Solas, sin vigilancia policial ni presencia de funcionarios públicos de las áreas responsables de atender violencia contra mujeres, madres de desaparecidas y activistas hicieron un homenaje póstumo a Marisela Escobedo, exigiendo justicia.
Marisela fue asesinada a las puertas de Palacio de Gobierno de Chihuahua hace diez años, el 17 de diciembre de 2010. El crimen ocurrió después de dos años de indolencia del Gobierno para castigar al asesino de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo.
Poco después de las 11:00 de la mañana, integrantes de la Red Mesa de Mujeres montaron un altar afuera del panteón Jardines Eternos, en la calle Neptuno, donde descansan los restos de Marisela.

La contingencia sanitaria no permitió el acceso al recinto. Por lo tanto, las organizadoras colocaron una mesa con flores y veladoras encendidas en la entrada del cementerio.
En el fondo colgaron lonas con fotos de mujeres asesinadas, incluidas las de Marisela y Rubí; además, agregaron un rótulo con el recuento de feminicidios perpetrados en Juárez en los últimos 10 años.
A 10 años del asesinato de Marisela Escobedo, mujeres mantienen la exigencia de seguridad
De acuerdo con la coordinadora de la Red Mesa de Mujeres, Imelda Marrufo, son mil 374 mujeres privadas de la vida en una década.
Apenas un 10 por ciento de dichos homicidios llegan a judicializarse, estimó.
Para ella, Ciudad Juárez sigue siendo la misma ciudad violenta donde hace 12 años mataron a la hija de Marisela Escobedo, Rubí Marisol, que entonces tenía solo 16 años.
Es por eso que hoy -a 10 años del asesinato de Marisela, 2 años después que le mataron a su hija- la red Mesa de Mujeres hizo un posicionamiento de reclamo y exigencia.
De acuerdo con la red, las autoridades de los tres órdenes de Gobierno le siguen quedando a deber a la sociedad acciones contundentes que no solo inhiban la violencia contra ellas, sino lo más importante: que quienes las agreden no salgan impunes.
Desprotegidas por la autoridad
A la manifestación de este miércoles solo acudieron madres de víctimas, reporteros, reporteras, fotógrafos y camarógrafos.
No hubo vigilancia policiaca y tampoco presencia de autoridades federales, estatales o municipales.
El denominador común en la lucha contra el feminicidio ha sido -de acuerdo con la coordinadora de la red Mesa de Mujeres- la indolencia.
“La responsabilidad de mantenernos con vida, mantenerlas con vida a las niñas y las jóvenes, es de las instituciones, que para eso están”, reclamó.
“Hay una responsabilidad de las instituciones que conforman el Estado. Los poderes ejecutivos de la alcaldía, del Gobierno del Estado, del Gobierno de México y de todo su entramado institucional, que deben generar todas las acciones de inteligencia para que estos hechos no se repitan”, agregó.
Marisela Escobedo: la historia de Rubí
En un mensaje frente a representantes de distintos medios de comunicación, Marrufo recordó el origen del caso de Marisela.
“Esta es la historia de una joven llamada Rubí Marisol. Ella fue asesinada a los 16 años de edad. Ella tenía una hija a la que amaba, Heidi, y Rubí jamás la iba a dejar”.
El caso de Marisela -dijo Marrufo- puso en jaque al sistema acusatorio y adversarial que nació en Chihuahua tres años antes, porque estuvo plagado de anomalías, deficiencias y negligencias tanto de la Fiscalía como del Poder Judicial.
En el colmo de la ineficacia, fue ella misma quien encontró al asesino de su hija en Zacatecas y resultó que entonces era líder un grupo criminal, recordó.
El asesino tuvo todas las ventajas para asesinar a Marisela, y su familia tuvo que irse de Juárez al día siguiente del asesinato.
Además del reproche a las autoridades, la activista hizo un llamado a las mujeres y niñas de Juárez.
Para ellas, esta no es una cuidad segura, afirmó.
Juárez, ciudad insegura
“Esta ciudad sigue siendo una ciudad insegura para ellas, y por eso es muy importante que establezcan comunicación con sus mamás o personas cercanas cuando salgan de sus casas”.
“No porque sea su responsabilidad, sino porque esta ciudad sigue sin ofrecer las garantías de protección y de cuidados”, asentó.
Ante lo grave de la situación las niñas, jóvenes y mujeres de esta frontera -indicó- han tenido que tomar en sus manos la responsabilidad que le corresponde a las instituciones, para cuidarse a sí mismas.
“Cuando vean o perciban situaciones de hostilidad, de hostigamiento, de acoso y de abuso, platíquenlo, principalmente con sus mamás o con quien tengan mayor confianza”.

“Hay instancias que deben darles protección sin obligarlas a ninguna acción que ellas no decidan emprender”, alertó.
Destacó la voluntad de las madres que no se cansaron de buscar a sus hijas y tampoco se cansaron de exigir justicia.
“Han permanecido al pie del cañón para que estos hechos no se repitan”, expresó.
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