Un día sin venezolanos, es la frase con la que se pudiera describir el panorama que ayer amaneció en Juárez, previo a que Estados Unidos derogara la ley Título 42 y que provocara que gran parte de los migrantes que permanecían deambulando por las calles de la ciudad, se entregaran a las autoridades federales estadounidenses en busca de asilo humanitario.
Efectivamente, los grupos de cientos de venezolanos que permanecían en las calles del centro de la ciudad, afuera de las tiendas de autoservicio, en las plazas y en la presidencia municipal, se esfumaron.
Tampoco se vieron ayer los migrantes en los cruceros, limpiando vidrios o solicitando la ayuda de los automovilistas.
Los edificios en ruinas cercanos al Monumento a Juárez que eran habitados por decenas de venezolanos también estaban vacíos, solamente con desperdicios de lo que consumieron el tiempo que permanecieron refugiados entre escombros y basura.
Nadie desea que esa ausencia que se notó especialmente ayer, sea el preludio de una nueva avalancha de migrantes estacionados en la ciudad, cuando comiencen las deportaciones de todos aquellos que no calificaron para obtener una visa y les aplicaron el rigor del Título 8.
Para esa avalancha que tarde o temprano llegará a la ciudad, el Gobierno federal nada ha dicho ni hecho, y muchos menos ha anunciado un plan de contingencia para enfrentar la emergencia que viene, ignorando olímpicamente como hasta ayer lo hizo, los principios humanitarios para las personas en movimiento.
En contraste a lo que pasa en suelo mexicano, en la vecina ciudad de El Paso las autoridades del condado, la iglesia católica y organizaciones no gubernamentales, trabajaban a marchas forzadas para tener listos tres albergues con capacidad hasta para 4 mil 500 personas, que darán refugio únicamente a los migrantes que hayan sido procesados por la Patrulla Fronteriza.
Las escuelas intermedias Bassett y Morehead, así como el centro de convenciones del centro de El Paso, fueron habilitadas para ese fin con camas, baños y cafeterías.
Hasta el miércoles pasado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza registraba poco más de 5 mil migrantes bajo su custodia, muchos de los cuales serán enviados a los refugios una vez que sean procesados en los centros de la Patrulla Fronteriza, sin que ello signifique que se quedarán en el vecino país.
A diferencia de lo que no hizo el Gobierno federal mexicano, en la vecina ciudad los líderes enviaron mensajes en video de orientación y solidaridad, donde llaman a los paseños a actuar con hospitalidad frente a esta crisis.
El alcalde Oscar Leeser, quien estimó que en Juárez todavía quedan 10 mil migrantes, dijo que “no podemos decir que lo peor ya pasó, porque sabemos que no ha terminado”; mientras que el Juez del Condado, Ricardo Samaniego, recordó que “somos un país de migrantes y este es un momento de reto para nuestra comunidad, pero es importante recordar que este reto es fundamentalmente humanitario”.
Por su parte, el obispo Mark Seitz recordó que la comunidad paseña ha superado tiempos difíciles como la pandemia, gracias a que se han mantenido unidos, nunca divididos y llamó a hacer todo lo posible para facilitarles a los migrantes el tránsito de manera ordenada, segura y hospitalaria, “para mantener a El Paso Fuerte”, (El Paso Strong) evocando la emotiva campaña realizada después de la masacre en Walmart.
Esos eran hasta ayer los dos escenarios en ambos lados de la frontera, que evidencian a México como el país de tránsito donde al Gobierno federal implementa únicamente estrategias policiacas frente a la crisis, y no se preocupa por los derechos humanos de los migrantes, aunque el diputado morenista Benjamín Carrera se aferre a decir, sin probarlo, que sí existen políticas migratorias definidas. Así de claro.
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El presidente de México no deja de sorprendernos por la realidad paralela que vive, en contraste con la que sufre el país. Está más que visto que para AMLO hay dos lugares llamados México. Por un lado está el México viejo, el que por años estuvo en manos de lo que él define como “la mafia del poder”, y por el otro tenemos el nuevo, que es el que él encabeza y está lleno de esperanza y prosperidad, el de la 4T.
De acuerdo con su mapa mental, donde ‘los otros datos’ suelen estrellarse con la realidad, AMLO sostiene que en el periodo neoliberal se privilegió el desarrollo de las ciudades fronterizas, puertos y centros turísticos. ¿Y qué cree, estimado lector? Mencionó a Ciudad Juárez. Así como lo leyó.
Para el presidente de México hubo desarrollo en las ciudades fronterizas, en los puertos, centros turísticos y en algunas ciudades del centro de la República, pero se desatendió el aspecto rural en los municipios.
Según el presidente, el periodo neoliberal se caracterizó por la prosperidad de ciudades del norte del país, como Reynosa, Nuevo Laredo, Matamoros y, claro está, Ciudad Juárez, a donde miles de veracruzanos tuvieron que emigrar para buscar trabajo.
Lo que no dijo el presidente es que eso que él llama prosperidad nunca fue detonado por determinadas políticas del Gobierno federal, sino por el interés de la iniciativa privada y el crecimiento de la industria maquiladora.
Eso que desconoce el presidente, o al menos no lo refirió, es que el aumento de esta población llevó también a un crecimiento desmesurado de la mancha urbana, con deficiencias en los servicios básicos, ausencia de inversión para contrarrestar las carencias de infraestructura y altos niveles de delincuencia.
Tal vez el presidente tenga otros datos, pero en esta ciudad por décadas ha sido una constante el reclamo de los juarenses a la Federación, sin importar los colores partidistas, por la ausencia de apoyo, porque de los recursos que de aquí emanan, solo se nos regresa una ínfima parte.
Eso que llama el presidente desarrollo, es lo que mantiene a nuestra Ciudad Juárez entre la violencia y el abandono social, gestada por la ausencia de una política real para atender el fenómeno de la migración, tanto interna de connacionales como de los extranjeros que aspiran a cruzar al vecino país. No se equivoque señor presidente, que le revisen bien sus datos.
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Chismosonas fuentes mironianas revelaron ayer que el diputado local Gabriel García Cantú anda muy inquieto porque el comité directivo estatal del PAN, está buscando perfiles de mujeres para la candidatura del 5º distrito electoral, donde el juarense tiene puestas todas sus canicas para la reelección el próximo año.
De acuerdo con esa información, en Palacio ya definieron que ese distrito que históricamente ha sido dominado por Acción Nacional, sea para una mujer y por lo pronto ya se manejan los nombres de tres aspirantes: Mariana Valles, funcionaria del Ichife; Karla Gutiérrez, titular de una oficialía del Registro Civil y Xóchitl Contreras, dirigente del comité municipal del PAN.
Por las grillas y crisis de liderazgo en que se encuentra sumido el PAN municipal, donde en la lucha por el poder se están dando con todo, se descarta que Xóchitl tenga alguna posibilidad para obtener esa candidatura y por lo mismo, ya pidió tener mano para una regiduría en las primeras posiciones de la lista.
El único problema es que ahí también tiene problema, pues su principal detractor Ricardo Vega se siente con derecho para estar en primer lugar en la lista de regidores, por ser el coordinador del Gabinete del Gobierno del Estado en la frontera.
Lo que ambos parecen ignorar es que quien palomeará la peleada lista será el candidato a la alcaldía, que hasta ahora tiene varios aspirantes como el recaudador de rentas Rogelio Loya, la diputada Marisela Terrazas y el director del Ichife, Raúl García, quien anda como trompo chillador haciendo olas para que lo consideren en la terna.
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Ahora que las autoridades municipales se pusieron las pilas para limpiar el agua del lago artificial del Parque Deportivo y Recreativo Jesús “Chuy” Mota, ubicado en la etapa dos de la colonia Tierra Nueva, los administradores del Parque Central deberían pedirles que les tiren “paro”, para que les digan cómo limpiar los lagos de este pulmón verde, que tienen meses totalmente contaminados sin que les pongan atención.
El instituto Municipal del Deporte, anunció ayer que la contaminación y bajo nivel de agua del lago del parque Chuy Mota, estaba afectando a la fauna del lugar, patos y tortugas, pero se coordinaron acciones con Servicios Públicos Municipales y la JMAS, para resolver el problema de fondo, haciendo trabajos de desazolve y destapando las tuberías de la planta de tratamiento.
Los trabajos se están realizando para que la temporada de verano el agua esté limpia y no sea fuente de moscos, como lo es la del parque Central, que, en lo general, está en condiciones de abandono.
Vergüenza les debería de dar a los nuevos responsables de la administración y mantenimiento del parque que antes fue la sede de la Escuela Superior de Agricultura, por las infames condiciones en que se encuentran la flora, fauna y cuerpos de agua, sobre todo ahora que cientos de familias juarenses lo están visitando para conocer a la nueva mascota que reemplazó al inolvidable Modesto.
Lectores mironianos, que son vecinos del parque y asiduos paseantes en el mismo, han seguido las denuncias que se ha hecho en este espacio por el descuido del importante bosque de la avenida Tecnológico, y afirmaron ayer que los árboles no han sido regados en todo el año, porque los administradores les han dicho que están esperando a que llueva. Háganme el recabor fabrón.
Eso pasa por poner políticos en áreas técnicas, donde lo que se necesita son neuronas funcionando todos los días, no grilla, como sucede actualmente con el organismo público desconcentrado que lo mal administra y lo tiene en estado deplorable.