Elpidia García (1959) es una mujer que “le hace al cuento”, amante de las letras. De esas que disfrutan encontrar la hebra que le ayudará a desatar la imaginación para después entretejerla a una antología de emociones.
Desde pequeña le gustó la lectura, sin embargo, no siempre tuvo la fortuna de acceder a los libros debido a la condición modesta de su familia. Tampoco le fue posible asistir a la universidad. A los 15 años debutó en la industria maquiladora en donde empezó a trabajar como operadora. “Así como lo han hecho miles y miles de juarenses”.
Pese a haber entrado como operadora escaló posiciones rápidamente. Se puso a tomar clases de inglés y cuanta capacitación se le ponía enfrente. Pronto se convirtió en gerente de operación y tras 22 años de trabajo intenso en la industria, decidió cambiar las jornadas arduas y de tiempos extras por los relatos.
Su sueño de ser escritora se pospuso más de 20 años porque existía la necesidad de trabajar. Ella asegura que empezó “ya vieja”, a los 45. “Un escritor por lo general empieza joven pero uno empieza a hacer las cosas que le gustan cuando se puede en la vida”, expresa.
Las cosas con el trabajo no siempre fueron muy bien. Por varios años las empresas en las que laboraba cerraban y eso implicaba recomenzar cada vez. Hasta que decidió que se alejaría de la maquila para hacer realidad su deseo de escribir.
Con el apoyo de su esposo decidió dejar de trabajar para cultivarse en el arte de las letras. Antes de su primer cuento debió leer mucho. Eran obras de autores nacionales e internacionales, desde clásicos hasta escritores contemporáneos.
“No podemos aspirar a escribir bien si no leemos, si no vemos cine, si no vamos al teatro. Necesitamos empaparnos de ese arte creador; leer mucho para aprender como lo han hecho los grandes escritores.
La ambición de Elpidia siempre fue convertirse en escritora. Recuerda como en la secundaria su hermano Agustín y ella se inscribieron en un taller de literatura, tendrían entonces entre 13 y 15 años.
Actualmente él es poeta y tiene varios libros publicados y ella se acaba de adjudicar en octubre pasado, el premio Bellas Artes de cuento Amparo Dávila 2018, con la obra que se titula El hombre que mató a Dedos Fríos.
Dedos Fríos, la inspiración
Elpidia nunca sospechó que Dedos Fríos la catapultaría al escaparate nacional. Si bien había ganado otros premios y envió el cuento al certamen nacional por “disciplina”, la noticia de que había sido la ganadora le cayó “como balde de agua fría”.
Sobre Dedos Fríos cuenta que se inspiró en el famoso asesino cuando al caminar por la calle San Antonio, de El Paso, Texas, se detuvo a leer una placa de bronce que brevemente decía que en ese lugar existió una cantina en la que mataron a John Wesley Hardin, mejor conocido con el alias de Dedos Fríos.
A partir de ese momento se puso a investigar sobre la vida del bandolero para después escribir su propio relato. Un cuento estilo wéstern.
Del personaje la cautivó no el hecho de que haya matado a tanta gente sino que estando en prisión, Hardin terminó su carrera en leyes y además escribió sus propias memorias.
Aún persiste en su memoria el recuerdo de ese día de octubre en que lloró de alegría “por tanta emoción, luego de que la directora nacional de Bellas Artes le marcó para preguntarle si ella era Elpidia García, si su seudónimo era la Dama de Shalott, porque se había convertido en la ganadora del premio Bellas Artes de cuento.
Dentro de sus planes futuros está el “no hacerla tanto de cuento” pues se encuentra “tejiendo” su primer novela.
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