Las imágenes de una máquina retro excavadora moviéndose entre el caudaloso Arroyo de las Víboras cargando niños para sacarlos de la zona de peligro, no desaparecen de la mente de María del Pilar Saldaña, directora de la guardería Cri Cri, que se localiza a unos metros del caudal.
La mujer. recuerda que en el 2006, ella ya tenía la guardería que se localiza en la calle Rumorosa, casi cruce con calle Miguel Hidalgo, cuando se suscitó un fenómeno meteorológico difícil de olvidar.
Una tromba atípica, como fue descrita por las autoridades, azotó con furia la sierra de Juárez. en el mes de julio, provocando que los arroyos bajaran cargados de una abrumadora corriente de agua que arrasó con viviendas en varias zonas, sobre todo en las aledañas al Arroyo del Indio y al Arroyo de las Víboras.
En aquel tiempo, el saldo de la tragedia fue de 4 personas ahogadas (Miguel Ángel Sandoval Cordero, de 13 años; Cecilia Casas García, de 37; María Paz García Reyes, de 79, y María Espinoza García, de 75 años). Todos ellos fueron arrastrados por la corriente. A algunos los sacó de sus casas donde se resguardaban.
Inundaciones afectaron más de 4 mil viviendas
Según el recuento de aquellos tiempos, la tromba del 6 de julio del 2006 trajo consigo una lluvia de seis días, donde casi toda la ciudad sufrió afectaciones debido a las inundaciones.
Se desbordaron dos diques, 11 más fueron superados por el caudal y tuvieron que ser desaguados, al tiempo que el río Bravo corrió a toda su capacidad, casi superando el bordo, amenazando con alcanzar los fraccionamientos aledaños al bulevar Juan Pablo II.
Las autoridades realizaron un recuento de los daños que contabilizó 4 mil 111 viviendas dañadas (mil 100 con pérdidas totales), 34 escuelas, 23 edificios de otro tipo, 54 parques, además de 127 hundimientos en el sistema de drenaje y alcantarillado.
Las calles tuvieron que ser marcadas con rayas rojas, para que los automovilistas y ciudadanos en general supieran dónde podría hundirse en cualquier momento, porque las tuberías eran viejas, de barro en algunos tramos.
Edificios como la preparatoria Altavista y la entonces Escuela de Mejoramiento Social para Menores, tuvieron que ser desalojadas. El acervo de la biblioteca de la prepa se echó a perder debido a la inundación.
Las imágenes de los arroyos eran impresionantes, por la cantidad de agua que transportaron durante días.
La directora de la guardería Cri Cri, María del Pilar Saldaña, recuerda que en el establecimiento que ya atendía desde entonces, la asistencia fue muy escasa, porque los padres de familia y sus hijos tenían mucha dificultad para sortear los arroyos naturales y no podían llegar.
Indica que en aquel año –2006– las imágenes de los niños de la otra guardería siendo rescatados, fueron aterradoras, aunque también aleccionadoras.
Sostiene que lo primero es la seguridad de los pequeños y hasta donde entiende, por ese motivo la guardería Santa María de los Ángeles cerró sus puertas al público, para no exponer a los menores a una posible desgracia, ya que la ubicación es una cuchilla y el arroyo corre por los dos lados.
El héroe que salvó a los pequeños
La tribulación que vivieron en aquella ocasión las personas que estaban en la guardería, la confirma Raúl Lodoza, un fotoperiodista a quien le tocó estar ahí en ese momento.
Menciona que, como parte de la cobertura, le tocó acudir al sector para registrar lo que ocurría tras las lluvias y la creciente del Arroyo de las Víboras.
“Yo fui, dejé mi carro ahí en el monumento al Cigarro y me fui por toda la orilla del Arroyo de las Víboras, tomando imágenes, porque en ese tiempo arrastró también muchos carros”, explica.
“De repente llegué a ese punto y había muchas madres de familia desesperadas que querían cruzar el arroyo, estaba corriendo agua, pero de repente se vino un fregazo de agua, entonces se amontonaron las mamás, se preocuparon y fueron a sacar a sus hijos ahí a la guardería”, rememora.
Comenta que repentinamente un operador de una “Caterpillar” apareció de la nada.
“(Las señoras) andaban desesperadas y no hallaban cómo cruzar porque ya estaba muy fuerte el agua y un señor vio la acción y llevó una máquina y empezó a cruzar, a desalojar los niños”, señala Lodoza.
Menciona que los maestros los subían a la pala de la máquina tipo mano de chango y luego el hombre movía el vehículo para pasarlos al otro lado.
“Así andaba, traía unos y luego los dejaba de este lado y se regresaba por más”, dice.
“Fue el que sacó a los niños, porque estaba entrando el agua por una puerta y salía por otra, muy fuerte, yo creo si no es por ese señor, a lo mejor sí hubiera arrastrado algunos niños el agua”, indica el fotoperiodista.
Agrega que la gente adulta estaba impedida para hacer algo, por la fuerza de la corriente y la enorme cantidad de agua.
“Hasta yo quería ayudar, andaban desesperadas las mamás, en shock y no se podía, estaba muy fuerte el agua”, recuerda.
Anota que es similar a lo que ocurrió hace unos días en el mismo arroyo, que arrastró de igual forma hasta vehículos y puso en riesgo a cientos de personas, pero también es una advertencia de que Ciudad Juárez sigue teniendo zonas de alto riesgo.
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