Ya en otra ocasión había escrito sobre alguna obra de Élmer Mendoza (Culiacán, 1949), El amante de Janis Joplin. Mendoza es novelista, columnista de El Universal, ganador de varios premios literarios y creador de una saga detectivesca liderada por El Zurdo Mendieta, entre otras sutilezas. En esta ocasión les hablaré de Cóbraselo caro (2005), novela que propone una relectura de Pedro Páramo (1955) de una forma muy peculiar. Invitación muy ad hoc, a propósito del estreno de la nueva adaptación de la novela de Juan Rulfo.
En Cóbraselo caro, por cierto, frase tomada de la novela rulfiana en que la madre de Juan Preciado le pide esto, se narra la historia de un ciudadano estadounidense con raíces mexicanas, quien tiene tres restaurantes en Chicago, Nicolás “Nick” Pureco, casado con Lily. Parece que todo va bien en su vida, pero de pronto decide que quiere conocer más de México y se topa con la novela Pedro Páramo, a partir de ahí se da un quiebre en su mente y cual personaje quijotesco, decide ir a buscar los restos de Pedro Páramo a Comala, recordemos que al al final de la novela se lee que cae muerto y se desmorona como un montón de piedras. Entonces, va a Tuxcacuesco y otros sitios de Jalisco para encontrar esas piedras del cuerpo de Pedro Páramo.
La novela simula esa búsqueda irracional de un empresario exitoso en Estados Unidos que decide viajar a México buscando una quimera. Solo va encontrando su pérdida de memoria, el encuentro con fantasmas y tinieblas que lo hacen extraviarse y perder su vida poco a poco, ya que su mujer lo abandona en su locura y viaja hacia el lado contrario, se dirige hacia el norte, a Canadá. La estructura fragmentaria busca emular aquélla de la novela rulfiana.
Podemos leer Cóbraselo caro como un descenso a los infiernos, casi como Dante en su viaje de iniciación, pero Dante sale airoso, no así Nick Pureco. En esta obra vemos a Mendoza como un lector apasionado de Rulfo, ya que no solo está referida Pedro Páramo en varias ocasiones, sino que también hay guiños a cuentos del mismo Rulfo, como “Luvina” y el maestro rural que cuenta la anécdota en la cantina abandonada. Me parece que se trata de una obra homenaje a Rulfo y que vale la pena leer, así que, anímense.
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