Las nuevas tecnologías nos ofrecen en la actualidad más conectividad a distancia, pero al mismo tiempo nos separan más como seres humanos. Desarrollar conexiones más cercanas se vuelve una tarea difícil. Es la ironía de la innovación.
Hoy vemos muchas manifestaciones de polarización, de división de pensamientos y creencias, de rechazo por las opiniones de los demás. Necesitamos ahora más que nunca desarrollar más la empatía y la resiliencia.
Por empatía entendemos la capacidad para ponernos en los zapatos (o zapatillas) de los demás, coloquialmente hablando. Es decir, intentar sentir o vivir lo que está pasando el otro ser humano y mostrar solidaridad hacia él o ella.
Resiliencia, por otro lado, es la capacidad para superar la adversidad y salir adelante de una situación difícil, por ejemplo, de una situación familiar o personal.
Desarrollar ambas nos permite tener más sensibilidad y apertura ante lo que se va presentando en el camino. Y con el desarrollo de buenas habilidades de comunicación nos ayuda a ser mejores personas y, por ende, ciudadanos más proactivos que contribuyen de manera positiva a la colectividad.
Alcanzar mejores niveles de empatía y de resiliencia en nuestras comunidades debe comenzar con la formación de mejores “agentes resilientes”, es decir, con la generación de promotores de estas virtudes sobre todo entre los jóvenes.
Los periodistas y los medios de comunicación, por ejemplo, podemos contribuir a este esfuerzo mostrando más ángulos positivos en las noticias y no solo exponiendo los hechos de sangre. Muchas veces en el drama de la noticia hay asomos de heroísmo, de terceras personas mostrando solidaridad ante las víctimas, de arrojos de superación personal ante la adversidad. Son aspectos y hechos que generalmente quedan al margen de la nota o video publicados.
Los maestros y maestras, por su cuenta, pueden actuar desde las aulas como “agentes resilientes” sembrando en sus estudiantes mejores prácticas de convivencia en clase, buscando que estos modelos se trasladen también al hogar y a la vida social.
Los docentes encaran el reto de fomentar más el pensamiento positivo y la autoestima, ayudar al estudiante a enfocarse en sus fortalezas y habilidades y promover su capacidad para pensar de manera positiva y constructiva en situaciones difíciles. El juego de roles de empatía en clase (“¿Qué harías tú en su lugar?”) es una técnica siempre divertida y de aprendizaje seguro.
El progreso de una sociedad se mide no solo por el desarrollo de tecnologías y su avance industrial y comercial. Contar con una buena calidad de vida, de convivencia y respeto con el vecino —impulsada por los motores de empatía y resiliencia— es también una variable fundamental a tomar en cuenta.
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