Durante esta tarde, tres agentes de la Policía Municipal, cambiaron su uniforme por camisa, pantalón de vestir y, en lugar de ir hacia su estación y presentarse a realizar sus patrullajes cotidianos, se encuentran dentro de Ciudad Judicial testificando contra 5 hombres.
Esos individuos, fueron arrestados la madrugada del 12 de agosto de 2022. Versiones de los agentes municipales señalan que fueron detenidos tras un enfrentamiento armado, que dejó como resultado a un agente gravemente herido, y a seis personas detenidas.
Sin embargo, tras aquel enfrentamiento, uno de los detenidos había quedado gravemente herido y posteriormente falleció estando bajo custodia de las “autoridades correspondientes”.
El infierno en las calles
El relato de los policías comienza a las 10:00 horas del 11 de agosto de 2022. Aquel jueves, no había indicios que indicaran que no sería como cualquier otro cálido día de verano. Sin embargo, a las 12:00 horas, un llamado alertó a todas las corporaciones policiacas.
La información era escasa, pero la urgencia era extrema: algo sucedía en el Cereso. Los policías cuentan que estando ahí, no conocían con exactitud de qué se trataba, pero su labor no es para cobardes y no tenían forma de huir del cruel destino que la vida les tenía preparado: entrar al infierno que se había desatado al interior de aquella cárcel.
Agentes municipales de un lado y policías estatales del otro, fueron los primeros en entrar a donde los custodios habían perdido el control. Fuego, caos, sangre, heridos, reos corriendo sin destino, fueron algunas de las cosas que los agentes empezaron a ver mientras ingresaban al penal.
Según sus propios testimonios, los policías sintieron que esa operación era la última en la que participaban, debido a que, a pesar de que iban cientos de ellos, el sonido de la puerta que se cerraba con candado mientras el grupo de agentes avanzaba lentamente al Cereso, era como un llamado del destino. “O nos protegemos entre todos o no salimos vivos de esta”, pensó uno de ellos.
Poco a poco, los elementos de distintas corporaciones lograron tomar el control de la cárcel de Ciudad Juárez, alrededor de las 3:00 de la tarde. Los policías fueron los primeros agentes de la ley en abandonar el recinto. Se quedaron esperando órdenes de superiores y a los pocos minutos, retomaron sus “labores normales”.
Un día anormal, un día de sangre
No obstante, aquel día tendría de todo, menos normalidad. El primer reporte que atendieron fue, quizá, uno de los más trágicos. En la calle Hiedra se reportaba el ataque contra una tienda de conveniencia, hombres armados llegaron, dispararon contra el lugar y le prendieron fuego: al interior, quedaron dos mujeres que no pudieron ser rescatadas.
Después de eso, los eventos, como ellos los llaman, o desgracias, para el resto de los juarenses, comenzaron a presentarse una tras otra. Ataques a tiendas, negocios, civiles. El crimen organizado se había apoderado de todo y confiesan los agentes que hubo un punto en el que hubo tantos reportes de emergencia, que ya ni siquiera sabían a cuál tenían que ir.
Alrededor de las 9:00 de la noche, la ciudad había enmudecido: la gente se metió a sus casas para resguardarse y los policías estuvieron solos ante el peligro, recuerdan los oficiales.
El tiempo transcurrió, pero las agencias de seguridad no dejaron de estar en alerta. De acuerdo con el testimonio de uno de los oficiales, ofrecido este día en audiencia, durante la madrugada recibieron el reporte de un vehículo en el que se encontraban hombres armados en la colonia Ampliación Aeropuerto. Personal de seguridad de una maquiladora les había compartido un video en el que se observaba dicho hallazgo.
Por esa razón, algunos agentes se habían quedado a patrullar cerca de la zona. Narran que entre las 3:00 y 3:30 de la madrugada, llegó un segundo reporte de un hombre armado dentro de una camioneta Tahoe color guinda, en el cruce de las calles Ajenjo y Copaiba, en la Ampliación Aeropuerto.
Dos agentes municipales fueron los que lo interceptaron y le pidieron que se parara. El hombre se detuvo afuera de un domicilio marcado con el número 9714, de color crema y barandal blanco, según los agentes.
Los policías bajaron de su unidad, al mismo tiempo que el hombre de la camioneta, que llevaba un arma en su mano y comenzó a dispararles. Los agentes se cubrieron en las camionetas, pero el hombre entró corriendo hacia el domicilio, donde, de acuerdo con los testimonios de los agentes, había otros hombres esperando para ayudarle a entrar.
En medio de una lluvia de balas
Una vez que el hombre de la camioneta entró al domicilio, comenzó lo que los agentes describen como una “lluvia de balas”. Destellos y un ruido como el que nunca había escuchado en su poca o mucha experiencia como agentes policiales.
“Nunca había vivido algo de esta magnitud, nunca me habían disparado, nunca había estado en riesgo de perder la vida, en la Academia no te preparan para morir. He estado en otros operativos, en otras balaceras, nos han atacado directamente en las estaciones, pero nunca le había mandado un mensaje a mi esposa hasta esa vez, tenía miedo de morir, le dije que ‘hubo un enfrentamiento, pero aquí estamos’”, declaró un agente.
Los policías detallan que los disparos venían de todas las direcciones, pero únicamente salían del interior del domicilio. A mitad del enfrentamiento, uno de ellos cayó herido de gravedad. Un disparo entró en su estómago y como pudieron, algunos de los agentes lo cargaron y pusieron en resguardo detrás de una patrulla.
Los uniformados pidieron apoyo, activaron lo que se conoce como “botón de pánico”, que es una alerta que se emite a todas las corporaciones. En cuestión de instantes, el apoyo llegó al lugar y, pese a que los de la casa no cesaban en sus ataques, los policías lograron tumbar el barandal con ayuda de una patrulla.
El semblante de quienes cuentan esta historia se rompe en este punto, y es que es doloroso recordar aquel sentimiento que venía a sus mentes al ser los primeros que, tras el intenso ataque recibido, tenían que entrar al domicilio donde estaban aquellos que “tiraban a matarnos”.
Entraron apuntando a los que estaban en el interior, quienes hicieron lo mismo con sus armas. Aquellos hombres, al verse superados, tiraron sus municiones y trataron de huir corriendo hacia el patio trasero de la casa, pero fueron alcanzados por los agentes, quienes terminaron por arrestarlos.
Dentro de la casa detuvieron a tres y en la calle a otros tres. En total fueron seis hombres, pero los agentes mencionaron que uno de ellos, en su intento por huir, cayó de un techo y quedó gravemente herido y, aunque en el momento de la detención parecía “bien”, terminó por morir mientras estaba bajo custodia de la Fiscalía General del Estado.
En el lugar, se aseguraron tres armas largas, cuatro celulares y la camioneta Tahoe color guinda.
Detenidos alegan contradicciones
La defensa de los detenidos señala contradicciones en el relato de los policías, en relación con la cantidad y el calibre de las armas decomisadas. Así como que en su declaración ante las autoridades judiciales, hay partes que no fueron explicadas en el parte de los hechos.
Sin embargo, ellos sostienen que se trató de un hecho tan traumático, que hay muchas cosas de las que se percataron hasta tiempo después, como que en el parte policiaco habían puesto que se decomisaron cuatro armas, cuando en realidad habían sido 3.
Explicaron que habían trabajado sin descanso por alrededor de 26 horas, y que aquellos hechos dejaron secuelas en su calidad de vida, como no poder dormir por temor a que se trate de una balacera.
Aquellos hombres que fueron detenidos se encuentran del otro lado de la Sala de Apelaciones número 4, al interior de Ciudad Judicial. Por ahora, los agentes requeridos para esta ocasión ya no volverán a ser requeridos, pero el desahogo de pruebas, y la batalla entre abogados, continuará mañana martes.
*Por petición de los involucrados en el proceso, se pidió que se omitieran datos personales que pudieran identificar a los testigos, así como de los representantes legales y las personas detenidas
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