Y el ganador de la demanda de defraudados en contra de la firma Aras es… el sector abogadil que llevó la representación de la parte afectada.
Porque, luego de oír la sentencia de la juez de control, Hortensia García, nos queda claro que la única parte que recibirá un pago sustancial y absoluto de todos los afectados por esa trácala, son los abogados defensores.
Y no es que hayan hecho algo indebido o ilegal, ni mucho menos. Por el contrario, los defensores asumieron un papel preponderante para que esos más de 4 mil afectados que sí procedieron contra su defraudador consiguieran, aunque sea “algo”, aunque vaya a ser muy poquito.
Sin embargo, el fallo en sí mismo deja en claro que los 4 mil 355 demandantes tendrán que esperar a que se vendan los bienes incautados a Aras y que, de ahí, salga para pagarles, si no todo el dinero que les birlaron, sí al menos una parte.
Entre los resolutivos de la sentencia emitida este viernes 29 de diciembre, está la incautación de los bienes, como ya se dijo, pero su inmediata integración a un fideicomiso que operará el propio Gobierno del Estado.
De ahí, se buscará compradores para esos lotes, terrenos, edificios y otras propiedades, de modo que esa venta genere el dinero para pagarle a los estafados.
Y la pregunta que flotó en el aire el día de ayer entre los afectados reunidos en el edificio del Tribunal Superior de Justicia es ¿alcanzará para pagarle a todos?
Nada más es cuestión de hacer cuentas: la suma defraudada se ha calculad en 884 millones de pesos, si realmente se le devolviera íntegramente su dinero a esos inversores que confiaron en Aras Business Group.
No se ve ni cómo pueda el mencionado fideicomiso reunir tamaña cantidad, ni ha quedado en claro cuáles serán los criterios para ir pagando a las y los demandantes, porque los hay desde quienes perdieron 10 mil pesos hasta los que los llevaron al baile con millones.
Y a todo esto ¿Qué pasará con Aras Business Group y con los presuntos defraudadores? Nada, que la primera será disuelta, y los segundos, como ya confesaron su delito y entregaron bienes para asegurar el “resarcimiento del bien”, quedaron prácticamente perdonados.
Fue, como quien dice, uno de esos castigos que se les ponen a los alumnos mal portados: haga 10 planas de “no debo defraudar a los ahorradores” y prometa que se va a portar bien de aquí en adelante. ¡Ah, pero qué castigo tan severo!
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La virtual candidata a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, empezará a batir tambores de batalla en el estado de Chihuahua, con una visita relámpago que tendrá lugar el miércoles 3 de enero.
O sea, como dijo alguien, poco en broma, poco en serio, que viene “a pagar el predial”, porque pisará tierra chihuahuense cuando apenas estemos reponiéndonos del festejo por el Año Nuevo.
Lo curioso del caso es que, pese a que es su primera actividad en el “Estado Grande” desde que ganó la batalla de las corcholatas, no visitará ni la capital ni Ciudad Juárez, las dos ciudades más pobladas, sino la número 3: Cuauhtémoc.
Allá, en la llamada “puerta de entrada a la sierra de Chihuahua” la recibirá un invierno en plenitud, con una temperatura que variará entre los 6 y los 23 grados, según Weather Channel, y un cielo completamente nublado.
Eso es en lo climático, porque las proyecciones que hacen los promotores de la campaña “claudista” en Chihuahua son en torno a que encontrará lo contrario, es decir, una condición “cálida”, por decir lo menos, en una ciudad donde el morenismo no anda tan peor como en la capital del estado.
La reunión programada es con productores agrícolas, empresarios y comunidades menonitas, a quienes les planteará el esbozo de un proyecto de gobierno en materia agropecuaria y agroindustrial.
Sin embargo, lo que esperan los morenistas locales es que, antes de que empiece a hablar, primero escuche a las fuerzas vivas cuauhtemenses y tome nota de lo que éstas le digan.
No deja de llamar la atención que, pese a llegar al aeropuerto “Roberto Fierro” de la ciudad de Chihuahua, no se tome el tiempo de hacer un acto, por breve que sea, en la ciudad de Chihuahua.
Como ya hemos comentado en este efusivo espacio, la ciudad capital del “Estado Grande” es uno de los mejores lugares de México para ser panista, y uno de los más difíciles para competir electoralmente con las siglas de un partido que no sea “derechoso”.
Sería la segunda vez que pise territorio chihuahuense desde que se “destapó” como corcholata de Morena para la presidencia de la República y, la verdad, en la ocasión anterior no le fue así que digamos “de maravilla”.
En aquella ocasión, se reunió con un grupo de empresarios que no le mostraron su mejor cara y que torcieron la boca cuando la entonces aspirante les dijo, así con todas las letras, que continuarían los programas sociales en caso de que ella ganase la elección.
Según nos comentaron, los asistentes, representantes de un sector empresarial notoriamente conservador, al que no le gusta para nada la pensión a ancianos y menos aún las ayudas a madres solteras, salieron convencidos de que “por ahí no iba” y que debían impulsar con más fuerza la candidatura del PRIAN, que entonces estaba en el aire.
Semanas después, estuvo jugando de local, en esta frontera, donde su partido gobierna a plenitud incluso desde tiempos del “independiente” Armando Cabada, mientras que su oponente prianista, Xóchitl Gálvez, hacía lo propio en cancha propia, en la ciudad de Chihuahua.
El pronóstico optimista de los de la 4T es de que en Cuauhtémoc no le vaya tan mal como en Chihuahua, y de perdido le vaya igual que en Juárez.
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Miguel Ángel González García fue uno de esos políticos que ya están en vías de extinción. De buen trato, mano tiesa a la hora de negociar y habilidad para sostenerse en el primer cuadro pese a los cambios de gobierno de grupo dominante, conjugaba todas esas cualidades que ya no le vemos a los de las nuevas generaciones, de ningún partido.
Su priismo a ultranza comenzó a brillar allá por la segunda mitad de los años 80s, cuando fue dirigente estatal del Movimiento Juvenil Revolucionario, el llamado “sector juvenil del PRI”, desde donde se posicionó para ser diputado federal suplente en la LIV Legislatura, detrás del ‘dinosáurico’ líder minero Napoleón Gómez Sada.
Esto fue allá por tiempos de Fernando Baeza, cuando no se movía una hoja de papel en la administración pública chihuahuense sin su consentimiento.
En 1992, fue parte del grupo que impulsó la candidatura de Patricio Martínez a la alcaldía de Chihuahua y, desde esa posición, se “colocó” como regidor del Ayuntamiento, de donde brincó para ser diputado local en la 58ª Legislatura, única de oposición al Ejecutivo, hasta ahora.
Ahí atajó la pelota como vicecoordinador parlamentario del PRI, bajo la sombra de Miguel Étzel Maldonado.
En el año de 1998, el PRI volvió al Gobierno de Chihuahua, después del sexenio del panista Francisco Barrio y en ese espacio volvió a tener posiciones de relevancia. Luego, en el 2004, se le vio cerca de José Reyes Baeza y, en el sexenio de César Duarte llegó a ser secretario particular del gobernador.
O sea que los últimos 35 años de la política local no se pueden escribir sin hacer al menos una referencia al “Chacarito”, como le decían sus amigos priistas, o al “Profe”, como le llamaban sus pupilos políticos.
Ayer, 29 de diciembre del 2023, casi 40 años después de su primera aparición pública en la política local, recibió una despedida como la que se le da a la gente que nunca se va: con un minuto de aplausos en el Congreso del Estado.
Trato afable, temple firme y habilidad política, tres virtudes que ya casi no se ven en la actualidad. Las tres se fueron la noche del 28 de diciembre del 2023, cuando Miguel Ángel González dejó este plano terrenal.
Desde este espacio, le mandamos un abrazo afectuoso a su familia. También a sus amigos y amigas, aunque nunca vamos a terminar, porque los tenía por cientos.
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El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le echó ya la última paletada de tierra al sarcófago donde descansará, esperemos que sea en paz, la intención de los mormones LeBarón del noroeste del estado, de convertirse en una entidad autónoma, con gobierno propio y leyes a su gusto y conveniencia.
La sentencia que previamente había emitido el Tribunal Estatal Electoral de Chihuahua, en la cual le daba tremendo batazo de jonrón a la petición de los LeBarón, quedó en firme después de que el máximo órgano jurisdiccional del país que determinó que la Comunidad LeBarón no es equiparable a un pueblo originario.
Para que se sepa: esa categoría se le da a, como su nombre lo dice, comunidades que ya estaban asentadas en el territorio que hoy es México desde antes de que iniciara el proceso de conquista, colonia o como se le llame.
El trato especial que se le da, por ejemplo, a las comunidades oaxaqueñas que tienen sus propias formas de autogobierno, no aplica para una como la de los LeBarón, que es una agrupación que llegó desde otro país y se distingue de otras en razón de su credo religioso.
Para el TEPJF, el tribunal local hizo toda la tarea: desde las gestiones necesarias con el propósito de recabar los dictámenes antropológicos ordenados, y se aplicó con toda pulcritud al dictamen antropológico emitido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, institución que fue designada para hacer el estudio sobre la viabilidad de esa petición.
Por lo demás, las formas de organización social de esas comunidades, asentadas en el noroeste de la entidad, no eran bien vistas por muchos de sus vecinos, ni por activistas en materia de derechos humanos y de las mujeres, por considerar que tenían una estructura netamente patriarcal, donde el hombre tiene absoluta preponderancia.
Así que los del TEE se pueden ir a gusto a pasar el año nuevo, sin temor a que regresen los LeBarón a bloquear la calle 33ª, donde se ubican las oficinas de dicho tribunal, en demanda de que se les permita ser, como quién dice, un estado dentro del Estado Mexicano.