Los días 11 y 12 de septiembre de 1971, se llevó a cabo el mítico festival Rock y Ruedas en Avándaro, que marcó el nacimiento del día del Rock Mexicano.
Avándaro (o Tenantongo) se encuentra en el estado de México, cerca de Valle de Bravo, hasta allá se dieron cita más de 300 mil jóvenes que, emulando lo hecho un par de años antes en Woodstock, se juntaron bajo el pretexto de escuchar rock y de convivir bajo el “signo de acuario”, en la época denominada la onda.
Originalmente el evento fue creado para una carrera de autos y que en medio de la pista hecha para tal fin se presentarían una serie de grupos de rock para amenizar el acontecimiento.
Armando Molina fue el promotor del evento y quien eligió a los grupos que amenizarían la carrera de coches.
Los elegidos fueron Peace & Love, El Ritual, Tequila, Enigma, Three Souls In My Mind, La Ley de Herodes, Fachada de Piedra, La División del Norte, Dug Dug’s, Tinta Blanca y algunas más.
Varias anécdotas han surgido alrededor de Avándaro, dos de los más recordados son cuando la banda Peace & Love, del guitarrista Ricardo Ochoa, estaba sobre el escenario invitaron al público a gritar “quiero mariguana, mucha mariguana…”, todo hubiera estado bien si no es porque el evento se estaba transmitiendo por televisión en vivo.
Y la otra fue la protagonizada por una chica que se desnudó del torso para arriba y fue bautizada como ‘la encuerada de Avándaro’.
A partir de esa tarde/noche el rock en México cambió drásticamente a ser perseguido por las autoridades quienes se encargaron de satanizarlo y de enmarcarlo como ‘dañino para la juventud mexicana de las buenas costumbres’.
El rock mexicano por décadas se señaló como perjudicial, fue enclaustrado a recintos ínfimos denominados hoyos fonki y en cafeterías de mala muerte; hasta que a final de la década de los 80 comenzó a estabilizarse y convertirse en lo que es hoy, una empresa que genera miles de empleos y que obtiene ganancias por más de 100 millones de dólares al año.