En las afueras de la ciudad, en uno de los puntos más recónditos de esta frontera, se encuentra una casa en la que el pasado fin de semana, se presentó uno de los casos que mayor conmoción y asombro ha provocado en los últimos meses.
Ubicado entre las calles Leonardo Bernal y Lorenzo García, en la colonia Kilómetro 20, está el lugar de los hechos donde un hombre, en presunta defensa propia según la Fiscalía General del Estado, asesinó a su tía a “batazos”, debido a que pretendía ofrecer en sacrificio la vida de su pequeño hijo a la Santa Muerte.
Es fácil reconocer el lugar donde sucedieron los hechos, no por alguna seña particular de la casa, sino que en el sitio quedó colgado un poco del cordón rojo con el que los agentes de la Policía Municipal resguardaron el domicilio durante la madrugada del domingo pasado.
La casa es sencilla, tiene una cerca de alambre y se compone de un único cuarto, construido de ladrillos y cemento, que tiene unas dos puertas. Al frente hay un pequeño patio de terracería, donde un perro guardián Pitbull, con un pañuelo en el cuello y amarrado de una correa, recibe con un ladrido agresivo a aquellos que tratan de acercarse.
Una vida ordinaria
Por el momento, no hay ninguna señal de vida humana, más allá de algunos trastes tirados por el suelo y un juguete para niños que se encuentra arriba de una estructura.
Del lado derecho de la escena del crimen, vive una mujer junto con su hija. Se encuentran viendo la tele y aseguran que no tienen mucho tiempo de haber llegado a este sector. La madre, de edad avanzada, señala que su familia no suele convivir mucho con los vecinos, aseveraron que “ellas no se meten en chismes” y que desconocen lo que pasó aquella noche, más allá de lo que se ha informado en medios de comunicación.
Al otro lado, un hombre junto con sus nietos y mascotas, toman el fresco y aprovechan la sombra que les da el árbol de su casa. Al igual que su otra vecina, menciona que tampoco notó algo extraño aquella noche, hasta que llegó la Policía Municipal.
Sobre haber observado actos extraños, mencionó que sus vecinos tenían una vida “normal” y que no pasaba nada extraordinario.
Agregó que en un “jácalito”, metros detrás de donde pasaron los hechos, vive el papá de la mujer asesinada, el “señor Gabriel”.
Gabriel batalla para salir de casa, vive solo y tiene que utilizar muletas debido a que solo tiene una pierna. Asegura que ahí se encontraba su hija, pero lamenta no tener más información; él trabaja los fines de semanas en otro sector de la ciudad y, cuando pasó todo, estaba fuera de casa, y no se enteró hasta después de que ya había pasado.
Relató que el ambiente alrededor de su casa era bastante tranquilo. Expresó que nunca había visto o notado algo extraño, al menos mientras estaba en su casa entre semana, porque los fines de semana desconocía lo que sucedía en el lugar.
“Aquí casi no hay chismes, muy apenas tengo vecinos”, bromeó.
Como si se tratase de una ironía, centímetros afuera de la casa, un cráneo partido a la mitad de un animal, reposa tranquilamente. Símbolo de actos de adoración a la Santa Muerte, o del abandono de esta zona de la ciudad, quién sabe, tocará a las “autoridades correspondientes” resolver esta situación.
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