Es un vecindario tranquilo. Corre agua por un camino hecho por el mismo líquido, camino que ya muestra hongo verde y huele a agua estancada, pese a que fluye. Ese pequeño arroyo pasa frente al último (y único) hogar que tuvieron los pequeños gemelos de un mes de nacidos, que murieron de asfixia tras inhalar los vapores del agua celeste que ingería su madre, en la colonia Zapata.
Es en la calle José Covarrubias. Una casa sin número, pero con un frente notable: un árbol seco afuera; por barandales hay, por un lado, pallets y puertas viejas, y por el otro triplays maltratados, sueltos, sujetos por bloques apilados sueltos. Todas estas maderas, mojadas por una corriente de agua que sale del patio frontal de la casa, que se une al arroyo de la calle.
No tiene medidor de gas ni de luz, pero sí la instalación de ambas. En el patio frontal hay señales de un niño, pero no el pequeño de un mes. Hay juguetes como un carrito-andadera, un cochecito a escala, una mecedora pequeña y una bicicleta para niño. Hay también un perrito blanco con negro, acostado en la sombra un día que marcaba una máxima de 33 grados centígrados.
En esa casa no solo vivieron los dos gemelos, y lo que se ve lo obvia. Según una persona que vive cerca del lugar, también había un pequeño de cuatro años que ocupaba esa casa, junto con una mujer, su abuela. Ambos comparten la casa con María Teresa L. L. y Juan Adolfo F. M., padres de los gemelos. Comparten gastos.
Pero hoy la casa se ve deshabitada. Si acaso la toalla rosada colgada en el patio frontal podría denotar que hay alguien al interior, aunque no hay ni un ruido en la casa ni el vecindario. O muy temprano o ya entrada la tarde podría ir alguien, avisa el vecino.
“Ese cantón trae maldición”, cuenta. Según el entrevistado, ahí han muerto, uno a uno, integrantes de una familia, los dueños del inmueble. Primero uno de los tres hijos, quien era “muy borracho”. Luego otro hijo, que vendía droga ahí. “Lo encontraron muerto adentro. Empezó a oler”, relata.
Por último, el papá, que se fue a habitar la casa luego de la muerte de dos de sus hijos, pero murió hace aproximadamente seis meses. Dos meses después, el lugar fue habitado por la mujer con el niño de cuatro años, y la pareja embarazada, entonces, de los gemelos.
A estos últimos los habían corrido, cuenta el hombre, de otra casa cerca de ahí, por no querer pagar renta.
La persona que decidió hablar con Norte Digital dijo que presenció el momento en que sacaron los cuerpos de los bebés. Estaban morados. Un agente ministerial le dijo que eso pasa “cuando una persona se duerme arriba de ellos”. Ahora se muestra consternado y molesto porque dejaron libre a la pareja, por falta de elementos para buscar un juicio en su contra, según la Fiscalía General del Estado.
La casa tiene por techo hojas de lámina, y las paredes de las fachadas no llegan hasta arriba. Tienen ya bloques de adobe gastados que permiten entrar el aire, el polvo y el sol por ahí. Las láminas arriba están detenidas por más bloques sueltos. Se roban la electricidad, cuenta el vecino, y la Comisión Federal de Electricidad no hace nada, pese a las denuncias directas ante el personal que acude a atender otras diligencias a la zona.
Platica también que “La Polla” (como dice que se le conoce a María Teresa L. L.) suele pasarse el día en casa, donde cuidaba a los gemelos, o de donde salía a pedir dinero a los vecinos.
La noche del jueves, previo al hallazgo de los cuerpos sin vida de los bebés, la mujer andaba por la calle en un evidente estado de intoxicación, señala. Una noche como cualquier otra, detalla, en que se la pasa gritando junto con los otros adultos que habitan esa casa, en uno de los episodios de efectos de las drogas que consumían.
El arroyo de aguas negras que emana del frente del hogar hacia la calle se une al río pestilente en la calle cuesta abajo, igual que un probable caso de omisión de cuidados o las denuncias por estar colgados a la luz o el problema de adicciones en la sociedad juarense se une al río de impunidad y desatención que encauza la autoridad.
“¿Qué le están dando a la ciudadanía a entender? Haz lo que quieras y no hay pedo”, sentencia el vecino.
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