El 3 de agosto de 1961, Leon Bearden, de 38 años, y su hijo Cody, de 16, fueron arrestados luego de que secuestraran por varias horas un avión que aterrizó en el aeropuerto de la vecina ciudad de El Paso, Texas, donde al final logró ser liberado.
La Oficina Federal de Investigación en El Paso, (FBI, por sus siglas en inglés) recordó tal evento en su página oficial en Facebook.

El acontecimiento se trató del primer secuestro aéreo registrado en Estados Unidos, cuando padre e hijo abordaron el vuelo 54 de Continental Airlines, un Boeing 707 que iba de Los Ángeles a Houston con paradas en Phoenix, El Paso y San Antonio.
Durante el trayecto entre Phoenix y El Paso, usando un par de armas de fuego que llevaban ocultas, los Bearden tomaron a una azafata como rehén y se hicieron del control de la cabina, exigiéndole al piloto Byron Rickards que los llevara a La Habana, Cuba.
Bearden padre, era un exconvicto quien estuvo preso por robo bancario, planeaba entregar el avión de $5.4 millones de dólares al dictador cubano Fidel Castro a cambio de asilo político, al parecer, motivado por su descontento con la vida en Estados Unidos.

Según los registros históricos del caso, el piloto convenció a los Bearden de que necesitaba aterrizar en El Paso para repostar, lo que ocurrió a las 2:00 de la mañana.
La maniobra para abastecerse de comestibles y combustible, permitió a las autoridades, bajo órdenes del presidente John F. Kennedy —consciente de las tensiones tras la invasión de Bahía de Cochinos—, lidiar con la situación.
En las negociaciones iniciales se logró liberar a la mayoría de los pasajeros, quedando solo cuatro de ellos como rehenes, incluyendo a un agente de la Patrulla Fronteriza, identificado como Leonard Gilman.
Cuando se dieron las 6 de la mañana, los secuestradores intentaron emprender el vuelo, sin embargo, potentes descargas de ametralladora hicieron blanco en las llantas de la aeronave, lo que les obligó a permanecer en tierra firme.

Según los registros sobre el caso, las negociaciones con los secuestradores se extendieron durante nueve horas más, en las que Leon, terminó noqueado, cuando el agente Gilman lo conectó con un golpe con tal fuerza que terminó con la mano derecha fracturada, mientras que el hijo, Cody, fue sometido por un agente del FBI.
Leon fue juzgado y condenado a cadena perpetua, el 31 de octubre de 1961, sentencia que purgó en parte en Alcatraz, para luego ser transferido a otras prisiones.
Entre tanto, su hijo, Cody, logró salir de prisión a los 21 años de edad, luego de llegar a un acuerdo.