Volver de El Paso a Juárez por el Puente Internacional Córdova–Américas se ha convertido en un ejercicio de paciencia que puede prolongarse desde media hora hasta tres horas. De acuerdo con testimonios de usuarios frecuentes, la intervención de la Guardia Nacional —marcada por la falta de conocimiento en comercio exterior y la aplicación estricta de “órdenes superiores”— es hoy el principal factor que entorpece el cruce.
A ello se suma la operación limitada de garitas, los cobros ilegales y revisiones improvisadas que agravan la espera para miles de automovilistas cada día.
Los factores más determinantes para cruzar de El Paso a Juárez por el Puente Internacional Córdova-Américas pueda durar de treinta minutos a tres horas, son la corrupción y la ignorancia de agentes de la Guardia Nacional, acusan juarenses.

Órdenes superiores” sobre reglas aduaneras
De acuerdo con Fernando, un operario de comercio exterior que cruza la frontera todos los días desde hace veinticinco años, el problema con los militares no solo es que cobren cuotas ilegales para permitir o agilizar el ingreso de mercancías. Lo que hace que su intervención provoque más retrasos en el cruce, afirma, es que desconocen los requerimientos de comercio exterior, la reglamentación aduanera y solo se guían por “órdenes superiores”.
De acuerdo con el entrevistado, que empezó a hacer cruces cuando tenía 18 años y hoy ya ronda los 45, el caos empieza a partir de las 3:00 de la tarde.
“En un día normal, es seguro que hagas arriba de media hora para cruzar, pero si tu cruce coincide con el horario de salida de las personas que estudian o trabajan allá, la espera puede ser de más de una hora, y si hay revisiones, entonces pueden ser hasta dos horas de espera”, refiere.
De siete u ocho garitas que existen, solo funciona la mitad y el viernes es todavía peor, porque ese día mucha gente que se queda en El Paso toda la semana vuelve a Juárez. Por lo general, ese día es el que más congestionamiento se presenta, señala.
Otro elemento para hacer lento el proceso es que, desde hace mucho, los encargados de la aduana en México no respetan el semáforo. Por ejemplo, sostiene el operario, si ven una camioneta con placas de Estados Unidos, es seguro que la van a parar independientemente del color que le toque en el semáforo.
“Todos los oficiales de la Guardia Nacional se concentran en los tres o cuatro carriles abiertos y casi meten la cabeza en el carro para ver qué traes; si ven muchas cosas, vámonos a la derecha y a la revisión”, describe.


El cruce se alenta entre cobros y desconocimiento
El problema de fondo, según la experiencia de Fernando, es que los elementos de la Guardia Nacional no son expertos en comercio exterior, como era antes con el personal de Aduanas que hacía ese trabajo.
“Ellos solo responden bajo órdenes, como ‘mi comandante dice que usted no tiene franquicia’, y como no saben de franquicias y no conocen reglas aduaneras, actúan con ignorancia, así que o los convences, o llegas a un arreglo ahí”, sostiene.
“Por ejemplo, si traes llena la camioneta con cosas que te regalaron tus familiares, como unas sillas, ropa y algunos artículos del hogar —continúa narrando— te dicen ‘quinientos pesos por todo’; ellos ya ahí tienen sus criterios porque, por ejemplo, si traes una estufa, un refri o una lavadora, pueden ser quinientos pesos por pieza”.
La opción para evitar la corrupción —agrega— es usar el carril de declaración voluntaria, donde un oficial calcula los impuestos que el viajero debe pagar por la mercancía que trae, expide una boletita y todo queda legal.
Fernando insiste en que los cruces se han hecho más lentos desde que entró la Guardia Nacional, porque sus elementos —afirma— no tienen conocimientos de comercio exterior y usan un criterio “parejo”.
Los aduanales que había antes, recuerda, eran licenciados en Comercio Exterior o tenían alguna carrera relacionada con Aduanas. Por eso era más fácil explicarles los alcances de una franquicia, como si es acumulable por familia u otras particularidades, indica.
Con los elementos de la Guardia Nacional nada de eso es posible: ellos solo reciben órdenes y tienen mucha ignorancia de cómo funciona el comercio exterior, en especial porque las reglas cambian con frecuencia, reitera.
Otro factor —refiere— es que a los militares los rotan constantemente. “Eso hace que sea aún más marcada su falta de conocimiento”, refiere.
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