Como bien lo advirtieron los expertos en inteligencia artificial, el tema podría utilizarse también para el mal, y en Ciudad Juárez ya hay víctimas de este nuevo fenómeno donde se manipulan imágenes para presentar una realidad distinta con fines de extorsión.
Jeremías, como llamaremos a la víctima para proteger su identidad, es un hombre de 20 años de edad que reside en esta urbe fronteriza.
Hace unos días fue presa de una persona que lo contactó de forma repentina.
Todo sucedió por la red Instagram, donde de buenas a primeras, un supuesto sujeto le envió unas fotografías pornográficas falsas, donde aparecía su rostro.
Jeremías menciona que el intruso pudo robar las fotos de su perfil fácilmente, debido a que no le tenía restringido y cualquiera podía acceder.
Así que dicha persona tomó tres fotos, se las colocó a cuerpos desnudos de otros hombres y se las envió por dicha aplicación.
Comenzó a amenazarlo con que le depositara dinero, o de lo contrario dichas imágenes las enviaría a sus contactos, para avergonzarlo.
Completamente sorprendido por la inusual situación, Jeremías no supo cómo obrar y realmente se asustó, de tal manera que lo único que se le ocurrió fue empezar a negociar con la persona, dándole largas e insistiendo en que no tenía tal cantidad de dinero. Le solicitaba 32 mil pesos.
Al paso de los días, ahora el joven de 20 años refiere que la comunicación con el estafador duró alrededor de tres horas y lo fue envolviendo de tal manera que rompió contacto con su propia familia, porque no quería que sus padres o sus hermanos pudieran ver las fotos, ya que podrían creer que realmente era él quien se las había tomado.
Menciona que los estafadores son muy hábiles, al grado de que van pidiendo capturas de pantalla de lo que está haciendo la víctima y no le dan tiempo de pensar en otra cosa más que en lo que le van pidiendo.
El objetivo es aislarlo, aún en su propia casa.
En algún momento sí intentó transferirle recursos al vividor, pero no tenía lo suficiente en la tarjeta y hasta le pidió prestado a uno de sus hermanos.
También, salió de su domicilio sin avisarle a nadie a dónde iba y se dirigió a una tienda de conveniencia, con el objetivo de hacer un depósito a la cuenta que le dieron. Ya para entonces, el acosador había aceptado que con 2 mil pesos se detendría de “exhibirlo”.
Para su fortuna, cuando su madre advirtió que ya era mucho lo que tenía “ausente” su hijo y que salió de la casa sin avisar, cosa que nunca ocurría, ella supo que algo andaba mal.
Entonces la madre marcó al teléfono de Jeremías y aunque él pensó en no contestar mientras iba llegando a un Oxxo, cambió de opinión.
En cuanto contestó, su madre le gritó: “¡Regrésate! ¿Dónde andas?”.
Menciona que fue como el despertar de una pesadilla y hasta ese momento supo que todo era un intento de extorsión de un delincuente que en su ocio en alguna prisión, podía dedicarle el tiempo suficiente a un asunto de esa naturaleza, hasta conseguir su meta con el solo uso de las palabras para intimidar.
Ya en la tranquilidad del hogar, Jeremías entendió las recomendaciones de las autoridades: en el sentido de que no se debe establecer comunicación con desconocidos, que la extorsión termina al colgar el teléfono o dejar de contestar mensajes.
Entendió también que aunque el estafador decida publicar una fotografía o un video de su víctima, así fuera real, se trata de un delito y quien debe ser castigado es el delincuente.
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