Muy mal se vio ayer el regidor priista Jorge Gutiérrez, al decirle “gárgola” a la regidora morenista Cecilia Reyes Castro, cuando en la sala “José Reyes Estrada” de la Presidencia Municipal discutían el proyecto de reglamento del Centro Histórico.
El calificativo se lo aplicó al ser interrumpido, cuando decía que hay muchas indicaciones y muchas contradicciones en los directores que participan en los trabajos que se realizan en el primer cuadro de la ciudad, y Cecilia le dijo “algunos”, a lo que Gutiérrez Casas respondió contrariado “o que la…o hablas tú o hablo yo… bueno aquí mi gárgola que hable nada más”, señalando con ambas manos a la regidora que estaba sentada a su izquierda.
El bochornoso incidente ocurrió cuando la coordinadora de asesores Daniela González, hacía la presentación del proyecto, ante la comisión de Rescate del Centro Histórico del Cabildo de Juárez.
La ocurrente pero grosera frase del edil priista, despertó risas entre los que estaban en la mesa, ante la mirada atónita de Daniela González y de su compañera de fracción, Mireya Porras, que se lo quería comer con la mirada.
Una gárgola, para aquellos que lo ignoran como el mismo regidor priista, es una figura monstruosa con formas de animales fantásticos, que se colocaban en los edificios de la época medieval, principalmente iglesias, que servían como desagües para que la lluvia no dañara las paredes, aunque mucha gente les atribuía poderes y de ahí se tejieron muchas leyendas.
Por lo tanto, calificar a una persona como gárgola, no es un cumplido ni un halago, y mucho menos cuando se le hace a una mujer.
Ese calificativo encuadra perfectamente en la figura de violencia política de género, que puede meter en problemas al regidor “tetista”, sobre todo en estos tiempos en que la regidora Reyes Castro tiene demandadas por el mismo delito a sus compañeras y compañero de fracción.
Gutiérrez Casas se ha ganado a pulso la fama de grosero y prepotente entre los regidores, al grado de que varios de ellos ya no le hablan para evitar ser víctimas de sus improperios.
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Desde Ciudad Cuauhtémoc nos llegó información de las acciones que la Junta Municipal de Agua y Saneamiento está realizando contra el huachicoleo de agua, donde 15 introductores de ganado se robaban el vital líquido con tomas clandestinas en sus corrales.
“Como palomitas de maíz”, saltaron los huachicoleros cuando los inspectores de la JMAS comenzaron a revisar todos los negocios que se encuentran en el padrón de consumo cero, es decir, aparecen como que no utilizan agua, pero están conectados y trabajando normalmente.
La propia Junta Central de Agua, ha informado en reiteradas ocasiones que la práctica del robo de agua es general en todo el estado, en sectores con capacidad económica para pagar el servicio y a pesar de que hacen negocio con el agua, prefieren las conexiones clandestinas.
Por lo mismo, destacó la sorpresiva medida que la JMAS de Cuauhtémoc realizó en los corrales de ganado aledaños al rastro TIF de aquel municipio, donde se contaron 15 tomas clandestinas conectadas a la red general que consumían 300 litros por segundo.
Los ladrones del agua, tuvieron la desfachatez de instalar tubería de 4 pulgadas de diámetro, para surtir los bebederos del ganado que tienen en los corrales, volumen que por supuesto dejó de llegar a los hogares para el consumo humano.
Por si ello fuera poco, los huachicoleros de Cuauhtémoc tienen más de 12 meses sin pagar el líquido y ahora deberán enfrentar una multa, además de liquidar el consumo irregular que hicieron en este tiempo.
Ojalá esta acción sirva de ejemplo y se imite en otras ciudades como Juárez, porque el pronóstico del estrés hídrico que generará desabasto para este año, es alarmante.
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Fuentes campiranas, informaron ayer a Mirone que además del encarecimiento del huevo y la tortilla en el mercado local, se sumará este año el de la cebolla, otro producto básico en la dieta alimenticia, porque los agricultores del distrito agropecuario del río Florido en la entidad, considerado el principal productor de este vegetal, sembrarán este año 540 hectáreas menos que en el ciclo 2022.
La mala noticia, que se suma al aumento de precios de otros productos de la canasta básica, confirma las proyecciones del Banco de México en el sentido de que, durante el primer trimestre del año, la inflación alcanzará el 8.1 por ciento en el país.
Si se considera que la cebolla es uno de los alimentos esenciales en la dieta diaria en todos los hogares, y que la baja producción en la entidad repercutirá en el aumento de precio, malos tiempos se esperan, mientras que el sector gubernamental responsable del apoyo al campo está dormido en sus laureles y nada hace para aliviar la situación.
De acuerdo con los datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en la comarca líder en producción de cebolla, que abarca los municipios de Jiménez, Villa López y Villa Coronado, el año pasado proyectaron la siembra de 840 hectáreas de este alimento, pero al final se redujo a 660 hectáreas.
Para el ciclo agrícola de este año la superficie se verá reducida más, únicamente a 300 hectáreas, por cuestiones de gasto de agua de riego, elevados costos de energía eléctrica para el funcionamiento de los pozos, así como semillas y todos los insumos utilizados en las labores del cultivo.
Llama la atención que frente a este escenario, que anticipa el encarecimiento en un producto esencial en los alimentos, ninguna autoridad estatal y mucho menos federal, ha dicho nada y los delegados de desarrollo rural, que están precisamente para apoyar a los productores en situación de crisis, han enmudecido.
Ni siquiera al famoso Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic), que se sacó de la manga el año pasado el gobierno federal, para que los hogares mexicanos pudieran cubrir sus necesidades básicas de alimentación, ha servido de nada.
Esta es una buena oportunidad, para que el delegado federal Juan Carlos Loera, se aleje un poco la grilla política y se acerque a apoyar a los productores del distrito del Río Florido, donde tiene los puentes rotos desde la guerra del agua por la presa la Boquilla.
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Y a propósito de cebollas, los que andan emproblemados son los cebolleros de la casa del Agrónomo, que opera en el Parque Central.
En la víspera de los festejos del 117 aniversario de la que fuera la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, los administradores de la Casa del Agrónomo han sido demandados ante los tribunales laborales por el exdirector de la misma.
La Casa del Agrónomo, es el último vestigio de la prestigiosa escuela de agricultura, y fue construida en el parque que albergó las últimas instalaciones de la Esahe, con el propósito de mantener vivo el espíritu del alma mater de cientos de ingenieros agrónomos, que se encuentran esparcidos por toda la República Mexicana.
En dicha casa se realizan reuniones de los agrónomos de la sección Juárez, además de servir como centro de capacitación y divulgación de las ciencias del campo.
Pues bien, ahora se la disputan varios grupos de egresados grillos, cuando enfrenta una demanda laboral interpuesta en la Junta de Conciliación y Arbitraje por el licenciado Gustavo Carreón, quien durante 2 años fue el director de la casa, de su operación y promoción cultural en la ciudad.
Tras su reclamo laboral, han comenzado a salir a la luz pública algunas irregularidades que se realizan en la Casa del Agrónomo, como, por ejemplo, el hecho de que utilicen sus instalaciones como punto de venta de terrenos de Samalayuca, cuando su fin es otro.
La Casa del Agrónomo se sostiene de las cuotas de quienes fueron sus estudiantes, y forma parte del patrimonio de la Asociación Nacional de Egresados de la Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar”.
Ha sobrevivido a varias crisis internas y a las intenciones que tuvo el exgobernador Javier Corral, de cerrarla durante su administración, imitando a su padrino Francisco Barrio, que en 1992 cerró el prestigioso plantel por motivaciones políticas.
Ahora, a 22 días de que se celebre otro aniversario de la fundación de la Esahe, los “cebolleros” que lleguen a los festejos se encontrarán con un nuevo conflicto, porque la Casa del Agrónomo no tiene dinero para saldar la demanda laboral, a pesar de que la han convertido en una oficina de bienes raíces.