Originaria de Torreón, Coahuila, pero residente de Juárez desde hace más de 40 años, Elba María Rosales no pudo reunirse con su hermana Isabel este 10 de mayo.
Cada año, desde que inició el programa binacional comunitario ‘Abrazos No Muros’ en 2018, ella y su hermana Matilde, que también vive aquí, aprovechaban para abrazarse con Isabel, que radica en El Paso.

El decreto del Gobierno estadounidense que declaró a la franja fronteriza como zona militar, levantó un muro que ahora sí, resultó infranqueable.
“Estoy contenta porque tengo aquí a mi hermana y a la vez triste porque me falta la otra”, comentó Elba María sin soltarse de sus tres hijos y su hermana Matilde, mientras fotógrafos y camarógrafos captaban el momento.
Eran las 9:30 de la mañana y sobre el camino que serpentea por la orilla del Bravo, ya se había congregado un grupo de personas, la mayoría mujeres, con playeras amarillas impresas con la frase en inglés ‘Hugs Not Walls’.
Cada una de las madres participantes, recibió una rosa como un regalo por el 10 de mayo.
La familia de Elba María, Matilde e Isabel, forma parte del grupo de cerca de 300 que se reunían cada año desde 2018, convocadas por la organización Red Fronteriza por los Derechos Humanos, responsable de la logística del evento.

En los primeros años, el encuentro se daba caminando sobre el cauce del río, sin importarles que el agua les empapara los tenis; en años más recientes, pusieron tarimas de madera.
La subcoordinadora de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, Bety Quiñones, dijo a Norte Digital que la protesta realizada este sábado, fue motivada porque el Gobierno federal estadounidense, no les permitió hacer la reunión de familias.
“Aquí estamos en este evento de ´Abrazos No Muros´, hoy no pudimos, el Gobierno federal (estadounidense) no nos permitió hacer el encuentro de familias y estamos ahorita en una protesta de dignidad y por nuestros derechos, por no más familias separadas”, expresó.
El origen del movimiento, refirió, fue hacerle ver al Gobierno de Estados Unidos la importancia de no separar más familias.
“Estamos reclamando que nuestras familias se puedan dar un abrazo y juntarse, por los años que no se han podido ver y este año, no pudimos hacer este reencuentro”, lamentó.
Como los años anteriores, la agenda de este sábado incluyó actividad en ambos lados del río, con la particularidad que ahora las familias en El Paso no pudieron acercarse tanto al bordo, debido a la presencia militar que tiene el área bajo resguardo.
Aquí en Juárez, se apostaron con marionetas o mojigangas a la altura del monumento al Nuevo Ciudadano, unos 200 metros al poniente del cruce de bulevar Norzagaray y calle Arroyo del Mimbre.
En El Paso, lo hicieron en el parque Doniphan ubicado en el 1800 de la calle West Paisano, localizado en un fraccionamiento privado.

De este lado, la protesta incluyó mariachis que, poco después de las 10:00 de la mañana, llegaron cantando Las Mañanitas a propósito del Día de las Madres.
Al oír la música, el llanto de las dos hermanas, fue inevitable.
Fue como si hubiera caído lluvia en el desierto; de aquel lado, soldados estadounidenses realizaban maniobras cerca de la alambrada.
Aquí, estaban a punto de mitigar la tristeza con una comida, muy al estilo mexicano, donde se opta por ponerle sabor y alegría, a las circunstancias difíciles.


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