valientes se atreven a cruzar los tétricos rincones que quedan ocultos para los automovilistas, pero que exponen la integridad de los peatones.