Nadie quiere volver a los tiempos oscuros que vivimos en la época de los feminicidios en los noventa, o a la de la violencia extrema del 2008 al 2011; pero nadie tampoco puede permanecer indiferente a la escalada de ejecuciones de alto impacto que estamos viendo en la ciudad, y que mantiene paralizadas a las autoridades policiacas, encargadas de prevenirlas y combatirlas.
Por mucho que nos hayamos acostumbrado a las noticias de hechos violentos, que tiñen las calles de sangre un día sí y otro también, debemos entender que un escenario de inseguridad y muerte provocado por los malos, que son los menos, no puede seguir alterando la tranquilidad de una mayoría que requiere de paz, para seguir haciendo de Juárez una comunidad progresista.
Por lo mismo, no se valen las estultas respuestas de las autoridades, cuando justifican las masacres y crímenes de alto impacto, diciendo que se trata de simples venganzas entre grupos criminales.
El ataque a personas inocentes en la iglesia cristiana del sábado pasado, donde hasta un niño de 12 años fue alcanzado por las balas asesinas, muestra con toda claridad que eso no fue un acto de venganza, sino de auténtico terrorismo contra la población civil para infundir miedo.
No hace falta ser criminólogo, ni especialista en conducta humana, para saber que esta clase de terrorismo urbano es parte de la estrategia que los grupos criminales utilizan para mantener a las comunidades sometidas y convertirse en intocables en sus territorios. Lo hemos visto en los estados del centro del país, en la región del Bajío, así como en municipios serranos del estado de Chihuahua, donde la ley del plomo, el secuestro y la desaparición es la que manda.
Esos son los actuales matones de horca, cuchillo y cuerno que no respetan nada, pero mucho menos el principio de autoridad, que ahora aparece sometido, rendido, porque resulta que los bandidos han salido más listos y picudos que los responsables de hacer cumplir la ley.
Ya lo ha dicho Mirone hasta el cansancio: sin servicios de inteligencia, nuestras corporaciones policiacas no son más que zombis que pasean por las calles de la ciudad, dando palos de ciego, mientras los malandrines juegan con ellos al gato y al ratón.
Veámoslo en los hechos. En los trágicos eventos del viernes y sábado pasado, el Centro de Respuesta Inmediata de la ciudad (CERI) recibió 47 llamadas falsas alertando de balaceras, homicidios y ataques a negocios.
De dichas llamadas, varias fueron hechas el viernes en la noche, solicitando presencia policiaca en la colonia Ciudad Moderna, lugar a donde se trasladaron las células mixtas, mientras que en la colonia Luis Echeverría los sicarios atacaban a sus anchas el domicilio donde se velaba a un hombre que fue asesinado.
El sábado, le repitieron la jugarreta a la Policía. Llamaron al 911 diciendo que en Villas de Alcalá había una balacera y cuando las fuerzas del orden se movilizaron a ese sector, tomaron por asalto a sangre y fuego el templo cristiano de la colonia 16 de septiembre, donde mataron a seis personas e hirieron a otras tres.
En ambos casos, los asesinos tuvieron tiempo suficiente para vaciar sus cargadores y escapar impunemente con rumbo desconocido.
Para los policías con años en servicio, 47 llamadas falsas dejan claro que fueron hechas por los mismos delincuentes para medir el tiempo de respuesta de la Policía, y además para alejar a los comandos policiales de los puntos donde iban a atacar.
No hay ciencia en ello. Lo dicen los agentes con experiencia que lamentan la forma como la delincuencia juega con la autoridad, la desafía abiertamente y se burla impunemente de ella.
Probablemente, en la próxima mesa de inseguridad, aborden el tema y decidan rastrear las llamadas para dar con los responsables de las falsas alertas, pero que no se les olvide que su obligación principal es brindar seguridad a la población, para la preservación de sus vidas y sus bienes. Para eso se les paga y no están cumpliendo. Todo lo demás es secundario.
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¿Dónde quedó la bolita? pregunta la diputada local América García, con respecto al destino que la Administración estatal pasada le dio al ahorro de 22 millones de pesos, llevado a cabo en la inversión realizada en la primera etapa de las obras del BRT en Juárez.
La presidenta de la comisión de Transparencia del Congreso del Estado puso el grito en el cielo el domingo pasado, y balconeó a sus compañeros de la Junta de Coordinación Política del Estado por excluirla de la reunión donde comparecerán los titulares de las Secretarías de Hacienda, Desarrollo Urbano y Ecología, así como de Comunicaciones y Obras Públicas del estado, donde darán a conocer detalles de los presupuestos asignados a varias obras en la entidad.
América planteó, desde el 27 de enero, la importancia de cuestionar a los secretarios en torno al destino que tuvieron recursos del Fideicomiso de Puentes Internacionales, que se ahorraron en la pasada administración durante la primera etapa de la obra de la ruta troncal de Juárez.
La legisladora señaló que la inversión realizada en esa etapa por la Administración corralista fue del orden de los 309 millones de pesos, sin embargo, el último reporte presentado por el Fideicomiso de Puentes Internacionales registró una inversión menor, de 287 millones de pesos, por supuestos ahorros en las obras de varios contratos asignados.
Sin embargo, nadie sabe dónde quedaron o a dónde se direccionó ese ahorro, porque, además, las obras presentan un retraso significativo que se ha convertido en un grave problema para la movilidad de los juarenses.
Si la aparente mañosada con este ahorro de 22 millones de pesos ocurrió en la pasada administración, ¿a qué le temen los diputados de la Junta de Coordinación Política, cerrando las puertas de la participación a la encargada de Transparencia que busca indagar el destino de esos recursos?
La opacidad que con esa actitud demuestran se les puede convertir en una pesadilla.
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Después de tantas malas nuevas, llega la buena noticia de que este día, 15 de febrero, la zona arqueológica Paquimé abrirá sus puertas a los visitantes, de martes a domingo, en un horario de 9:00 a 17:00 horas.
Así lo informó el delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Chihuahua, Jorge Carrera, después de la reunión que tuvo con autoridades estatales y federales para la preparación de un plan de rehabilitación del Museo de las Culturas del Norte, que fue cerrado por daños en su estructura.
Los trabajos de restauración del importante museo de la región de Casas Grandes serán abordados el próximo lunes con el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, en la Ciudad de México, por la diputada local Isela Martínez, presidenta de la comisión de Turismo y Cultura del Congreso del Estado.
Además del valor histórico y cultural que tiene en todo el noroeste del estado, el museo de la región de Paquimé es referente para el sustento de muchas familias que viven del turismo y la artesanía.