Miles de pasajeros usuarios del transporte público desafían la contagiosidad del Covid-19 usando autobuses donde no hay medidas de sana distancia ni dispensarios de antibacterial disponibles.
La travesía diaria entre estación y estación de la línea 1 del BRT, desde el Centro hasta Tierra Nueva, es la ocasión ideal para el virus.
Hombres, mujeres y niños de todas las edades van en el camión compartiendo el espacio reducido, tocando el pasamanos, acomodando el cubrebocas, entreteniendo el tiempo con el celular.
“Perdone si lo empujé”, dice una muchacha y se sienta.
Conversa con alguien en Whatsapp mientras el viaje continúa.
Lleva bien puesto el cubrebocas, pero no podrá desinfectarse las manos hasta que llegue a su casa.
El vehículo va zigzagueando entre el carril confinado y el derecho de vía de lo que antes fueron las vías del tren.
No hay de otra. El conductor tiene que maniobrar así mientras no se echa andar el sistema integrado de transporte.
También se orilla a la banqueta para subir pasaje en estaciones que no están funcionando.
Además de que no hay protocolos de sanitización, las estaciones lucen sucias, repletas de basura acumulada.
El virus de la ineficacia del Gobierno hace lo suyo.
Covid en el transporte público: «No nos queda más que cuidarnos»
“No nos queda más que cuidarnos y limpiarnos cuando llegamos a nuestras casas”, dice Víctor, quien usa el transporte urbano para ir a visitar a su familia.
Más atrás una mujer y un hombre llevan de la mano a una nena no mayor de cinco años.
Los tres traen cubrebocas pero es imposible que puedan guardar distancia con los demás pasajeros.
El vehículo lleva a más de 50 personas a diferentes destinos.
Ninguno puede saber si después de un viaje así van a salir impunes de la enfermedad.
Hasta el reporte más reciente la secretaría de Salud confirmó 40 contagios de Covid más en esta frontera.
Solo en lo que va de mayo hubo 517 nuevos casos y en el año se completaron 5 mil 354.
Desde que llegó la pandemia ya suman 31 mil 546 casos positivos y tres mil 344 personas han perdido la vida.
Mientras el bus avanza se acerca la hora de bajarse en la estación Hiedra, justo a tiempo para escuchar el anuncio de que a partir del próximo lunes, todo el estado volverá al semáforo amarillo.
Si estando en semáforo naranja los autobuses van repletos, será mucho más fuerte la movilidad cuando las restricciones disminuyan.
“Lo mejor es que cada quien se traiga un botecito con su gel antibacterial”, dice la muchacha del celular, antes de bajarse.
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