Hace unos meses escribí una entrada acerca de “El gaucho insufrible” (2003) de Roberto Bolaño, quien parecía un gaucho fuera de su tiempo, anacrónico, pero en esta ocasión quiero hablarles de un cuento anterior: “En las cuchillas” (1896) del escritor uruguayo Javier de Viana (1868-1926), quien fue periodista, dramaturgo y político. A este autor se le ha considerado como representante del realismo-naturalismo de Uruguay.
El cuento “En las cuchillas” es un texto que narra la persecución de un gaucho en un espacio conocido lleno de cuchillas, es decir, una especie de pasto o zacate alto que es muy filoso, el junco espigado, y puede llegar a cortar a quienes entran sin cuidado. Esta persecución se da entre rivales políticos y termina con la muerte del gaucho.
Este cuento me gusta porque inicia in medias res, de súbito, en la persecución, parece como si estuviéramos viendo una película que inicia en la acción, un gaucho cabalgando y que esquiva con una lanza las boleadoras que le arrojan sus persecutores. Despliega gran habilidad arriba del caballo, se nota que ha sido un gran jinete y conoce las armas de sus enemigos. Es un gaucho. Recordemos que Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) describió en Facundo: Civilización o barbarie (1845) una serie de gauchos, con cualidades casi de superhéroe, que poblaban las pampas argentinas.
Sarmiento da cuenta del gaucho rastreador, el gaucho baqueano, el gaucho trovador y el gaucho malo. Por los rasgos que detalla De Viana, parece que el perseguido era un gaucho baqueano, aquel que conocía todo el terreno como la palma de su mano, los ejércitos los reclutaban para tener una especie de gps consigo. Sin embargo, lo que nos encontramos en el cuento “En las cuchillas” es a un gaucho cuyas habilidades ya no le sirven para ese nuevo mundo. Este gaucho se ha quedado desfasado de su época. El cuento parece sugerirnos que esas habilidades ya no son suficientes en la modernidad. El gaucho sucumbe ante el mundo moderno, no importa todo lo que haya hecho incluso por su propia patria, está condenado a la muerte, y una muerte grotesca, despojado de su vestimenta y pudriéndose al sol.
Ahí está la invitación a leer un buen texto uruguayo de finales del XIX.
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