En tono de broma, quien hasta ayer era juez de Primera Instancia del Sistema Penal Acusatorio en funciones de Juez de Control del Distrito Judicial Bravos, Luis Javier Ortiz Beltrán, afirma que tras quedar desempleado gracias a la reforma judicial que arrasó con miles de jueces en todo el país, ahora pondrá un puesto de comida, al cual podría bautizar como Gorditas Su Señoría.
Lo dice para romper el hielo, sin embargo, tampoco descarta emprender algún negocio de los que dan sustento a muchas personas en Ciudad Juárez.
Menciona que duró 18 años en el Poder Judicial del Estado y en los últimos le tocaron casos de alto impacto.

Durante su carrera judicial atendió muchos asuntos relacionados con delitos graves como homicidio, robo de autos con violencia (carjacking), extorsión, secuestro y fraude, entre otros.
Es 1 de septiembre y tiene apenas unas horas que dejó de ser juez, por lo que todavía no puede siquiera asimilarlo. Afirma que, de seguro, le quitaron un gran peso de encima con tanta preocupación que cargaba todos los días; sin embargo, por el momento siente que la adrenalina la trae arriba.
Algunos han dicho que dejaron sueltos a los tiburones para que puedan litigar casos ante jueces inexpertos, pero tienen el candado de que por dos años no podrán ejercer en la materia en que son especialistas, dentro de lo que era su distrito judicial.
Ortiz Beltrán no tiene problema con las restricciones, porque los proyectos personales que trae son amplios y, de inicio, lo primero que quiere es tomarse unas vacaciones.
Menciona en entrevista con Norte Digital, que la reforma judicial se hizo por una visión política, más que legal, para hacerse del poder en más bloques por parte del grupo gobernante. Dice que era más que obvio el objetivo de la reforma, porque los amparos nunca se cumplieron y el abuso se dio como una “aplanadora”.
Revela que dos partidos políticos le ofrecieron meterlo a los acordeones, asegurándole un cargo; sin embargo, rechazó la oferta porque siempre calificó la reforma como una farsa y no sería partícipe de lo que criticaba.
Anota que sus 18 años en el Poder Judicial del Estado fueron de una carrera limpia, aunque no faltaron las vicisitudes, como la ocasión en que lo amenazaron de muerte al dejarle una corona fúnebre en su casa. Ni así se amedrentó, y de tal forma que ahora, con la reforma, optó por retirarse en congruencia con su actuar de siempre.

De seminarista a juzgador de criminales
Señala que proviene de una familia de abogados y que al inicio no pensaba en seguir el mismo camino, pues el voleibol y las carreras atléticas eran su máximo interés, donde incluso fue campeón estatal de los 400 y 800 metros planos.
Refiere que en su trayectoria está el haber sido estudiante del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez durante casi cinco años, donde tuvo importantes materias como filosofía, psicología y humanidades. Descubrió finalmente que no era su vocación el sacerdocio, pero le dio bases para su desarrollo personal y profesional
Ortiz Beltrán comenta que empezó la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y, desde un inicio, su maestro —el entonces juez Tercero de lo Penal, José Alberto Vázquez Quintero— lo impulsó para que ingresara al Poder Judicial del Estado, donde su primer puesto fue el de auxiliar escribiente con el magistrado Roberto Siqueiros.
Ya con su título pudo aspirar a otros cargos, aunque primero brincó de escribiente a un Juzgado de Garantía y después pudo ser encargado de las salas de audiencias, jefe del área de Amparo, administrativo, actuario, cubrir interinatos de secretario proyectista y, finalmente, en el año 2018 se le abrió la oportunidad al participar en el concurso de jueces. Por sus calificaciones, quedó entre los mejores: de los 507 abogados que se inscribieron, obtuvo una de las 32 plazas disponibles en Juárez.

Prevé que les harán el trabajo a los nuevos jueces
Narra que cursó maestrías y especialidades, además de diversos cursos, considerando que ha sido una vida de estudio y de trabajo que le ha valido obtener una experiencia única que los nuevos jueces no tienen, y quienes la llevarán serán los justiciables.
Señala que algunos perfiles que pudieran hacer un papel medianamente aceptable son los de personas que han sido operadores de la Fiscalía estatal; pero en el caso de los que han sido únicamente litigantes, duda mucho que puedan tener un buen desempeño por su inexperiencia.
“Sé que se necesitaba una reforma (judicial) por temas de nepotismo en altas esferas de la Corte o de tribunales colegiados, pero yo siempre dije que no era la forma, que había otras formas para desarticular ese tipo de grupos”, afirma.
El juez en retiro detalla que en el caso de Chihuahua se impulsó una reforma a la Ley Orgánica, donde se aprobó que los jueces que iban a salir y tuvieran más de 15 años de servicio pudieran tener derecho a un proporcional.
Refiere que con los cambios, lo que se advierte es que les van a cargar la mano a los jueces con mayor experiencia, haciéndoles el trabajo a los nuevos, lo cual no vio como viable.
Cuando los partidos políticos lo invitaron a aparecer en los acordeones, menciona que consideró que después le pasarían la factura por ese interés creado, lo cual rechazó.
¿Se acabó la democracia en el país?, se le pregunta.
“Si no se murió por completo, fue un golpe muy duro, que nos va a costar mucho volver otra vez a construir. Habíamos avanzado mucho en temas de derechos humanos, en varios rubros, no solamente en justicia. Yo creo que, al menos en impartición de justicia, nos va a costar levantarnos un poquito”
Calificó los actuales tiempos como “medio oscuros”, donde al no haber verdadera impartición de justicia, pudiera haber un eco negativo en la sociedad que terminaría generando más violencia.
Finalmente, señala que le tocará, desde otra trinchera, colaborar con su granito de arena para crear un equilibrio, un contrapeso.
“Después de toda esta elección tan desaseada que se vivió, creo que al final del día ellos van a tener que legitimar si realmente traen las tablas, la experiencia, y la historia los va a juzgar”, enfatiza.
La despedida
Hace unos días reunió a sus compañeros de trabajo del Juzgado en una de las salas de audiencias, donde les agradeció su colaboración y se despidió de ellos.
Dio gracias a Dios y a la vida por haberle permitido ejercer de juez en una ciudad tan complicada como Juárez, donde “no es fácil; sin embargo, ustedes saben que siempre salimos adelante con la frente en alto”.
Les deseó a los compañeros que llegan “el mejor de los éxitos”.
“No es fácil ser juez, sobre todo en esta ciudad; se requiere ser valientes, íntegros, inquebrantables, que no sucumban ante los intereses de muchas personas, de los poderes fácticos. Ojalá puedan ser esos centinelas que tutelen los bienes más caros de la sociedad, sobre todo en materia penal: la libertad, la vida y el patrimonio”.
“Entrego esta toga pura, limpia y sin mancha, espero que así se conserve por parte de quienes van a empezar esta nueva función como jueces”.
Luego dio su último mayetazo en el escritorio, como conclusión de su última audiencia, y declaró su propio caso cerrado.
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