Amparo Beltrán, la regidora panista con licencia, se mantiene como la chihuahuense más cercana a la candidata presidencial del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez.
Mientras que Xóchitl no termina por cuajar como candidata opositora, sin concretar aún un discurso convincente, arrastrando con los enormes lastres que son Markito Cortés (PAN) y Alito Moreno (PRI), Beltrán se mantiene dentro del primer círculo de Gálvez.
Ahora que la candidata lanzó sus “conferencias de la verdad”, para aprovechar el tiempo de las intercampañas e intentar hacerle sombra a las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, la juarense apareció ahí, en las transmisiones en vivo, pegadita a la abanderada del PAN, PRI y PRD.
Con la de ayer, van cuatro emisiones de las conferencias con las que la senadora con licencia ha querido competirle en alcance al primer morenista del país. Quien le asiste siempre, detrás de cámaras e incluso al aire, es Amparo. La panista tiene todas las confianzas de Xóchitl y por eso ejerce como su secretaria particular.
Como ya habíamos señalado aquí, Beltrán conoció a la hija de la candidata presidencial en las lides juveniles del PAN, y desde entonces trabó relación con Gálvez, quien se la llevó a colaborar con ella toda la precampaña.
Así que Amparo aguantó bien esa fase, le seguirá durante la intercampaña y seguramente se mantendrá en la campaña formal que arranca el primero de marzo, para recorrer todo el país.
Supo Mirone que, en la precampaña, la juarense también la hizo de avanzada y en cierta forma jugó de comodín con encargos especiales de Xóchitl, quien ahora prefirió de nuevo tenerla cerca que asignarle alguna otra tarea en la estructura campañera.
Bastante difícil la tienen Xóchitl y Amparo con el escenario electoral que hoy se dibuja, con unos dirigentes y partidos opositores que parecen no terminar de entender las razones por las que el electorado en México terminó por repudiarlos.
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La revuelta hacia el interior de Morena a causa de las candidaturas “consensuadas” va para largo y podría sacar a relucir los acuerdos cupulares que se hicieron, incluso, desde la dirigencia nacional.
Desde el interior del partido de la 4T nos llega la versión de que la dirigencia nacional, ahí sí que en “consenso” con la estatal, maniobró para asignar candidaturas y “bajar” de la contienda a quienes no estaban en el foco de sus preferencias.
¿Con que argumento? Con el que les cayó del cielo: la dichosa paridad de género. O sea, que si una aspirante iba a la delantera de las preferencias, pero no era del agrado de las dirigencias, le decían que no podía ser candidata porque le tocaba a un candidato varón, y así, a la inversa.
El enojo subió de tono cuando trascendió que las supuestas reuniones para alcanzar el consenso fueron, en realidad, llamadas que les hicieron a las y los aspirantes que no tenían las bendiciones del firmamento morenista para pedirles que se “bajaran” de la contienda y apoyaran al designado por la dirigencia morenista.
En apego a la convocatoria emitida por el propio partido guinda, las candidaturas debieron definirse por consenso entre los aspirantes, o bien, mediante la encuesta, esa que tan bien les funcionó para subir a unos/as o bajar a otros/as.
Nada de eso: aquí el consenso fue “bájate porque contigo no ganamos” o “éntrale, al cabo traes buenos números”. Y así, nos dicen, es como han ido relegando a morenistas fundadores del partido para dar paso a tamaños chapulinotes que hasta hace poco vestían la camiseta blanco y azul o tenían una larga trayectoria priista tricolor.
Y eso es solo el principio, porque todavía faltan por definir las candidaturas en cuatro de los cinco municipios más poblados de la entidad, y en todos ellos ya hay focos de inconformidad.
En Chihuahua, los grupos que se dicen de base, no quieren a Miguel La Torre; en Parral rechazan a Otto Valles, mientras que los de Delicias ven con malos ojos a los miembros del clan Villalobos, priistas de toda la vida.
¿Y en Juárez? Pagan por ver.
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A propósito de definiciones electorales, la candidatura de Cruz Pérez Cuéllar a la presidencia municipal de Juárez, que parecía tan definida hasta finales del 2023, ya hace titubear a más de un morenista, tanto de la frontera como del resto del estado.
Cuando se les pregunta si el futuro del actual alcalde está claro y si tiene en firme su candidatura para reelegirse, de plano, le sacan la vuelta o dicen un “no” muy “descafeinado”, de esos que se dan disfrazados de condicionales: “bueno, si se comprueba que hubo malos manejos, yo creo que no”.
Antes de que los escándalos del “Mochilagate” y la casa de cambio le explotaran en la mano a Cruz, cual si fuera un mal cohetero, la gente de dentro y fuera del partido gobernante en Juárez daba por hecho que el nombre de su actual alcalde estaría en la boleta.
Ahora ya no están tan seguros, pues ven cómo se les ha ido acumulando la pelusa a esos casos tan bochornosos como bien documentados, que dejaron muy mal parada a la actual administración municipal.
Quienes simpatizan o militan en Morena pero no quieren a Cruz Pérez Cuéllar en campaña para la reelección, sugieren ahora que le apliquen la misma que a Omar García Hartfuch en la Ciudad de México.
Es decir que, aunque gane la encuesta, le digan que no va a poder ser candidato por motivos de género, por lo cual, la postulación le tocaría a una mujer.
Fue así como el exsecretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México y notable puntero en las preferencias, se quedó con las ganas y debió cederle el paso a Clara Brugada para ir por la jefatura de gobierno capitalino.
Pues bien, esa es la carta que se traen bajo la manga, ahora que la están usando para “bajar” a otras personas que andaban punteando pero que la dirigencia no las quería de candidatas o candidatos.
El detalle para quienes contemplan esa salida “decorosa” al alcalde y operador electoral de Morena, es que no hay una mujer juarense que esté lista para entrarle al quite y ganar una elección que, hasta hace poco, se veía tranquila y casi resuelta.
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Mientras los morenistas se dicen y desdicen, el Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en Ciudad Juárez ya llevó a cabo la noche del miércoles la toma de protesta de los que serán sus representantes de casillas y que encabezarán las elecciones del 2024.
A los blanquiazules se les vio de buen ánimo con miras al proceso electoral y el llamado de sus dirigentes es continuar la unidad que les permita aspirar a algo más que ver la llegada del segundo piso de la Cuatro Té.
Por ahí anduvieron el dirigente estatal Gabo Díaz, y la presidenta local, Xóchitl Contreras, quienes afirman que van con todo por alcanzar las curules estatales y federales, además de la ansiada presidencia municipal de J-Town.
Los panistas dicen que irán con todo por la defensa del voto ciudadano en las casillas, ya que se trata de un “proceso electoral crucial”, según comentó Díaz a los militantes, y no dejarán que se les vaya de las manos, menos ahora que se han autonombrado como “guardianes de la democracia”.
¿Dónde hemos oído eso de “defender el voto hasta con la vida”? ¿no era en aquellas elecciones donde el PAN acusaba al PRI de ganar con fraude? ¡Qué cosas, ahora se juntan para defenderse ¿o será para cuidarse las manos?
El panismo le tira a que los morenos se den con todo y que los escándalos del alcalde Pérez Cuéllar les ayuden a cerrar la brecha que, hasta donde se sabe—pues no abundan las encuestas de preferencias electorales—estaba amplia en favor de los guindas.
O sea que no solo necesitan cuidar el voto, algo que nunca se les dio bien a los panistas, sino ganarlo, porque el mal recuerdo de sus administraciones aún perdura en Juárez.