El fenómeno del abstencionismo electoral es complejo de analizar; sin embargo, se puede categorizar a través expresiones sociales que permiten interpretar las decisiones de algunos grupos que deciden no ejercer su voto. El politólogo Adán Cano contrasta algunos ejemplos.
Adán Cano, sociólogo, doctor en política social y catedrático de la UACJ, define la manifestación del abstencionismo como una expresión social y multifactorial que muchas veces indica que no se confía o no se cree en el sistema político o electoral.
Entre los factores se puede consideran que el no votar puede ser desde la simple apatía hasta un acto consciente de rechazo a los sistemas electorales y de partidos.
Cano dice que es importante diferenciar el abstencionismo del voto nulo. Son conceptos que, frecuentemente, se confunden.
En el contexto reciente, hay un voto al que se le llama voto duro, que es el de los partidos y sus estructuras políticas. Ese voto duro se puede convertir en voto nulo o voto de castigo; es decir, es el voto que se le niega a un partido político apoyado con anterioridad y al que se le castiga por su mala gestión o desacuerdos durante su mandato.
Abstencionismo: El «Si no votas, no te quejes» no aplica
Cuando una parte del electorado decide no ejercer su voto porque en definitiva no le convencen las propuestas eso no limita su participación política. Votar es una actividad, pero no es la única, afirma Cano.
“Una parte de la ciudadanía decide no ir a votar porque considera que el sistema es corrupto. Piensan que no se les respeta el voto. Aunque coincidan con un candidato en particular, su creencia es que no lo van a dejar llegar, se desaniman y no acuden a las urnas”.
Otra razón, dice el politólogo, es porque muchas de las veces, en percepción de los votantes, no hay opciones válidas. Aunque crean en el sistema, los candidatos simplemente no les convencen.
Hay un tercer factor importante, comenta Cano, y es la falta de conexión con el ciudadano de a pie que no se siente representado.
“Los obreros y obreras de las maquiladoras, los estudiantes, no se sienten representados, porque les ha faltado a los políticos vincularse con esa población”.
El clima enrarecido de los partidos es la cuarta arista que anima a la confusión del electorado, por lo que la decepción en la ciudadanía puede originar decidir no votar.
Sin embargo, ahí toca a los ciudadanos cambiar las cosas a través de los partidos políticos. La opción es participar desde la organización comunitaria, desde redes vecinales, y acudir a votar como un ejercicio libre de elección.
“Debe haber organización comunitaria, vecinal, porque es de esa forma como empieza todo en una sociedad organizada que ejerza su poder en plena conciencia de sus derechos”.
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