“Chihuahua tiene mucho pueblo para tan poco gobernador”
Andrés Manuel López Obrador / virtual Presidente de México
La violencia en Juárez es equiparable a una hemorragia que el médico ha sido incapaz de parar y el paciente se desangra. Nadie atina o nadie quiere ponerle un torniquete, para frenar la emergencia.
De 2008 a 2011 la ciudad enfrentó la peor de las crisis de seguridad en toda su historia, pero las acciones coordinadas entre sociedad y gobierno lograron estabilizar la contingencia de 2012 hasta mediados de 2016, a partir de esa fecha el paciente comenzó a desestabilizarse, justo cuando Javier Corral asumió la gubernatura.
A dos años de asumir el cargo como gobernador ha demostrado cual es su verdadera estatura. Un gobernador chiquitito que en lugar de regirse por principios antepone sus emociones.
Así como juega golf juega a ser gobernador en su estepa de las frivolidades, acompañado de su ego, sin sentido de la urgencia para los asuntos que lesionan al pueblo, absorto en lo no prioritario.
Basta observar nuestro entorno y comprobar que como nunca antes, el estado, pero particularmente Ciudad Juárez han sido abandonados por un burdo capricho del titular del Ejecutivo en el tema de seguridad. Desde su llegada en Ciudad Juárez se han cometido en sus calles más de un mil 900 asesinatos y la violencia no para.
La silla cada vez se hace más grande.
La inseguridad en Juárez no es un problema fortuito, más bien es producto del abandono estatal, el mismo gobernador lo reconoció a principios de septiembre.
De propia voz, emitió aberrantes declaraciones ante cientos de asistentes al segundo informe del reelecto alcalde Cabada:
“No había querido venir porque ese mandato (el primero de Cabada), se inició bajo un diferendo que tuvimos. Con mi ausencia, quise demostrar mi inconformidad por decisiones que entonces se tomaron”. Corral se refería al innecesario choque protagonizado contra el alcalde de Juárez por la designación de Jorge González Nicolás como secretario de Seguridad Pública en Juárez, luego de haber ocupado el cargo de fiscal general durante la administración de César Duarte.
En una línea de tiempo, habría que dar una repasada a las condiciones de inseguridad que había en el estado antes de que Corral asumiera el cargo.
En primer término se debe reconocer que la iniciativa de Cabada de nombrar a González Nicolás como nuevo jefe de la policía no fue una idea tan desafortunada como lo planteó el titular del Ejecutivo, si se toma en cuenta que durante su trabajo como fiscal general, el número de asesinatos se mantuvo a la baja. En el estado se reportaron 350 crímenes en el último año de González como jefe de la Fiscalía, en contraste con los primeros meses de gobierno estatal, y que a decir del entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, “el estado se le descompuso a Corral” al triplicarse de manera preocupante los niveles de homicidios dolosos así como la presencia de bandas del crimen organizado.
Corral se aferró en impugnar el nombramiento de González Nicolás basado en sus emociones, argumentando los vínculos del exfiscal con Duarte pero sin sostener una acusación sólida.
Con el 2018 llegó “El Año de la Seguridad” de Javier Corral. El estado se desangra y Juárez no es la excepción. De enero a septiembre, se registraron más de mil 300 asesinatos en la entidad, de los cuales 965 corresponden a Ciudad Juárez, mientras al titular del Ejecutivo le cautiva más la frivolidad, el golf, las carreras pedestres, en lugar de cuidar la vida de sus gobernados.
Su corta estatura como gobernante fue exhibida otra vez, recientemente en entrevista presentada ante los micrófonos de su canal de televisión favorito (Canal 28), en donde volvió a emitir inconcebibles declaraciones: “Quieren que el gobernador sea gobernador y policía, como si yo tuviera que estar arriba de las patrullas deteniendo a delincuentes”.
Así piensa, así se expresa el líder máximo de las fuerzas de seguridad estatal mientras las balaceras continúan presentándose día con día y el número de muertos sigue aumentando.
En una evidente falta de respeto, Corral ha preferido enfocar sus baterías en los pleitos con la federación por ‘La Coneja’ y César Duarte, en los mítines políticos en los que puede ensalsarse y jalar reflectores; también ha optado por otros distractores como servir de amo de compañía a su secretaria favorita a los partido y ha incurrido en algunas frivolidades como dejar de asisistir a los homenajes luctuosos de sus policías caídos y en cambio participar en eventos deportivos en donde pueda placearse.
Resumiendo: queda claro que Juárez no merece el gobernador que tiene. No es solo la inseguridad, es la desatención por igual en salud, educación, obra pública, etc. Es la frivolidad, sus ganas de querer pelear con medio mundo, el involucrar sus emociones en temas esenciales, su arrogancia, sus caprichos.
Ya lo dijo Andrés Manuel López Obrador en el marco de su campaña presidencial: “Chihuahua tiene mucho pueblo para tan poco gobernador”.
No es extraño que a estas alturas prevalezca en el ánimo colectivo un sentimiento de injusto abandono y desgobierno.
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