Hay novelas influyentes no solo para la literatura, sino para otras artes, como el cine, en este caso me refiero a El corazón de las tinieblas, la cual influyó para que Francis Ford Coppola realizara una de las películas más importantes e impresionantes de finales del siglo XX: Apocalipsis ahora (Apocalypse Now, 1979). Joseph Conrad (Berdichev, Ucrania, 1857-Bishopbourne, Reino Unido, 1924), fue un escritor de origen polaco que adoptó la lengua inglesa para escribir sus obras, entre las que se cuentan Lord Jim (1900), Nostromo (1904) y El corazón de las tinieblas (1899).
Precisamente de esta última obra es de la que quiero hablarles. Primero que todo hay que agradecer la traducción de Sergio Pitol, porque sin duda, las obras cobran mayor riqueza cuando es otro escritor quien traduce. En esta novela se narra la historia de Charlie Marlowe, quien es encargado por una compañía británica para buscar a Kurtz, comerciante de marfil en la África profunda. Lo que se ve en el viaje es el constante contraste entre el mundo occidental y ese mundo africano tan diverso, que antepone, como discurso decimonónico, la civilización ante la barbarie.
En el viaje, Marlowe escucha varias versiones de cómo es Kurtz, a quien aquel no conoce y en la medida en que se interna a lo más inhóspito, la figura de este último va creciendo más y más hasta convertirse casi en una leyenda. Los que hablan de él lo mencionan como alguien muy inteligente, audaz, temible y quien se impone con su autoridad, con solo el uso de su voz, casi como si se tratara de alguien mítico o divino. Marlowe, a su vez, se va llenando poco a poco de lo salvaje de la naturaleza.
Por supuesto que en la novela se encuentra una gran crítica al modelo explotador británico en contra de los lugares menos “desarrollados” o “civilizados”; al final quienes terminan cometiendo las mayores tropelías son justamente los británicos, además, en la obra podemos encontrar una especie de principio poético del propio Conrad: “para él la importancia de un relato no estaba dentro de la nuez sino afuera, envolviendo la anécdota de la misma manera que el resplandor circunda la luz, a semejanza de uno de esos halos neblinosos que a veces se hacen visibles por la iluminación espectral de la claridad de la luna”. Esto es, importa más el cómo que el qué, más cómo se cuenta una historia, que de qué se trata. Ahí está, pues, la invitación para internarse en El corazón de las tinieblas.
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