Como balde de agua fría para los que siguen haciendo cuentas alegres en materia de seguridad pública en el estado, así fue el informe 2021 que publicó ayer el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, donde nuestra ciudad aparece en el sexto lugar en la lista de las ciudades más violentas del mundo.

Aunque en este ranking hayamos bajado de la tercera a la sexta posición, no hay nada que presumir y, por el contrario, mucho que corregir, porque una clasificación de esta naturaleza nos pega en todos los sentidos y en todos los sectores a los juarenses.

No es consuelo que en esta evaluación de la violencia en el mundo, otras siete ciudades mexicanas estén junto con Juárez en los primeros 10 deshonrosos lugares. Podrán argumentar en su defensa las autoridades actuales que la medición corresponde al 2021, pero igual estábamos en el 2020 y este año en curso no pinta mejor.

La triste posición que alcanza la ciudad en esta materia no admite justificaciones ni pretextos. Exige que los tres niveles de Gobierno se pongan a trabajar en busca de soluciones reales, no de simulaciones.

Si a pesar de esta realidad se siguen haciendo locos, aplicando políticas públicas ortodoxas en materia de seguridad pública, que no solamente no detienen la violencia sino que la estimulan, nada sacará a la ciudad de la lista negra que nos sigue dando mala fama a los juarenses.

Hoy que la gobernadora Maru Campos presentará su Plan Estatal de Desarrollo en la ciudad, será su oportunidad para darle respuesta a la principal inquietud de los residentes fronterizos: ¿contempla su programa de gobierno estrategias efectivas contra la delincuencia o seguirán en el mismo camino de las mesas de seguridad que de nada sirven, con operativos urbanos que, en lugar de imponer respeto, dan risa?

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Cuando los morenistas salieron a promover la participación ciudadana en la revocación de mandato, los derechistas recomendaron a la población no salir a votar porque de nada servirá el resultado del referéndum.

Ahora, el más declarado y destornillado opositor de la 4T, Gilberto Lozano, dice todo lo contrario, y muy optimista asegura que el estado de Chihuahua será un bastión para pedir que le sea revocado el mandato al presidente de la república.

En su visita ayer a Juárez para promover la votación ciudadana en este proceso del 10 de abril, el dirigente nacional de FRENA afirmó que esta es la última oportunidad para detener la continuidad de Morena en el Gobierno central.

Lo cierto es que a Gilberto no se le ven muchos seguidores en esta frontera, y los pocos que lo siguen no muestran nada de entusiasmo, ni representan liderazgos importantes que puedan mover conciencias para su causa.

El líder de FRENA estuvo acompañado en un café por el economista Misael Máynez Cano, exdiputado local del Partido Encuentro Social, por el que también fue candidato a alcalde.

Tras la debacle del PES, que lo arropó en su carrera política, Misael anda trabajando ahora un nuevo proyecto de partido local, pero no ha tenido mucho eco en la población, mientras que el resto de los institutos políticos vigentes siguen hibernando.

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Muy buenos han de haber estado los coscorronazos que les pusieron desde la alcaldía a los regidores disidentes del Ayuntamiento de Juárez, porque en la sesión de Cabildo del miércoles pasado estuvieron muy alineados.

Las discrepancias de los ediles morenistas con la coordinadora de su fracción, Ana Estrada, habían llegado al límite en días pasados, cuando varios de ellos promovieron su salida del cuerpo edilicio, acusándola de malos tratos y desprecio por su trabajo.

Si bien es cierto que en la pasada reunión no se les vio con el ánimo a flor de piel, cuando menos no votaron en contra de las propuestas de sus propios compañeros y se mantuvieron fieles al alcalde, aunque muy calladitos.

Lo que sí se comenta en los pasillos de la presidencia es que los regidores de los tres partidos que integran la fracción guinda ya no se manejan como un solo bloque, sino separados por cada uno de los tres partidos que representan: dos del PT, tres de Nueva Alianza y seis de Morena.

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De mal en peor está el servicio médico que le dan a los empleados municipales y a sus familias en el Centro Comunitario Santiago Troncoso, donde el miércoles se les murió un paciente.

Resulta y resalta que el paciente era un jubilado que acudió de urgencia la mañana del miércoles, porque sentía un fuerte dolor en el pecho. El médico que lo atendió, lo inyectó, y tras medicarlo lo mandó de regreso a su casa, con instrucciones de reposo.

Por la tarde, dicha persona regresó en estado grave y no alcanzó a entrar al centro comunitario, porque un fulminante infarto al miocardio terminó con su vida.

La información trascendió tal cual por parte del personal médico del centro comunitario, que sigue quejándose por las carencias con que atienden a los cientos de pacientes que llegan todos los días, con riesgo de incurrir en diagnósticos equivocados, como es el caso.

Hasta ahora, el Santiago Troncoso cuenta con consultorios y área Covid, pero la sala de urgencias se encuentra en obra negra.