Si uno avanza hacia el sur en la calle Ramón Rayón, desde la avenida Waterfill, se encontrará con lo que solía ser el Salón Amaretto. Este era un lugar de diversión bohemia, en donde incluso Los Silver llegaron a presentarse en más de una ocasión. Había un bar y en la parte trasera se encontraba un motel con varios cuartos. Era un lugar de diversión y picardía.
El Salón Amaretto cerró entre 2010 y 2011, fue uno más de los establecimientos que cerraron debido a la violencia provocada por la guerra contra el narco. Desde entonces se mantiene como una víctima del tiempo y del olvido. Cada centímetro del salón se deterioró y acumuló suciedad.


La maleza creció, la instalación eléctrica fue saqueada, los árboles y pinos se secaron, los intrusos rompieron los vidrios y llenaron de grafiti cada una de las paredes. Al interior se aprecian paredes tiznadas; quizá fue algún incendio o una fogata imprudente. El abandono se refleja en todo el lugar.
Hay botellas de licor por doquier, dentro de ese laberinto que incita la claustrofobia dentro del Salón Amaretto. Bajo el techo destartalado con alambres y varillas colgando, hay barricadas, trincheras y fuertes, que fueron montados por algunos entusiastas que adaptaron este espacio para ser un campo clandestino de paintball.


Hay balas de pintura desperdigadas por todo el suelo y por la parte trasera, donde solía estar el motel. Hay llantas apiladas en toda el área trasera. Luce como un campo de batalla del fin del mundo, como si en cualquier momento fuera a aparecer Arnold Schwarzenegger detrás de un peligroso esqueleto robot.
Todavía se aprecia el espacio donde se ubicaba el jacuzzi de las habitaciones más caras. Qué bien debieron pasarla aquellos que luego de tomar una copa y escuchar a Los Silver, culminaron su velada retozando de amor en aquellas habitaciones hoy devastadas.


Al menos alguien le encontró un buen uso a este edificio y al antiguo motel, aunque tal vez debería ser considerado por las autoridades para crear más espacios de recreación y deporte.
La juventud tomó este vestigio de una Juárez abandonada y lo convirtió en un lugar donde pueden liberar su energía y algo de adrenalina por medio del paintball. Al menos ellos se encargan de podar las ramas de los árboles secos.
