Un ambiente de tensión y desconfianza prevalece en las oficinas del Instituto Nacional de Migración tras las aprehensiones de otros tres elementos, dos hombres y una mujer, vinculados a la tragedia migrante del 27 de marzo.
Mientras que el contraalmirante Salvador González Guerrero se peló oportunamente cuando se enteró que tenía orden de tacos en su contra, los agentes que continúan laborando en el aeropuerto, en la central camionera y en las sedes de los puentes internacionales, están muy intranquilos, pero también molestos, porque consideran que el principal responsable sigue libre, burlándose de la justicia.
Fuentes mironianas del INM, revelaron que el marino en retiro hizo la graciosa huida antes de las 12:00 horas del jueves, cuando se enteró que agentes federales habían detenido al subdirector del Grupo Beta, Juan Carlos Meza, una hora antes en su casa.
Por lo mismo, cuando los agentes ministeriales fueron al mediodía por Eduardo Apodaca, a las oficinas del puente De las Américas, el oficial escapó a toda prisa y no tuvo tiempo ni de despedirse de sus novias.
Aunque los federales de la Fiscalía General de la República dejaron en el puente libre a un par de agentes, poniéndole la cazadora, por si Salvador regresaba, este ya no se paró en las oficinas porque fue a refugiarse a la guarnición militar, haciendo valer su fuero castrense, mientras organiza su defensa civil, comenzando por el amparo que ya tiene pero que no lo libra de comparecer ante el juez que ventila la causa penal.
Lo que, si fue una sorpresa para los asustados agentes de Migración, fue la detención de la encargada de la estación migratoria de Janos, Cecilia Rivera, pues dicen que nada tiene que ver con las operaciones del INM en Juárez y tampoco estuvo en la escena de la tragedia el día de los hechos.
Las aguas andan tan agitadas en la dependencia federal, que los empleados más veteranos están pensando seriamente en ir gestionando su retiro, antes de que se caliente más la plaza y se queden sin chamba y sin pensión.
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Como han cambiado las cosas. Gardel dice que 20 años no es nada, pero 10 sí que lo fueron. Hace justamente una década, un 14 de abril, el entonces gobernador César Duarte Jáquez festejó su cumpleaños de una manera como, hasta donde sabemos, ningún otro político chihuahuense lo ha hecho.
Aquel convivio se celebró nada más y nada menos que en la llamada Casa de Gobierno, la que se encuentra en avenida Zarco y calle 26ª, en la colonia Guadalupe.
Durante la mañana de aquel sábado, los compañeros que cubrían sus actividades le preguntaban cómo celebraría su cumple número 50, a lo que él contestó que sin nada especial, “unas tripitas ahí con la familia”, dijo.
Horas más tarde, ya caída la noche, nos enteraríamos que aquella fiesta “familiar” reunía a toda la clase política del estado y que tenía como amenizador principal nada más y nada menos que a Juan Gabriel.
Para tal efecto, unidades de tránsito y de la policía cerraron la calle 26ª, y permitieron la entrada únicamente a los invitados previamente convocados y confirmados.
Las pocas fotos de la época muestran al “Divo de Juárez” cantando frente al gobernador de aquel entonces y a este, con una expresión de felicidad propia de quien logra llegar al primer medio siglo de vida.
¡Qué tiempos aquellos, idos y no volverán! Hoy, Duarte Jáquez, hoy exgobernador, se encuentra recluido en el Cereso No. 1, aquejado de diversos males de salud y acusado de dos delitos: peculado y asociación delictuosa, ambos en modalidad agravada.
Juan Gabriel falleció tres años después y varios de los asistentes a aquella fiesta se encuentran hoy en día sometidos a proceso penal.
¿Y la casa? Pues bien, apenas un período de gobierno después, se convirtió en el centro de operaciones del grupo de auditores e investigadores de la FGE que hurgaron en la administración duartista para llevar a prisión a varios de sus actores.
Hoy día, se le conoce como “La casa de la Zarco”, como si fuera una especie de “mansión del terror” donde eran interrogados los exfuncionarios acusados de peculado, desvío de recursos y otras linduras.
Ayer, Duarte cumplió 60 años, y esperará celebrar el próximo 24 de abril, cuando se celebre la audiencia definitiva para determinar si sale libre y sea absuelto.
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La que de plano no haya que inventar para colgarse del drama de los migrantes, es la diputada cetemista Georgina Zapata, quien ayer tuvo la brillante idea de proponer que se les brinde atención psicológica a los extranjeros, cuando es sabido que los albergues están saturados, que sobreviven con muchas carencias y que, ante todo, la alimentación es la prioridad.
De los aproximadamente 15 mil migrantes que se calculan actualmente en Juárez, los 25 albergues formales que existen atienden un promedio de 4 mil personas todos los días, por lo que más de 10 mil permanecen en hoteluchos, hacinados en vecindades o en fincas abandonadas.
Por lo mismo, pensar que la crisis de los migrantes se resuelve con tratamientos psicológicos, es una reverenda vacilada, cuando lo que requieren con urgencia es techo y comida, que es a donde están orientados los recursos que destinan municipio y Estado en los albergues, independientemente de los que aporta la Federación en el centro integrador Leona Vicario.
Aunque es cierto que todos los migrantes que llegan a la frontera vienen con muchos traumas por las malas experiencias que sufren en sus travesías, no menos cierto es que su prioridad es la comida y un lugar para resguardarse, no el diván de un psicólogo.
Zapata argumentó, al presentar su iniciativa en la tribuna el Congreso, que la salud mental de los migrantes no debe ser menospreciada, como si ignorara las condiciones de apremio por falta de recursos que existen en la red de albergues locales, así como en las calles donde deambulan los extranjeros.
Las frases rolleras sobre “solidaridad”, “entereza mental” y “puertos de esperanza” que menciona en sus discursos, no resuelven un problema que cumple ya 6 años y no tiene para cuando acabar.
Por lo mismo y como dicen en el rancho, lo primero es lo primero, porque un estómago vacío no permite pensar y mucho menos razonar.
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El problema de hackeo y robo de becas Benito Juárez para estudiantes de preparatoria, que se presentó de manera masiva hace un año en Chiapas, ya está en Chihuahua, pues seis jóvenes del Municipio de Cuauhtémoc denunciaron ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, que manos criminales vaciaron sus cuentas en Banco Azteca.
En marzo del año pasado fue en el municipio de Tonalá, Chiapas, donde cientos de alumnos de instituciones educativas como Conalep, CBTIS y Telebachilleratos comunitarios, reportaron que les robaron sus recursos también de Banco Azteca, mediante supuestos hackeos de delincuentes cibernéticos.
Hoy, como hace 12 meses, el problema prevalece y a pesar de que se sigue extendiendo por el país, poco o nada se ha hecho para dar con los responsables, o implementar medidas de seguridad que eviten que las cuentas que se activan con la aplicación Bienestar-Azteca, puedan ser vulneradas.
Aunque las autoridades de la Condusef presumen que se trata de un hackeo a las cuentas de Banco Azteca, utilizando páginas falsas para obtener la información de los becarios, lo más extraño del caso de Cuauhtémoc, es que el dinero salió físicamente de la institución y se cobró en ventanilla.
Por esa razón, ahora están exigiéndole a Banco Azteca que reembolse el monto de las 6 becas sustraídas, por no contar con las medidas de seguridad que garanticen a los clientes el manejo seguro de sus cuentas.
Lo malo para los afectados, es que la Secretaría del Bienestar lo único que les proporciona es un cambio de cuentas, por lo que lo más conveniente para los preparatorianos, es no confiar en ningún método cibernético que les prometa facilitarles el pago de sus becas, porque los van a dejar chiflando en la loma.