Como dice la canción de Armando Manzanero: “parece que fue ayer”, cuando un grupo de maleantes de la peor calaña llevó a cabo uno de los peores crímenes cuantos han ocurrido en Juárez, al menos, en los últimos años.
Nos referimos al motín con masacre y fuga, sin olvidar el incendio y daño de objetos, ocurrido en el Centro de Reinserción Social Número 3, el que está ubicado en Ciudad Juárez.
Como se recordará, la sociedad chihuahuense despertó aquel 1 de enero con la terrible noticia de que 17 personas habían sido asesinadas en una revuelta organizada por un grupo delictivo, bajo las órdenes—según el parte oficial—de un interno llamado Ernesto Piñón de la Cruz, alias “El Neto”.
Un año después, la Fiscalía General del Estado no tiene absolutamente nada como para decir que ya avanzó en el esclarecimiento de los hechos y el castigo a él o los culpables.
Lo más cercano a un acto de “impartición de justicia” fue el abatimiento del tal Neto a manos de efectivos de la Agencia Estatal de Investigaciones, ocurrido el 5 de enero pasado.
De ahí en adelante, el fiscal Jáuregui no ha hecho absolutamente nada. Ni ha llamado a cuentas a su antecesor, ni ha integrado nuevas carpetas de investigación para consignar ante un juez.
Tal vez sea porque ya le anda por dejar el cargo para regresar a lo suyo: la cómoda y muy bien pagada grilla legislativa, y que la procuración de justicia en Chihuahua se espere.
Entre las víctimas, se incluían a 10 custodios del Cereso, quienes fueron maniatados y posteriormente asesinados a balazos dentro del mismo reclusorio.
Al tiempo, 30 reos escaparon con absoluta facilidad, en automóviles que ya los esperaban afuera del penal, según lo ha documentado Norte Digital.
De esos evadidos, continúan en libertad tres de ellos y ni quién se acuerde, porque las autoridades estatales no dieron declaración alguna acerca del tema, pese a que ya se cumplió un año y siguen abiertas las interrogantes… y las heridas.
A manera de colofón, podemos decir que el principal responsable, acaso por negligencia u omisión, fue el fiscal general del Estado, Roberto Fierro, a quien no destituyeron del cargo, pues solo lo removieron hacia la Secretaría Particular y hoy en día despacha plácidamente en el edificio Héroes de la Reforma, en calidad de director jurídico de la Secretaría de Hacienda.
Un año después, tal pareciera que “aquí no ha pasado nada” y por cierto: ni quién se acuerde que, en esa investigación, está pendiente hacerle justicia a las familias de las víctimas.
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En la revisión de cuenta pública, la Auditoría Superior del Estado no encontró la documentación que acredite los movimientos de ingresos, egresos ni comprobaciones de recaudo del Fideicomiso de Transporte Autosustentable ViveBus Juárez.
Más bien, lo que halló fue un absoluto desconchifle en el manejo administrativo de un organismo creado en la administración de César Dee Jay, supuestamente, para darle a Juárez un servicio de transporte de calidad, tipo troncal, pero que, a la fecha, ni siquiera funciona.
En la Revisión Forense realizada por la ASE, este órgano fiscalizador encontró que “no encontró”. Es decir, que no estaban por ningún lado los documentos para comprobar el registro del egreso o ejercicio del gasto.
Tampoco se sabe qué pasó con la dispersión de los recursos y documentación comprobatoria de los gastos administrativos y operativos que efectuaba la persona moral “Integradora de Transporte Masivo de Ciudad Juárez, S.A de C.V”, en su carácter de Fideicomisario.
Al no existir esos documentos, pues no se puede verificar y constatar “el oportuno, exacto y fiel cumplimiento de los fines para los cuales se creó el Fideicomiso”, según lo dice el dictamen de la ASE.
Tampoco se proporcionó evidencia del registro de los bienes que integran el equipo de control de accesos, ingresos y monitoreo de las estaciones del Corredor Troncal el famoso BRT 1, uno de los “adornos” más caros y estorbosos que le han puesto a Juárez.
Y así permaneció desde diciembre del 2013 y hasta el 2019.
Eso no es todo: así, con todo ese batidero, sin comprobación de movimientos financieros ni registro preciso de los bienes de esa integradora, se llevó a cabo el acto de entrega-recepción en el año 2022. O sea ¿qué entregaron los que se iban y qué recibieron los que llegaban?
El batidero es tan grave, que dará lugar a sanciones administrativas, pero también, a una denuncia de hechos ante la Fiscalía Anticorrupción, para que tome el asunto en sus manos y, de ser el caso, le eche el guante a quienes hicieron ese tiradero.
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El “primer morenista del estado”, Cruz Pérez Cuéllar, debe estar tirado de la risa de la denuncia que presentó en su contra el Comité Directivo Estatal del PAN, que por hacer uso de los recursos públicos para echarse porras y adelantarle camino a su campaña de reelección.
Mediante el EXPEDIENTES: PES-066-2023, el PARTIDO ACCIÓN NACIONAL denunció ante el IEE al alcalde juaritos por “la presunta comisión de conductas que pudieran vulnerar los principios de equidad, legalidad e imparcialidad al difundir su segundo informe de labores fuera de los plazos establecidos en la Ley Electoral del Estado de Chihuahua”.
¡Ay cuidado, señores del PAN, no se vayan a cercenar la lengua! ¿Ya vieron los comunicados de prensa que emite Marquito Bonilla, donde su nombre aparece en el primerísimo párrafo, como autor de cuanta obra hace el gobierno a su cargo?
Pero volvamos al disparo con pistola de agua que le echaron a Crucito el de Juaritos: el acto en cuestión consistió en “difundir su segundo informe de labores fuera de los plazos establecidos en la Ley Electoral del Estado de Chihuahua”.
¿Cosa dicen? Pues sí, que presentó su informe de actividades ante el cabildo el día nueve de septiembre del 2023, pero lo difundió hasta el 17 de ese mes.
Como sustento, así a manera de darle “power” a su denuncia, los panistas inconformes presentaron “pruebas irrefutables”, tales como mensajes a través de redes sociales donde el probable candidato a la presidencia municipal por Morena difundía “las bondades” de su gestión.
Y pues nada, que eso apenas dio para una probable sanción administrativa contra el coordinador de Redes Sociales del Municipio, Mitsuo Daniel Shiguetomi. Para variar, el hilo se romperá por lo más delgado.
No es que esté bien lo que hizo Cruz, ni mucho menos, que se valga eso de andar por la vida echándose confeti por hacer obras que son su obligación, pero bueno, los gobiernos panistas también tienen lo suyo ¿o no, Marquito, ¿y esos espectaculares que colocaste a diestra y siniestra?
Así que, después de una amplia, muy amplia exposición de antecedentes y hechos, el Tribunal Estatal Electoral resolvió… ponerse a jugar beis con el dichoso recurso y pegarle un tremendo batazo a la denuncia panista.
Y más vale que se preparen esos del IEE y del TEE, porque chamba como esa, de la que solo quita tiempo, les va a llegar, y a montones.
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Una vez más, los morenistas “caza-chapulines” se tendrán que pasar el trago amargo de ver cómo operadores del duartismo se apropian de las candidaturas y las campañas del partido guinda y blanco en Chihuahua.
Nos cuentan que la reunión con empresarios en Ciudad Cuauhtémoc estará a cargo nada más y nada menos que de Alex LeBarón, el expriista que brillara intensamente en el mundo de la política en tiempos de Dee Jay.
Nada más para medirle la espuma a la malteada: en aquella época, cuando no se movía la hoja del árbol si no lo autorizaba el ballezano, LeBarón fue diputado local y después federal.
Su esposa, Brenda Ríos, también fue diputada local y después delegada de la Semarnat en el estado, en tiempos de Peña Nieto.
Ese bagaje priista no les complica en lo más mínimo la vida para andar ahora de lleno con los cuatroteístas y operarle a la mismísima aspirante presidencial la agenda en su supersónica gira por Chihuahua.
Como ya comentamos en este espacio, la muy probable candidata, que en estos tiempos se mueve solo para actividades con la militancia, se reunirá con productores agrícolas; luego, con empresarios y al final de su recorrido, tendrá una “reunión masiva” en el Polifurum de Cuauhtémoc.
¿Quién saldrá bien retratado en la foto? Don Alex, ¡cómo no! ¿y quién más? Doña Brenda.
¡Ay Duartato, no te acabes!