En el mundo de los negocios, donde las historias suelen contarse en cifras y porcentajes, Ivanna Fuentes prefiere hablar en otro idioma: el del impacto humano.
A sus 25 años, esta empresaria juarense encarna una nueva generación de liderazgo en México: aquella que entiende que el crecimiento económico solo tiene sentido cuando se traduce en bienestar social.
“Mi abuela me enseñó a dar de lo que tengo, no de lo que me sobra”, dice. Esa frase, más que un recuerdo familiar, se convirtió en la brújula moral que guía su trabajo al frente de Fundación Gazpro, el brazo social de un grupo energético con presencia nacional.

Bajo su dirección, la fundación atiende cada año a más de 200 mil beneficiarios a través de programas de alimentación, salud y educación.
La historia de Gazpro comenzó hace casi cinco décadas como un sueño familiar. Hoy es una de las empresas energéticas más sólidas del país, con más de 130 estaciones de servicio. Pero Ivanna no se conformó con mantener ese legado: decidió darle un nuevo sentido.
Desde su liderazgo, la compañía asumió la responsabilidad social como un eje fundamental de su identidad corporativa, no como un apartado complementario.

“Medimos los resultados igual que en cualquier otra área del negocio —explica—, pero aquí el indicador es distinto: son las vidas que logramos cambiar”.
Esa convicción ha dado forma a programas como Nutriendo Sueños, que brinda desayunos y atención nutricional a la infancia; Movimiento Saludable, que promueve la activación física en comunidades vulnerables; Camino Ligero, enfocado en asistencia médica y educativa; y el Banco de Alimentos Gazpro, que distribuye millones de porciones de comida al año.

Nacida en El Paso y criada en Ciudad Juárez, Ivanna aprendió desde pequeña a mirar el mundo desde ambos lados de la frontera. Su formación en escuelas estadounidenses le dio una visión competitiva e innovadora, pero fue su entorno juarense el que le enseñó empatía, resiliencia y sentido de comunidad.
Esa combinación —visión global y arraigo local— define su estilo de liderazgo: eficiente, disciplinado y profundamente humano.
“Juárez me enseñó que la adversidad no apaga la bondad de su gente. Aquí la gente se levanta una y otra vez, y eso me inspira”, afirma.
Hoy, desde el norte del país, impulsa la expansión nacional de Gazpro y consolida la fundación como una plataforma de desarrollo social que trasciende la frontera.
“Creo en las empresas que crecen con propósito, que entienden que su éxito también depende del bienestar de los demás”, asegura.
Y en esa idea radica la esencia de su liderazgo: una energía que no solo mueve motores, sino también corazones.
Su historia encarna una verdad sencilla y poderosa: la energía también puede transformar vidas.
