Para muchos aspectos de la política local y nacional, Francisco Barrio Terrazas (25 de noviembre de 1950 – 30 de diciembre de 2025) ha sido el primero y, en algunos casos, el único.
No solo fue el primero en alzarse con un triunfo opositor en un municipio fronterizo. También fue la primera figura pública emanada de un partido distinto al PRI que estuvo en condiciones de ganar una gubernatura, allá por 1986.
Francisco Barrio: el primero
- Primer alcalde opositor en presidir un municipio fronterizo.
- Primer egresado de la Universidad Autónoma de Chihuahua en llegar a la gubernatura del estado.
- Primer Contador Público en ocupar el cargo de gobernador.
- Primer gobernador opositor en gobernar con un Congreso dominado por la oposición (LVIII Legislatura, 1995–1998).
- Primer gobernador en vetar la Ley de Ingresos tras cambios sustanciales realizados por un Congreso dominado por el PRI.
- Primer gobernador opositor en devolver el mando del estado al PRI, en 1998.
- Primer político chihuahuense en buscar la candidatura presidencial en el siglo XXI.
- Integrante del primer gabinete federal no priista, durante el gobierno del presidente Vicente Fox.
Lo que siguió es historia, que pasa por la biografía del propio Barrio, pero también por la del municipio de Juárez, del estado de Chihuahua, del Partido Acción Nacional y de la política del país en la era posmoderna.
Nacido en el municipio de Satevó, ubicado al centro-sur del estado, Barrio Terrazas ingresó a la Universidad Autónoma de Chihuahua, de donde egresó como Contador Público.
De ahí se trasladó a Ciudad Juárez, donde comenzó a labrar su trayectoria en los organismos empresariales de la frontera. De ahí, el gran brinco hacia la política local… y nacional.
El avance del “Bárbaro del norte”
Postulado por el Partido Acción Nacional (PAN), al que acababa de ingresar, ganó la elección de presidente municipal en 1983, en uno de los días más infaustos para el oficialismo priista, pues en ese mismo proceso perdió en todas las ciudades más importantes del estado de Chihuahua.
Su paso por ese cargo lo apuntaló como candidato a la gubernatura del estado por el PAN en 1986. En aquella ocasión no enfrentaría solo al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y a su candidato, Fernando Baeza, sino a todo un sistema político que nunca había entregado una gubernatura a un candidato opositor.
Gobernaba el país el presidente Miguel de la Madrid, quien para 1986 enfrentaba una de las peores crisis económicas de la era moderna, los estragos del terremoto de 1985 y una adelantada carrera presidencial.
La maquinaria se echó a andar para detener el avance del “Bárbaro del norte”, como lo había apodado el entonces líder obrero Fidel Velázquez.
El gobernador Óscar Ornelas dejó el cargo y en su lugar quedó Saúl González Herrera, quien impulsó una reforma legislativa que le complicaba al PAN la cobertura de representantes de casilla.
La campaña, la jornada electoral y los días posteriores le hicieron honor al término “Verano caliente”, que había acuñado el escritor José Fuentes Mares para referirse a la competencia política que estaba en puerta.
Lo que siguió en las semanas posteriores fue inédito en la historia reciente del estado: cierre de carreteras, toma de puentes internacionales, manifestaciones a plaza llena tanto en Juárez como en Chihuahua, y el movimiento de “desobediencia civil” convocado por el PAN.
El punto más áspero se alcanzó cuando el entonces arzobispo de Chihuahua, Adalberto Almeida, anunció que suspendería las misas del domingo 20 de julio de 1986 y mantendría cerrados los templos católicos ese día, en protesta por lo que se consideraba un fraude electoral.
Paralelamente, el alcalde de Chihuahua, Luis H. Álvarez, emprendía un ayuno en el Parque Lerdo que duró 41 días, tras el cual inició una caminata rumbo a la Ciudad de México para demandar democracia y respeto al voto libre.
Barrio no ganó la elección, pero su reclamo de haber sido víctima de un fraude electoral “escandaloso” lo llevó a denunciar los hechos ante organismos internacionales. Para entonces, estaba por concluir el periodo del priista Fernando Baeza.
A la segunda va la vencida
La Convención Estatal del PAN eligió a Francisco Barrio por aclamación como su candidato a gobernador de cara a las elecciones de 1992, donde enfrentaría al entonces presidente municipal de Juárez, Jesús Macías Delgado (q. e. p. d.).
La campaña levantó revuelo y avivó la esperanza de ganarle al PRI por primera vez en Chihuahua. Tres años antes, el PAN había vencido al partido hegemónico en Baja California, con Ernesto Ruffo Appel instalado en el poder. Se respiraba un ambiente muy distinto en aquel verano de 1992.
El Francisco Barrio de los años noventa ya no era el mismo: ahora se expresaba con respeto e incluso con admiración del entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.
Tiempo después, cuando el resultado ya estaba definido, Barrio confesó que antes de postularse había tenido una reunión con Salinas de Gortari. Según relató a un grupo de reporteros en una reunión informal en la casa de gobierno, dejó en claro al presidente que sería un gobernador de oposición, pero no su enemigo.
La campaña era intensa, pero no mostraba la misma rispidez de seis años atrás. Entonces ocurrió un suceso trágico que, para muchos priistas, marcó el derrotero del proceso: el vehículo en el que viajaban las hijas del candidato panista sufrió un accidente en carretera.
La derrota del PRI
Las elecciones de 1992 transcurrieron con relativa calma. Los resultados llegaban con lentitud a la Comisión Electoral y los representantes del PAN reclamaban porque los datos capturados hasta ese momento, ya entrada la noche del 6 de julio, mostraban como puntero al candidato del PRI.
Sin embargo, momentos después, el dirigente estatal priista, Mario Tarango (q. e. p. d.), emitió un mensaje transmitido a nivel nacional en el que reconocía que los resultados “no le favorecían” a su partido.
Horas más tarde, en la mañana del 7 de julio, Jesús Macías convocó a conferencia de prensa para anunciar que reconocía su derrota. Para entonces, aún no había datos oficiales sobre la votación.
Días después, Francisco Barrio se presentó en Palacio de Gobierno. Tenía una cita con el gobernador Fernando Baeza, su contrincante en las elecciones de 1986. Se reunieron en privado durante varios minutos. A la salida, abordado por la prensa, Barrio dijo que había “perdonado” a Baeza por el fraude de 1986.
Quien no perdonó a Baeza fue la base panista que abarrotó el gimnasio Manuel Bernardo Aguirre, en la capital del estado, para presenciar el cambio de poderes y la toma de protesta de Barrio.
Durante un largo momento, la asistencia batió palmas al ritmo del “claxonazo” que se hizo popular en aquel 1986 y que simulaba decir: “Barrio sí, Baeza no”.
Lo que comenzaba era una nueva historia en la política local y nacional, y una nueva vida —literalmente— para Francisco Barrio y su familia.
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