Todo lo que le duele a la ciudad está resumido en el diagnóstico que el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) realizó como parte del proyecto de actualización del Plan de Desarrollo Urbano Sostenible (PDUS) para el centro de población.
El documento con lineamientos sugeridos para el ordenamiento territorial consta de más de 800 páginas, pero en un primer bloque de 325, se integra la radiografía de ese Paciente X, que muestra la crudeza de los padecimientos crónicos que urge atender para intentar salvar su futuro como ciudad.
La obesidad mórbida está en el centro de gran parte de sus achaques. Voluminosa pero desnutrida, Juárez se ha caracterizado por tener una mancha urbana expansiva y dispersa, sobre todo en los últimos 30 años.
De tener en 1990 un área de 14 mil 049.30 hectáreas pasó a 34 mil 642.37 en 2020.
En 1950, esta frontera contaba con una población total de 122 mil 566 habitantes y una superficie de 909.22 hectáreas. Se consideraba una ciudad compacta al tener una densidad poblacional de 134.80 habitantes por hectárea (hab/ha).
Aunque el mayor boom data de los cincuentas, en el nuevo milenio no ha dejado de expandirse por lo que según los datos censales de 2020, la densidad ahora es apenas de 43.34 habitantes por hectárea.
El crecimiento de su mancha urbana se ha concentrado en el suroriente de la ciudad, sobre todo en los últimos 20 años, en su mayor parte fuera de lo que se había constituido como un anillo vial periférico.
En su voluminosa mancha urbana, la ciudad concentra el 40.42 por ciento del total de la población estatal. El último dato censal señala que el 27.12 por ciento de sus habitantes nació en otro estado y un 4.47 por ciento en otro país. En otras palabras, uno de cada 3 habitantes dentro del municipio de Juárez es inmigrante.
Por su ubicación fronteriza estratégica cobijó el modelo de la industria maquiladora de exportación y se convirtió en polo de desarrollo e imán para las personas migrantes, ya sea para quienes buscan la oportunidad laboral o para quienes proyectan una mera escala en busca del sueño americano.
Sin embargo, su condición de polo de atracción con empleo pleno, más que condiciones óptimas ha generado precariedad laboral, ya que la competitividad del mercado se ha logrado mediante la contención salarial, de acuerdo con el análisis del IMIP.
Para el último trimestre del 2022, el 42.88 por ciento de la población ocupada recibía entre 1 y 2 salarios mínimos, el 31.75 por ciento percibía hasta un salario mínimo, y solo el 0.67 por ciento recibía más de cinco salarios.
El incremento de la producción se tradujo en un aumento de los ingresos empresariales, pero no de las remuneraciones del trabajador.
Dentro de la zona fronteriza norte Juárez ocupó en 2022 la penúltima posición en relación al nivel salarial, con 17 mil 240 pesos mensuales en promedio. Los municipios con mayor nivel fueron Nogales y Mexicali con 20 mil 655 y 20 mil 034 pesos respectivamente.
“Cabe señalar que el tipo de industria que se ha establecido en el municipio de Juárez se ha caracterizado por requerir mano de obra barata, conformando una población de trabajadores de maquila altamente vulnerables por la estructura de propiedad que tiene la industria, ya que la mayoría de las empresas son de capital extranjero, principalmente de Estados Unidos, por lo que las crisis económicas internacionales afectan directamente el comportamiento del empleo”, detalla el diagnóstico para el PDUS.
Además, en Juárez únicamente el 1.95 por ciento de los insumos consumidos por la industria manufacturera son nacionales, lo que implica que la proveeduría deja escasa derrama económica. No se ha conseguido dar el brinco, como ocurrió en Nuevo Laredo con 12.29 por ciento y Mexicali, con 9.85 por ciento de insumos nacionales.
“La mayoría de los establecimientos de la IMMEX son empresas que ya estaban produciendo un bien en Estados Unidos donde la tendencia ha sido permanecer con sus proveedores, que pueden estar en Estados Unidos y les envían los insumos, o en el mejor de los casos, invitan a su proveedor a que se instale en México, bajo el régimen de la maquila para integrar su producción”, explica el documento elaborado por el IMIP.
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Ese modelo de uso intensivo de mano de obra es el que ha configurado espacialmente a la ciudad en sus usos industriales y residenciales.
Y el expansionismo territorial con empleo precario y escasa distribución de la riqueza, tanto hacia el sector público como al privado, incide a su vez en un déficit de infraestructura y equipamiento que deteriora cada vez más la salud del Paciente X.
En el documento se presentan varios indicadores alarmantes.
La cobertura médica es precaria. Los hospitales públicos son insuficientes y la falta de atención y el sobrecupo hacen que el servicio sea deficiente. Respecto al Instituto Mexicano del Seguro Social, hay tres hospitales insuficientes: el Hospital General No. 66 con 236 camas censables; el Hospital General No. 35, con 220 camas, y el Hospital General No. 6 con 222.
“De acuerdo a cálculos realizados para conocer las unidades básicas de servicio necesarias, –que en este caso serían las camas censables–, tenemos que se necesitan 282 UBS, que corresponderían a 4 hospitales generales más con 72 camas censables cada uno”, concluye el estudio.
Si se revisa la infraestructura de la Cruz Roja Mexicana, las tres unidades existentes (Pronaf, Salvárcar y Centenario) se pueden considerar apenas como puestos de socorro. Juntos suman 17 carros-camilla. De acuerdo con el IMIP, en cuanto a cobertura, existe un déficit de 250 camas, es decir, de 21 unidades con 12 camas cada uno.
En Hospitales de Tercer Nivel, el déficit es monstruoso. Los hospitales necesarios serían 6 con 40 camas cada uno.
En infraestructura educativa, tampoco hay buenas noticias para el Paciente X, según el diagnóstico.
Aunque se registra una población de 84 mil 452 adolescentes de 12 a 14 años de edad, únicamente 75 mil 497 asisten a la escuela.
La ciudad requiere de 2 mil 523 aulas, pero existen únicamente 2 mil 111 para atenderles, por lo que el déficit es de 412 espacios.
Entre los adolescentes que asisten a la escuela, el 32.6 por ciento se queda fuera de los radios de servicio de este nivel educativo, es decir, 24 mil 469 adolescentes deben trasladarse más de un kilómetro de su vivienda para asistir a una secundaria.
Ahí está otra forma en que la dispersión le cobra la factura de la mala planeación urbana a los habitantes de la ciudad.
En el nivel de educación primaria, lo que ha ocurrido es que la escuelas se han quedado solas en el poniente y en el viejo centro histórico, mientras que faltan espacios en el suroriente.
En el nivel de preparatoria la condición más grave se refleja en la deserción escolar. De cada 10 estudiantes que ingresan a educación media superior, únicamente 6 de ellos logran egresar.
“Es importante encontrar aquellos determinantes que conllevan a que existan bajos niveles de eficiencia terminal en este nivel educativo, estudiar la dinámica social y económica de los jóvenes en esta etapa con el fin de enfocarse en aumentarlos en el futuro. Sobre todo, analizar si la oferta de trabajo existente en Juárez es un factor determinante para que los jóvenes decidan abandonar la escuela e integrarse al mercado laboral”, sugiere el estudio.
En nivel medio superior se contabilizan 72 mil 888 adolescentes entre 15 y 17 años de edad, de los cuales 13 mil 942 se encuentran fuera de los radios de servicio, mismos que representan el 19.1 por ciento de la población en este rango de edad.
De nueva cuenta, el suroriente tiene escasa cobertura y la concentración de escuelas preparatorias se da en el centro y norte de la ciudad.
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Donde se le toque, duele, porque a la ciudad le falta de todo, incluyendo infraestructura recreativa, deportiva y comunitaria.
La gran mayoría de los parques se encuentran atomizados. Los parques de bolsillo y los jardines públicos tienen mayor representatividad. Los parques barriales y a nivel urbano son los más escasos.
De acuerdo a los distintos tipos de áreas verdes públicas, a los habitantes de la ciudad les corresponden 6.17 m² por persona (sin considerar camellones ni glorietas), cuando el mínimo requerido es de 9 y hasta 15 m².
La ciudad tiene únicamente 13 plazas cívicas, los espacios donde se pueden desarrollar reuniones de tipo cultural, político, social, recreativo o cívico. Suman 97 mil 853.28 m² para esos espacios, no obstante, son necesarios 142 mil 394.88 m² que pudieran convertirse en 9 plazas de 16 mil m², 32 de 4 mil 480 m² o 127 de mil 120 m².
También hay 13 gimnasios deportivos. El cálculo del IMIP establece el déficit en al menos 7 edificaciones de 2 mil 500 m² o 9 de mil 875 m².
Prácticamente no existen salones deportivos que la norma federal recomiendan para localidades a partir de 5 mil habitantes. Para este caso son necesarios 42 mil 901.46 m², o 53 salones deportivos de 810 m² cada uno, de acuerdo con el proyecto del PDUS.
Centros de desarrollo comunitario sí hay, pero faltan más. Son necesarios para que la población vulnerable acceda a capacitaciones en diversos oficios y talleres, incluso a servicios de salud como médicos, dentistas o psicólogos.
En la ciudad suman 46 centros comunitarios municipales y 15 centros de servicios comunitarios integrales estatales. Sin embargo, de acuerdo a los cálculos realizados por el IMIP, se requieren 75 centros con 10 aulas cada uno o 107 centros con 7 aulas cada uno.
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Otro rezago más está en el equipamiento cultural que juega un papel fundamental en los procesos de regeneración urbana.
En Juárez existen 23 bibliotecas públicas municipales con un acervo de 75 mil 293 volúmenes, según datos de la Dirección General de Educación del Municipio. Sin embargo, el déficit de bibliotecas asciende a 6 con 72 sillas cada una, o 9 con 48 sillas cada una.
También están los museos de arte, instalaciones destinadas a la exhibición de creaciones y colecciones, donde además se realizan conferencias, seminarios y talleres diversos. El déficit en este caso asciende a seis museos, según los cálculos del IMIP.
Otro rubro son los auditorios, donde el rezago se fijó en 9 unidades con 800 butacas cada una, o 29 auditorios con capacidad de 250 butacas.
De acuerdo con el diagnóstico, en teatros no hay déficit, pero sí una mala distribución espacial, ya que las instalaciones se ubican en las zonas centro y norte. De nuevo, nada para el surponiente o suroriente de la ciudad.
Otra infraestructura importante son los centros sociales populares. El IMIP identifica esas instalaciones en Infonavit Casas Grandes, Infonavit San Lorenzo e Infonavit Juárez Nuevo, aunque únicamente subsiste uno, el de Casas Grandes, los demás fueron convertidos en centros comunitarios.
De ese equipamiento se proponen 34 centros de 1400 m² de construcción o 19 de 2 mil 500 m², por todos los rumbos de la ciudad.
Juárez carece también de casas de la cultura. El documento le receta al Paciente X, diez centros de mil 410 m² o 25 centros de 580 m².
Las dolencias y las falencias no acaban. Hacen faltan más casas de hogar para ancianos, estaciones de bomberos, centros de rehabilitación contra las adicciones, centros de salud mental…
Hablamos de equipamientos y ni siquiera vimos los servicios públicos, como la seguridad, el agua potable, el sistema de drenaje o el transporte.
Si sumamos todo, incluyendo la deficiente movilidad urbana, la ciudad está al punto del colapso. Por eso no es cosa menor la actualización del Plan de Desarrollo Urbano Sostenible y su proceso de consulta para que sea más rico en propuestas.
Los resumió en su parte final el IMIP: las instituciones gubernamentales tienen la enorme tarea de construir y administrar políticas públicas que atiendan las problemáticas que aquejan a la ciudad y su ciudadanía, siempre con un enfoque de equidad y justicia.