El monstruo sigue vivo. No en laboratorios lúgubres ni en castillos góticos, sino en las páginas que siguen interpelando a generaciones enteras. Cada 30 de agosto se conmemora el Día de Frankenstein, fecha que coincide con el nacimiento de Mary Shelley, la mujer que, a los 18 años, escribió la obra que dio origen a la ciencia ficción y nos obligó a mirar de frente a nuestros propios demonios.
Shelley nació un 30 de agosto de 1797 y en 1818 publicó Frankenstein o El Moderno Prometeo. No era una historia de terror para asustar en las noches, sino una reflexión sobre la ambición humana, los límites de la ciencia y la soledad de los distintos. El doctor Víctor Frankenstein dio vida a una criatura que la sociedad rechazó antes de conocerla: un espejo cruel de la intolerancia que todavía persiste.


¿Por qué se celebra?
El Día de Frankenstein no es una festividad oficial, sino un homenaje cultural. Se recuerda la osadía de Shelley —escribir en un mundo que despreciaba a las mujeres intelectuales— y la vigencia de su monstruo incomprendido. La criatura, erróneamente llamada “Frankenstein”, encarna a todos los excluidos: el que es distinto, el que carga con el estigma, el que nunca encuentra un lugar.
En bibliotecas, universidades y foros culturales de todo el mundo, la fecha se convierte en ocasión para releer la novela, montar adaptaciones teatrales, organizar charlas sobre ética científica o simplemente disfrutar de un maratón de cine clásico inspirado en el mito. En redes sociales, las frases de Mary Shelley se multiplican como recordatorio de que su obra no envejece.
El monstruo en nosotros
Más de dos siglos después, Frankenstein sigue latiendo. Cada 30 de agosto nos recuerda que los monstruos más temibles no son los que imaginó Shelley, sino los que fabricamos con nuestra indiferencia: la exclusión, la discriminación, la ambición sin freno.
La voz de la criatura, perdida en el tiempo, sigue preguntando con ternura desgarradora:
“¿Acaso no merezco yo también un poco de compasión?”

¿Por qué deberías leer Frankenstein hoy?
1. Es la primera novela de ciencia ficción
Mary Shelley se adelantó a su tiempo y abrió un género que siglos después sigue marcando la cultura popular.
2. Una crítica a la ambición sin límites
El doctor Frankenstein encarna la obsesión por el poder y la ciencia sin responsabilidad, un debate que hoy sigue vivo con la inteligencia artificial, la biotecnología y la manipulación genética.
3. El monstruo eres tú, soy yo, somos todos
La criatura refleja al diferente, al rechazado por la sociedad. Leerlo es mirarnos en el espejo de la exclusión.
4. Un alegato por la compasión
Pocas obras plantean con tanta fuerza la necesidad de empatía hacia quienes son marginados.
5. Una historia escrita contra el tiempo y contra el poder
Shelley tenía apenas 18 años y se atrevió a escribir en un entorno que despreciaba la voz de las mujeres. Leerla es también rendir homenaje a esa valentía.
6. Más actual que nunca
Ciencia, ética, soledad, intolerancia: los mismos dilemas que planteó hace más de dos siglos siguen tocando las fibras del presente.
7. Un clásico que no envejece
Sus páginas no solo son literatura: son advertencia, espejo y testamento de lo humano.